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COLUMNISTA INVITADO

Menos asesinatos y más robos en Bogotá

No estoy diciendo que las cifras registradas en homicidios no representen mayor preocupación pero es claro que la política de seguridad de la capital se debería enfocar mucho más en los hurtos callejeros

Óscar Sevillano, Óscar Sevillano
20 de agosto de 2014

En Bogotá es difícil creer frases que indican que la seguridad ha mejorado y que la mejor prueba de esto es la baja en el número de homicidios, no porque no sea cierto, sino porque la capital del país no es peligrosa por los  homicidios (1.257 en 2013 según cifras de Medicina Legal), sino por  el hurto callejero (25.227 en 2013 según cifras de la Policía).

No estoy diciendo que las cifras registradas en homicidios no representen mayor preocupación, porque lo lógico sería que una  ciudad donde se trabaja para que  sus habitantes se  respeten entre sí y que lucha por un trato humano presentara un total de cero homicidios, pero es claro que la política de seguridad de la capital se debería enfocar mucho más en los hurtos callejeros, factor de inseguridad que últimamente se ha vuelto el dolor de cabeza de los bogotanos.

Para nadie es un secreto que el hurto en Bogotá ha escalado de manera desproporcional (300 % en la última década según las cifras de la Policía), donde el robo de celulares es el flagelo que altera drásticamente las cifras (70 % de las personas encuestadas por la Cámara de Comercio en 2013 aseguraron  haber sido víctimas de este delito) y lo más triste es que las autoridades al parecer fueron las únicas que  no se percataron. 

Hoy por hoy los 195.554 millones de pesos destinados directamente a temas de seguridad y convivencia para el 2014, manejados por la Secretaría de Gobierno a través de los fondos de desarrollo local y el Fondo de Vigilancia y Seguridad (FVS), que tiene como único objetivo contribuir a la tranquilidad de los bogotanos, no se ven por ningún lado, y lo peor del caso es que es tal la inseguridad, que ni los miembros de la Policía se escapan de este flagelo, y la única solución que se le ocurre al alcalde Petro es colocar auxiliares de la Policía a cuidar los puentes, estaciones de TransMilenio, calles y avenidas, lugares donde por robar, son asesinados no solo los ciudadanos del común, sino también los efectivos de la misma Policía. 

Me pregunto si el burgomaestre es consciente de que por crear espejismos, lo único que hace es poner a jóvenes inexpertos en manejo de temas de seguridad como carne de cañón.

Es difícil entender como el problema del hurto callejero se le relega y no se ataca promoviendo campañas contra este flagelo, no solo invitando al ciudadano a no ser indiferente con la víctima de este hecho en el momento en que se esto ocurre, sino también brindándole mejores herramientas a las autoridades, entre estas a la Policía,  para que reaccione y capture al delincuente como es debido.
 
Tampoco se entiende como desde el Ministerio de Justicia no se trabaja por corregir el problema en que ha desembocado el tema de los mal llamados “delitos menores”, que hace que se capture el lunes a un malhechor por robar el bolso a una señora que transita por determinada vía, y al día siguiente es dejado en libertad, lo que hace que se le vuelva costumbre y así seguir en la misma tónica, porque sabe que si es retenido por las autoridades, en 24 horas puede salir.

Hoy por hoy el abandono de las campañas de cultura ciudadana y la no corrección de leyes para este tipo de delitos, han dejado como consecuencia para Bogotá, la fuerte ola de robos callejeros, y si a esto le sumamos  el que  la administración de la capital, no trabaja el tema  bajo una unidad de mando y de forma gerencial, y más bien  ha dejado que entidades como las alcaldías locales, Subsecretaría de Seguridad y Convivencia, Ceacs, Policía Metropolitana y el Fondo de Vigilancia de Seguridad y Convivencia, trabaje cada uno por su lado, tocándolo de manera transversal, sin mayor coordinación la una con la otra, podríamos llorar y caer en un pesimismo mayor por el  no futuro de la ciudad.

A este aparente divorcio entre las entidades del distrito que manejan el tema de seguridad, le podemos sumar la constante en la particular manera de gobernar de Gustavo Petro, de no atender las recomendaciones de los órganos de control.

Es así como hoy vemos que a la Policía Metropolitana se le exige resultados, sin haberla dotado como es debido, haciendo caso omiso a las recomendaciones de la Contraloría Distrital, quien por ejemplo el 31 de diciembre de 2013, le advirtió a la administración  de las continuas fallas en los videos y movimientos de las cámaras adquiridas por el FVS a través del contrato No 979 de 2012 y 587 de 2013, de las cuales un  promedio de 200 Cámaras  análogas  fueron adecuadas mediante conversión digital. 

Esta mal llamada conversión digital, según el informe del órgano de control,  de análogas a digitales,  no mejoró la calidad de la imagen, lo que en muchas ocasiones hace imposible que  el operador pueda visibilizar los hechos en un ciento por ciento y reportarlos a la unidad de patrulla como es debido. 

Al día de hoy este problema persiste, y quienes pagan los platos rotos son los bogotanos que se ven sometidos a las consecuencias de la ingobernabilidad que en materia de seguridad  se encuentra la ciudad por cuenta de la terquedad de la administración distrital. Y si esto ocurre con algo tan básico como lo es una cámara de seguridad, me imagino como será con temas más complejos, como lo son equipos de inteligencia, sistema de comunicación, etc.

Ojala que en el tiempo que le queda a la administración de Gustavo Petro en Bogotá, corrija los errores que en materia de seguridad existen en la ciudad, pero que por sobre todo entienda que si no se coordina a  las entidades distritales en conjunto con la Policía Metropolitana, los resultados de su alcaldía  en este tema serán cada día más nefastos de lo que han sido hasta el momento.

En Twitter: @sevillanojarami

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