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La arrogancia de la victoria, el comienzo de la derrota

Las Farc han pasado por encima de la Constitución, de las leyes, y de las costumbres de los colombianos durante décadas. Y lo siguen haciendo con la ayuda y complicidad del gobierno.

Mauricio Carradini
18 de noviembre de 2017

Una lección fundamental de la historia de la estrategia, es la importancia de saber cuándo detenerse. Especialmente cuando se está ganando. Sorprende que las Farc, con sus aliados extranjeros, con sus intelectuales agazapados en la normalidad del país y con sus cobardes miembros escondidos y camuflados dentro de la izquierda democrática, no den muestras de haber estudiado la lección.

No nos llamemos a engaños: lo que el Estado colombiano ha recibido, -de las manos de un gobierno que solo ha pensado en el corto plazo-, es una derrota política. Si es el precio que se pagó para negociar después de que se les propinó una derrota militar, no es el objeto de esta columna. La realidad es que las Farc han obtenido mucho de lo que siempre quisieron y en total desproporción con su poder e importancia armadas, políticas y populares. Eso es una rotunda victoria política.

Para ilustrar el punto de la desproporción, los negros en Colombia corresponden al 10% de la población -cinco millones de colombianos-, y tienen derecho a dos representantes a la Cámara. Las Farc van a tener a cinco representantes, sin ser elegidos, y sin cumplir con los requisitos del resto de miembros del congreso. No  hablemos de los senadores y las circunscripciones especiales.

Las Farc han pasado por encima de la Constitución, de las leyes, y de las costumbres de los colombianos durante décadas. Y lo siguen haciendo con la ayuda y complicidad del gobierno. En vez de moderar su discurso, tener gestos conciliatorios y agradecidos con una sociedad que se arrodilló ante el miedo y la extorsión -con un presidente diciéndoles que si no se firma el acuerdo las Farc van a llevar la guerra a las ciudades-, y ser grandes en la victoria, siguen con su arrogancia insultando a los colombianos.

Insultan de muchas maneras: niegan su esencia y origen de asesinos, extorsionistas, secuestradores y terroristas; se niegan a contar la verdad y pedir perdón; insultan la inteligencia de los colombianos y la comunidad internacional negando su fortuna ilícita para poder seguir con la revolución y escondiéndola para no reparar a las víctimas.

Es un hecho el que entran al juego democrático por medio de reglas especiales y con la idea de no respetar las reglas de nuestra democracia. Han declarado que continúan en su lucha revolucionaria, y para ello van a usar cientos de millones de dólares de origen ilícito y la ayuda de países hostiles para afectar cuanta votación se presente de aquí en adelante, pero pueden estar ignorando señales serias de que es el momento de detenerse y no abusar de su triunfo.

Ciro II el Grande, victoria tras victoria fundó el imperio persa y capturó Babilonia. Decidió seguir hacia el este a conquistar a los escitas que no representaban tesoro ni económico ni territorial. Tomiris de los masagetas, -reina de una de estas tribus nómadas-, envió un mensaje recomendándole detener su aventura porque al final "usted no sabe si esto es para bien" y "reine sobre su gente y trate de soportar la idea de que yo reine sobre la mía". Ciro obtuvo algunas victorias después de esto, pero al final Tomiris, en el campo de batalla, tomó el cuerpo de Ciro, cortó su cabeza y la sumergió en sangre humana diciendo "aquí tienes toda la sangre que seguiste buscando".

 Con un acuerdo de paz con una favorabilidad que ronda el 20%, un gobierno y un presidente que no pasan del 20% de aceptación, y unas Farc que no han logrado generar confianza y mucho menos ganar respeto, es el momento de que gobierno y Farc  dejen de abusar de la mentira, manipulación y engaño, y moderen su arrogancia. Los colombianos están despertando del embrujo de la paz y se dan cuenta de lo que realmente les están entregando. Ya el gobierno está sufriendo de eso, con un presidente sin margen de acción, con una coalición hecha trizas, un partido de gobierno sin candidatos y con todos los congresistas esperando poder correr a otro partido. Nada bueno les espera a las Farc por ese mismo sendero. No abusen de la victoria y no se vayan a ahogar en la sangre de sus propias batallas.

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