Home

Opinión

Artículo

OPINIÓN

Carta a Gabino

Qué bueno sería que a la liberación de salud le siguiera otra buena noticia: la de que el ELN renuncia a la práctica del secuestro.

María Jimena Duzán, María Jimena Duzán
28 de mayo de 2016

Le escribo estas líneas a pocos minutos de conocer la noticia de la liberación de Salud Hernández-Mora. Su libertad, debo confesarle, se produce cuando muchos empezábamos a pensar lo peor.

Probablemente ustedes dirán que no tenían la intención de secuestrarla, como de hecho tampoco la tenían las Farc cuando el general Alzate fue secuestrado hace año y medio en las selvas del Chocó. No obstante –tiene que aceptármelo–, el hecho de que ese no fuera el plan no hizo menos repudiable su secuestro. 

Usted también recordará que hace año y medio, tras el secuestro del general Alzate, temimos lo peor. Sin embargo, las Farc, contra todos los pronósticos, no solo comprendieron el repudio que en todos los sectores suscitó este acto violento sino que supieron leer el momento. Rápidamente admitieron que lo tenían secuestrado y su liberación se dio a los pocos días sin ninguna condición. La gran paradoja es que luego de este hecho desafortunado, las Farc anunciaron el cese al fuego unilateral, gesto que le dio al proceso un dinamismo que hoy lo ha hecho irreversible.

Uno desearía que en esta oportunidad se activaran los mismos resortes para que, de este hecho repudiable y lamentable, pueda salir una luz que sirva para destrabar la negociación entre ustedes y el gobierno. Qué bueno sería que a la liberación de Salud le siguiera otra buena noticia: la de que el ELN renuncia a la práctica del secuestro.

Sé que ustedes han sido claros en decirle al gobierno que están dispuestos a ir a una mesa de negociaciones pero sin condiciones, y que no van a renunciar al secuestro porque lo siguen considerando un instrumento legítimo para financiar su lucha revolucionaria y un arma de la lucha de clases. 

No puedo estar más en desacuerdo. Esa justificación del secuestro que ustedes hacen de manera fría y hasta cínica, no la avalan ni las comunidades del Catatumbo donde el ELN tiene una influencia innegable. En esas comunidades que ustedes dicen defender y en las que afirman estar insertos como un partido armado que se precian de ser, el ELN no ha sido una salvación sino un factor de poder armado al que hay que someterse de manera oprobiosa si se quiere sobrevivir. “El ELN es el pueblo” es uno de sus lemas, tengo entendido. Pero no conozco hasta ahora ningún pueblo en Colombia que justifique el secuestro y la extorsión por el prurito de la lucha revolucionaria.

Más allá de las comunidades está la sociedad colombiana, comandante Gabino, a la que usted tanto le habla en sus comunicados. Compuesta por ricos, clase media, gente del Sisbén y desplazados. Por gente de diferentes vertientes políticas, de diferentes etnias. Ellos tampoco entienden sus justificaciones para legitimar el secuestro y mucho menos entienden que insistan en él, mientras dicen estar dispuestos a abrir un proceso de paz con el gobierno. 

Me preguntará usted por qué tanta movilización por el secuestro de una periodista de derechas que los ha señalado a ustedes de “ratas humanas” y con la cual no tengo mayor afinidad ideológica. Fácil respuesta: porque ante todo Salud Hernández es una periodista a la que respeto y con la que he aprendido a caminar en la vida a pesar de andar en orillas distintas. Salud es, además, una reportera que ha cubierto esta guerra de manea valiente y que se fue a la zona del Catatumbo a cumplir con su trabajo a sabiendas de que su vida podía correr peligro, como muchos también lo hemos hecho. Pero, sobre todo,  porque su voz crítica, así no la comparta, es necesaria. La democracia se trata de eso, comandante Gabino, de permitir que el periodismo de todos los tonos políticos pueda expresarse sin tapujos ni mordazas.

Con el secuestro de Salud y de los dos periodistas de RCN, comandante Gabino, no solo se coartó la libertad de unas personas, sino que, además, se amordazó la libertad de expresión. Quisiera creer que en su liberación pesaron estas dos consideraciones. 

No sé si estas palabras le llegarán al corazón o si se quedarán apresadas en la simplicidad con que ustedes miran a los periodistas que trabajamos en los  grandes medios considerados por ustedes como parte del enemigo.

Pero, sobre todo, lo invitaría a que entendiera el momento histórico que vive el país y la región. Con todo respeto, hoy el ELN es una guerrilla que vive del oxígeno político que le da el régimen de Maduro. Cada vez es más evidente que ustedes están más interesados en jugar un papel en el polvorín que se está armando en Venezuela, que en entender la oportunidad histórica que significa construir la paz en Colombia.

La mejor manera que usted tiene para llevar sus ideales al puerto que se merecen y evitar caer en el abismo a donde parecen dirigirse es pactando una paz con el gobierno.

Usted, comandante Gabino, tiene la responsabilidad de liderar su organización hacia ese acuerdo de paz y hacer gestos para convencer a personas que, como yo, tienen serias dudas sobre su voluntad de paz. Si no lo hace, pasará a la historia como sepulturero de una guerrilla que traicionó sus propios ideales.