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¿El crimen de cuello blanco sí paga? (II)

Hoy ni Tomás Jaramillo ni Juan Carlos Ortiz han sido llamados por la Fiscalía porque aún no se ha iniciado la investigación sobre el Fondo Premium.

María Jimena Duzán, María Jimena Duzán
18 de enero de 2014

Los señores Juan Carlos Ortiz y Tomás Jaramillo han negado que utilizaron el Fondo Premium como su caja menor. Sin embargo, la evidencia de que lo utilizaron para pagar sus costosos pasatiempos y para embolsillarse dineros en efectivo recibidos directamente como inversión de los clientes es una verdad que ni siquiera su soberbia puede tapar.

En un correo del 11 de julio de 2009, que les envía Luz Ángela Segura, una funcionaria de Valores Incorporados (uno de los vehículos en Colombia del Fondo Premium), a John Muñoz y a Natalia Zúñiga, dos altos directivos de esa compañía, se registra el recibo de 13 millones, 15 millones y 171 millones en efectivo. En el correo se advierte que esta plata –en lugar de ir al fondo en Curazao, como pensaban todos los inversionistas que invirtieron en InterBolsa–, terminó en las cuentas de Juan Carlos Ortiz y Tomás Jaramillo, los dueños del fondo. La plata, según el correo, se dividió en partes iguales y cada uno recibió lo suyo. (Ver el mensaje completo).

Este correo se puede convertir en la prueba reina para demostrar que estos dos señores no solo utilizaron el fondo como su caja menor sino que pudieron haber incurrido en el delito de captación masiva y habitual. Pero además, por la forma como el dinero les fue entregado, de manera directa y en efectivo, sin soportes ni registros contables, se podría configurar también el delito de lavado de activos.

La prueba de que estos señores utilizaron los dineros del fondo para sufragar sus costosos pasatiempos está en otro correo que llegó a mis manos con fecha del 12 de marzo de 2010. En ese mensaje, Tomás Jaramillo le escribe a Rashid Maluff, gerente del Fondo Premium en Colombia, dándole instrucciones para que le haga un préstamo de 200.000 dólares a inversiones RC y H una compañía de José Luis Ruano, su suegro, para la compra de un yate de lujo. (¿Será que ese préstamo se pagó en algún momento?). Según el correo, el total de la inversión para la compra de ese barco fue de alrededor de 750.000 dólares, y lo que se revela en ese mensaje es que los 550.000 que faltaban también salieron del Fondo por orden de Tomás Jaramillo quien mandó a girar esa suma a una cuenta de Florida Yachts International, para finiquitar la compra del yate. (Ver el correo 1) (Ver correo 2).

Tomás Jaramillo no solo utilizó los dineros para comprar su costoso yate, cuya propiedad todavía hoy niega, sino que compró repuestos (por 3.000 dólares) y pagó los gastos del mantenimiento (1.200 dólares) con la plata de los inversionistas que creyeron en él. (Ver correo 1) (Ver correo 2)

Tomás Jaramillo, lejos de aceptar que este costoso yate es de su propiedad, sin pudor alguno por las víctimas que defraudó ha seguido usufructuándolo luego de que reventó el escándalo de InterBolsa. Una fuente consultada por la revista Dinero sostuvo hace poco que el yate está a nombre de su suegro, “pero que es Tomás el que da las órdenes sobre su operación”. Y en el colmo del cinismo su padre, Rodrigo Jaramillo, dijo en alguna ocasión que el hecho de que a Tomás se le hubiera visto en el yate de su suegro no tenía nada de malo, pues “su hijo no tenía por qué andar en una chalupa para demostrar pobreza”.

Digan lo que digan los señores de InterBolsa, estos correos prueban que quien pagó por el yate en su totalidad fue Tomás Jaramillo y que lo hizo con recursos del Fondo Premium.

Juan Carlos Ortiz no se queda atrás. Él también utilizó el fondo para su enriquecimiento personal a través de operaciones irregulares. Específicamente, usó recursos del fondo a través de un préstamo que le hizo Valores Incorporados a Camilo Fonrodona Parra, un empleado suyo, por valor de 5.000 millones de pesos, para que este, con esos mismos recursos, comprara acciones de Proyectar Valores y se convirtiera así en el segundo mayor accionista individual de esta firma, que fue intervenida en 2011 por abusos similares a los que tienen hoy a InterBolsa en el ojo del huracán.

Los recursos que captaban los vehículos concebidos para sacarle plata al fondo, como Valores Incorporados, Rentafolio Bursátil y Andean Capital Markets, fueron utilizados por Ortiz para montarle una oficina en el piso dos del edificio InterBolsa a su esposa, Viena Ruiz, para que ella creara su portal de belleza. Igualmente, utilizó los dineros del fondo para hacerse al control de empresas como Millonarios, Bolsa Mercantil, Coltejer, Fabricato, EMI y la misma InterBolsa.

Como todas esas empresas eran ilíquidas –muy seguramente ni los bancos ni nadie les iba a prestar ni un peso–, se idearon este entramado de compañías de papel, basándose en la capacidad de captación de InterBolsa. De esa forma, más de 300.000 millones de pesos llegaron a sus arcas para su festín.

Hoy ni Tomás Jaramillo ni Juan Carlos Ortiz han sido llamados por la Fiscalía porque aún no se ha iniciado la investigación sobre el Fondo Premium. Y cada minuto que pasa, corre a favor de estas joyitas.