Home

Opinión

Artículo

COLUMNISTA INVITADO

Medellín 3 – Bogotá 1

En Bogotá se le ha delegado al TransMilenio la responsabilidad de trasladar mayoritariamente a los ciudadanos. En cambio, Medellín no limitó su progreso a la existencia de un Metro.

Óscar Sevillano, Óscar Sevillano
6 de agosto de 2014

Cuando se habla de un país como Colombia, que supuestamente goza de una economía próspera, lo menos que se espera es que su capital tenga la apariencia de una urbe con una infraestructura en transporte urbano en decadencia como pasa con Bogotá, hecho que va en contravía si se lo compara con la situación por la que atraviesa la segunda ciudad en nuestro territorio, es decir Medellín, quien a pesar de no contar con el rótulo de centro empresarial, financiero e industrial, ha avanzado a pasos agigantados en esta materia.

No se puede negar que el esquema de continuidad de trabajo que le introdujeron en sus programas de gobiernos los exalcaldes Mockus y Peñalosa, hicieron que Bogotá se encarrilara en el camino del progreso urbanístico en materia de transporte urbano, que hicieron que el mundo entero volcara sus ojos hacia ella.

El problema estuvo cuando a esta labor llegaron personajes de izquierda que con agendas individuales pensadas en demostrar que su pensamiento era muchísimo mejor que el de sus antecesores, sacaron a la ciudad capital de ese avance escalonado, haciéndola retroceder al punto en que hoy día, luce igual que en los primeros años de la década de los 90, época en que la Avenida Caracas era transitada por buses viejos repletos de gente, que debían circular por una Troncal mal hecha, muy al estilo de Andrés Pastrana quien como alcalde Mayor fue su inventor, donde delincuentes y atracadores hacían de las suyas y que con el tiempo se fue deteriorando. Cualquier parecido del ayer, con la realidad de hoy, es pura coincidencia.

Medellín en cambio no limitó su progreso a la existencia de un Metro, sino por el contrario adoptó un sistema de buses articulados que le complementan sus operaciones, dejando al primero como el principal medio de transporte urbano en la capital de la montaña, cuidando de que no vaya a ocurrir lo mismo que ocurre en Bogotá, en donde se le ha delegado al TransMilenio la responsabilidad de trasladar mayoritariamente a los ciudadanos de un lugar a otro, sin haber tenido en cuenta que día a día aumentaría el número de usuarios. Ese hecho hoy día lo tiene colapsado, y sin la esperanza de que surja en el corto o mediano plazo una ayuda que le permita descongestionarse.

A esta falta de cálculo debemos sumarle que al TransMilenio se le ha abandonado a su suerte desde el año 2003, tiempo en que la administración de Bogotá fue tomada por alcaldes de izquierda, comenzando por Luis Eduardo Garzón, pasando por la de Samuel Moreno y terminando por la actual en cabeza de Gustavo Petro. Esta última ha sido incapaz de corregir los problemas estructurales heredados de la alcaldía anterior en los buses azules que hoy integran el Sistema Integrado de Transporte, y articularlo de manera adecuada al TransMilenio, para que poco a poco este se vaya descongestionando.

Las últimas tres alcaldías han tenido otro común denominador: tener una agenda personalista y ególatra, con la que han querido demostrar que el último es mejor que el primero, en la que el futuro de Bogotá parece no contar, hecho que ha provocado que la politiquería y clientelismo de algunos concejales, contratistas y funcionarios públicos, hagan de la suyas al punto en que esta desafortunado modo de proceder, llegó a tocar al anterior burgomaestre y su hermano, y hoy día tiene en entredicho a personas cercanas al círculo íntimo del actual mandatario distrital.

Entre tanto Medellín, quien no siempre ha sido gobernada por personas con una misma línea política y donde también existen problemas en la administración pública de la ciudad, no ha sido abandonada a su suerte, a pesar de que la fuerte ola de violencia que durante años ha golpeado a la capital de la montaña se niega a desaparecer. 

Esto permitió la instalación de metrocables en las zonas deprimidas de la ciudad. Bogotá no cuenta con el primero todavía. Y por último la capital de la montaña planea la instalación de un tranvía que termine de complementar las operaciones en el sistema de transporte de la ciudad paisa. Mientras Bogotá ha perdido el tiempo discutiendo en que instalar sobre la Carrera Séptima, si Metro, Tren Ligero, TransMilenio pesado, TransMilenio Light, TransMilenio Eléctrico o Tranvía.

Todo la anterior le ha permitido a Medellín dar grandes pasos en lo que tiene que ver con avance urbanístico, mientras Bogotá ha caminado de para atrás como el cangrejo, obteniendo un resultado en una especie de partido de fútbol, donde Medellín logra 3 y Bogotá pierde con 1.

En Twitter: @sevillanojarami

Noticias Destacadas