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Al rescate de la Corte

Catalina Botero tiene unas ventajas estratégicas que la convierten en la mejor carta para enfrentar los desafíos históricos que se le avecinan a esta Corte.

María Jimena Duzán, María Jimena Duzán
31 de octubre de 2015

Si en este país la lógica de las cosas se impusiera y fuera cierto que a la Justicia llegan los juristas más idóneos e independientes, el Senado debería elegir este miércoles a Catalina Botero como la nueva magistrada de la Corte Constitucional.

Reconozco que los otros candidatos de la terna presentada por el presidente Juan Manuel Santos, Alejandro Linares y Magdalena Correa, también tienen unas hojas de vida de peso. Alejandro Linares, aunque no es constitucionalista, siempre ha querido llegar a ser magistrado y prueba de ello es que esta es la cuarta vez que lo intenta y Magdalena Correa cuenta con unas credenciales envidiables en el mundo de la academia. En esta ocasión, estamos ante una terna de personas idóneas y por primera vez en mucho tiempo, los colombianos no corremos el riesgo de elegir a los Preteles y a los Albertos Rojas que llegaron a la corte a capturar la justicia y a ponerla al servicio de sus intereses.

Pese a que esta es una terna donde todos los ternados tienen las credenciales para llegar a la Corte Constitucional, creo, sin embargo, que Catalina Botero tiene unas ventajas estratégicas que la convierten en la mejor carta para enfrentar los desafíos históricos que se le avecinan a esta corte.

Si se firma la paz con las Farc, como muchos esperamos, a este alto tribunal le va a tocar la tarea de hacer el cierre constitucional de los acuerdos de La Habana y semejante faena va a requerir de juristas con gran talante, cuya independencia sea garantía de que los derechos de todos los sectores de la sociedad serán respetados y con la solidez jurídica que amerita este momento crucial.

Catalina Botero tiene el perfil para ese momento histórico que se avecina. Tiene una experiencia y conocimiento del alto tribunal que no la tienen los demás ternados. De los tres, ella es la única que ha sido conjuez de la corte y a ese estadio no se llega por que sí ni de la noche a la mañana. Catalina además ya conoce el potro en que se va a montar, porque fue elegida como magistrada encargada durante unos meses y ejerció su función con la dignidad que impone tan alto cargo.

De los tres candidatos, ella es la que más ha trabajado en la defensa de los derechos humanos y esa tarea la ha ejercido siempre con apego a la ley y por encima de sus convicciones políticas o religiosas. Cuando fue relatora para la libertad de expresión de la Comision Intermericana de Derechos Humanos se convirtió en el dolor de cabeza de los gobiernos de Venezuela y Ecuador, y en Colombia defendió los derechos de la oposición de izquierda.

El talante que ha demostrado Botero podría ser la mejor garantía para que en estos momentos de polarización la corte pueda sortear con éxito todas las presiones que seguramente vendrán a la hora de hacer el cierre constitucional de los acuerdos de La Habana. Siempre me he preguntado qué hubiera sido de este país si el magistrado Cepeda no hubiera cambiado a última hora la ponencia (negativa) que inicialmente había presentado sobre la reelección del presidente Uribe. Probablemente nos habríamos ahorrado el desgaste institucional de hoy al ver a los mismos que ayer la aprobaron haciendo hasta lo imposible por desmontarla.

Pero, además, si el Senado elige una persona de la independencia de Catalina, que no cuenta con el apoyo de ningún partido, y que ha hecho campaña sin pedir la bendición de los poderes que tras bambalinas manipulan a la justicia, se le daría un mensaje a la sociedad de que los políticos en este país en realidad si están pensando en escenarios distintos al de su ajedrez político.

Su elección también serviría para darle la estocada final a esa corte de Pretelt y de Rojas, que tanto desprestigio le ha traído a la Justicia y sería la oportunidad para que este alto tribunal reconstruyera su horadada legitimidad.

Finalmente, la elección de Catalina Botero sería un reconocimiento a la inmensa deuda que tiene el Estado y la sociedad con las mujeres. Solo dos mujeres han formado parte de la Corte Constitucional en los 30 años de historia. Las mujeres no estamos en ninguna foto, pero sobre todo no estamos en la foto de la paz y ya es hora que ese vacío se empiece a llenar con mujeres meritorias que se han destacado en su campo y que pueden aportarle mucho a un país que se apresta a cambiar de paradigmas. Es probable que estas reflexiones sean consideradas por los senadores que van a votar el próximo miércoles una soberbia pendejada que ni siquiera merece ser leída. Soñar no cuesta nada.

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