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Me lanzo a la Alcaldía

Hay labores del alcalde que aplaudo. En menos de cuatro años convirtió a la ciudad en el Japón de Suramérica.

Daniel Samper Ospina
26 de marzo de 2011

Carlos Vicente de Roux advirtió en decla-raciones recientes que un sector del Polo quería postular a Samper como candidato a la Alcaldía de Bogotá. Dudo que se trate de mi tío Ernesto, a quien en la familia todos estamos convenciendo de que monte una cafetería para que no moleste más. Ya empezó con algo llamado Café País, unas reuniones en las que hay servicio de greca para que la gente no se duerma y mi tío negocia liberales y otro tipo de postres. A mi papá no lo veo de candidato: cualquiera puede ver que le falta pelo para el moño. De modo que entiendo que ese llamado es para mí y me permito aceptarlo: acepto gustoso esa postulación a la Alcaldía. Cuenten conmigo, amigos del Polo. Desde hoy mismo dejo de bañarme para ceñirme a los estatutos.

Reconozco que ganar la Alcaldía no será un reto fácil. Hay sólidos candidatos, como David Luna, de quien he dicho que tiene talla para ser, más que alcalde, presidente de la junta de copropietarios de su edificio. Pero no lo digo como una crítica. Al revés: es un elogio. A Luna le cabe el edificio en la cabeza. Y su conjunto requiere de un hombre joven que proponga medidas audaces, como pegar circulares en el ascensor con el nombre de los deudores morosos, para sanear las finanzas. Luna, además, puede hacer una alianza con Gina Parody y Carlos Fernando Galán para que derroten, unidos, el margen de error, tal y como se lo sugerí en las elecciones pasadas a Rafael Pardo, Róbinson Devia y Jairo Calderón, que no fueron capaces de deponer sus inmensos egos.

William Vinasco es otro candidato fuerte. Con el video empresarial en que baila "Empari" capturó el apoyo de Nerú y de las Decanotas. La directora de juventudes será Missi. Sonaba Williamcito, pero creció con el trauma de que su papá lo abandonaba tras cada triunfo de la Selección Colombia: cada vez que gritaba "¡Que no me esperen en la casa!", Williamcito, de todos modos, se quedaba pegado a la ventana, empañando el vidrio con la respiración, a la espera de su papá, que regresaba borracho y con la camisa por fuera dos días después. Y eso, claro, lo disminuyó. La candidatura de William, en todo caso, cuenta con un atractivo programa social para rehabilitar a la bailarina del Show de Jimmy que está en la calle del Cartucho. Ella misma asesorará a Vinasco en asuntos constitucionales, como el aniversario de la Séptima Papeleta, ya que sabe mucho de papeletas.

A Petro, ese líder tan progresista que ayudó a elegir a un procurador facho, lo respeto pero no le temo: yo también soy capaz de hacer alianzas contradictorias, y, aunque me lance por el Polo, estoy dispuesto a invertir de nuevo los peraltes del puente de la 92 para recibir el apoyo del pastranismo.

El único candidato que de verdad me asusta es Peñalosa, ahora que el Partido Verde acepta coqueteos con los uribistas. En la sede verde ya hay simpatizantes de La U que se aprenden algunas arengas: "Recursos públicos, recursos sagrados", grita Hipólito Moreno; "la vida es sagrada", modula el general Rito Alejo del Río.

Luna, Galán, Vinasco, Petro, Peñalosa: todos son candidatos decorosos, no lo niego; pero ninguno cuenta, como yo, con el infalible apoyo del samuelismo.

Sé que está de moda criticar a los Moreno, pero no seré yo quien lo haga. Hay labores del alcalde que aplaudo sinceramente. En menos de cuatro años convirtió a la ciudad en el Japón de Latinoamérica. Y como funcionario público ha demostrado que es un miembro de familia ejemplar.

Sí: es cierto que antes de su gobierno la Media Torta estaba entera; y que le entregó toda la ciudad a los Nule. Pero tampoco hay que satanizar a los Nule. Bien decían ellos mismos que la corrupción es inherente al ser humano, y en esa medida los Nule son muy humanos. Ahora acusan al pobre Iván de haber cometido delitos: pero sepan de una vez que si hubo comisión de delito, una parte le debe corresponder a Iván, como en toda comisión.

Prometo hacer de Bogotá una ciudad moderna, que esté preparada para enfrentar terremotos, inundaciones y demás desastres causados por el cambio climático. Por ese motivo, dejaré todo como lo recibo: así, sin terminar. Hecho escombros. No vale la pena construir nada: ¿para qué, si al final todo se va a caer otra vez? Además, las ruinas se valorizan. Miren las de San Agustín, miren las de Roma; incluso miren a la misma María Eugenia. A finales de año, Bogotá puede ser un destino arqueológico importante si lo dejamos tal y como está. Y entonces ese 85 por ciento de miserables que hoy lo critican recordarán a Samuel y votarán por mí.

Amigos del Polo (y de otros barrios también): estoy con ustedes. Llegó la hora del Mustang suelto; del canelazo al gratín. Gobernaré con gente calificada o al menos con militantes del partido. Me dejaré la barba emblemática del líder de izquierdas, como la del Che Guevara o la de Clara López. En mi gobierno se destacará la transparencia, sobre todo la que se ponga Angelita Benedetti, quien manejará el programa de 'Bogotá sin hambre', dada su habilidad para armar desayunos. Juro no traicionar el legado que recibo y lograr que, con el apoyo de todos los ciudadanos, al final de mi administración al menos una de mis hermanas esté millonaria.

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