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Polarización petrista

Gustavo Petro desafió y pasó por encima de decisiones de los alcaldes de Medellín y Cúcuta, generando cada vez mayor polarización en el ambiente electoral.

Miguel Ceballos Arévalo
2 de marzo de 2018

Cero y van dos ocasiones en las que el exalcalde de Bogotá y precandidato presidencial Gustavo Petro, contradice y desconoce las decisiones de las máximas autoridades locales de importantes ciudades de Colombia.

Hace una semana el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, aplicando la reglamentación vigente  para la realización de manifestaciones políticas en la ciudad, trató de impedir que Petro organizara una reunión política sin cumplir el pleno de requisitos necesarios para una concentración superior a 500 personas, que, de acuerdo con las normas locales expedidas desde 2016,  debería cumplir los requisitos de seguridad humana, matriz de riesgos (tarima y sonido), servicio de logística y plano de evacuación,  póliza de responsabilidad civil extracontractual,  pago a derechos de autor,  y documentación del grupo de aseo y servicios sanitarios para garantizar el buen desarrollo del evento. En resumen, no se tramitó adecuadamente y en los tiempos necesarios el uso del espacio público.

La respuesta de Petro, lejos de buscar un diálogo civilizado con el alcalde para llegar a un conceso digno de una Colombia Humana, consistió en enviar un trino amenazante: “Con o sin permiso nos vemos en Carabobo norte en Medellín. Medellín es democrática y pluralista.” Finalmente hizo exactamente lo que anunció, sin que nada ni nadie se lo impidiera. Saliéndose con la suya,  no solo llevó a cabo la manifestación, sino que el alcalde Gutiérrez terminó denunciado por una supuesta intervención en política. En este primer escenario Petro armó un gran alboroto creando un conveniente escenario de  “victimización”, en el cual terminó polarizando la opinión dividiéndola entre los buenos: sus seguidores, y  los malos: quienes no están de acuerdo con sus métodos anárquicos.

Siguiendo la misma estrategia, Petro repitió la receta, pero ahora en la ciudad de Cúcuta. El día de ayer, el líder de la Colombia Humana se enfrentó a César Rojas, alcalde de la capital del Norte Santander, quien aplicando una norma local le impidió la instalación de una tarima en el Parque Santander de esa ciudad, con base en un decreto expedido el 19 de febrero como respuesta a una amenaza de bomba que se presentó días previos al mismo, de acuerdo con el cual se prohíbe realizar eventos masivos en un área de no menos de 200 metros alrededor del Palacio Municipal y la Gobernación.

Petro, al igual que en  Medellín, reaccionó impulsivamente desconociendo la decisión del alcalde,  acusándolo de violar la Constitución e invitando a sus seguidores a hacerse presentes en el lugar no autorizado. Al momento de escribir esta columna los ánimos estaban caldeados en el Parque Santander, donde se presentaban alteraciones al orden público producto de enfrentamientos entre personas a favor y en contra de la manifestación, que incluso  llevaron a que el vehículo donde se movilizaba el candidato Petro fuera atacado con piedras, lo cual resulta  totalmente condenable.

En este complejo escenario el ministro del Interior, Guillermo Rivera, quien debe guardar absoluta neutralidad y no tomar partido por candidato alguno,  apareció en escena insistiendo en una circular que había hecho pública cuando se presentó el primer incidente en Medellín en la cual invita  a los alcaldes del país “a que permitan las distintas manifestaciones y demás actos de carácter político en los espacios públicos de sus respectivas jurisdicciones siempre que cumplan los requisitos legales y reglamentarios” entre los cuales, como lo reconoce el mismo ministro, se incluyen las normas locales. 

Ojalá el exalcalde Petro haga las paces con sus colegas, los actuales alcaldes,  y deje de polarizar. En ninguna otra de las múltiples manifestaciones que vienen  realizando los candidatos de todos los demás partidos y movimientos políticos, tanto de izquierda como de derecha,  se han presentado choques entre estos y los alcaldes del país, lo que lleva a pensar que el problema no está en la actitud de las autoridades locales ni en las decisiones que ellas toman, sino en lo que podríamos llamar “victimización  estratégica” de Petro y su campaña, mediante la cual crea hechos conflictivos horas antes de sus manifestaciones, para después terminar victimizado por la polarización que él mismo generó.  

*Exviceministro de Justicia. Decano de la Escuela de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Sergio Arboleda

 

 

 

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