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Las mafias del espacio público

La venta del espacio público es el negocio subterráneo que mantiene invadidos los andenes.

Semana.Com
19 de febrero de 2016

Los comerciantes del espacio público están quedando en evidencia. Esta semana en las acciones para recuperar la calle 72, las autoridades descubrieron que una sola persona era la dueña de 30 puestos de venta de jugo de naranja. Y ese es solo un ejemplo. Y solo un sitio.

Por la calle 53, desde la carrera séptima hasta la 13, se han multiplicado los carros que venden jugo de naranja. Igual que en la avenida Chile, un camión llega a las cuatro de la mañana, arroja sobre el andén un bulto de la fruta en cada esquina, y pocos minutos antes de las seis aparecen los vendedores y cogen su bulto. Un solo dueño con muchos puestos que pasa por la tarde a recoger la plata del producido.

En la 53 hay un puesto en cada costado, en el sur y en el norte, y solo hay que caminar hacia el occidente para encontrar uno en cada cuadra. Así funcionan las mafias en Chapinero, Galerias, Teusaquillo, Calle 19,  Restrepo, Kenedy, 20 de julio y otros puntos y con otros productos, 

Las investigaciones del Instituto de Economía Popular, en apoyo con la Policía han demostrado que un espacio de 1 metro por un metro de andén se alquila hasta en diez millones de pesos. La red es invisible y cuenta con el silencio del vendedor ambulante, que a cambio de un espacio, les paga la cuota a los mafiosos.

Las cifras oficiales del IPES muestran que un vendedor ocupa en promedio 1 metro por 1,20 de andén. En casos como los carros de perros calientes el espacio es mayor: 4 metros por 1,20.

Una de las zonas cooptadas por las mafias es el centro. Sus calles y carreras son muy apetecidas por los delincuentes del espacio público que se aprovechan de los vendedores y de los desempleados que buscan un lugar en la calle para buscar el sustento.

El IPES estima que unos 15.000 los vendedores ocupan las calles y carreras del centro, pero no ha podido reunir la evidencia para meter a la cárcel a los mafiosos, a los que les pagan por ubicarse en las esquinas.

Cada zona de la ciudad tiene un dueño, que cuenta con informantes para evitar que alguien ponga una caja, una lona o un carro sin pagar la cuota. Cuando un vendedor novato llega a una esquina, no se demoran en llegar a exigirle que la abandone el sitio o que explique quién lo autorizó a ubicarse en el lugar. Lo grave es que el vendedor paga y hasta acepta argumentos como “que este puesto está cotizado” y por eso vale dos millones o cinco millones de pesos.

Investigaciones que ha realizado el IPES y que no ha hecho públicas en espera de encontrar evidencias para judicializar demuestran que en zonas como San Victorino, en el centro, hay personas que trabajan en un área de un metro por uno metro, y pagan hasta 10 millones de pesos por el alquiler. Así lo han manejado siempre.

Los negociantes de los andenes alquilan según el tipo de negocio y el puesto. Cobran según el vendedor y según la esquina y según el horario. El IPES comprobó que los precios son distintos si el vendedor ocupa el puesto a las 7 de la mañana o a las 3 de la tarde.

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