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MOTIVOS DE UN AGRADECIMIENTO

Antonio Caballero
16 de diciembre de 1996

Le escribe el presidente Ernesto Samper a su ex embajador en la Comunidad Europea Carlos Arturo Marulanda dándole las gracias por "sus buenos oficios para que se entendieran en el seno de la Comunidad las verdaderas dimensiones de materias tan sensibles y a veces tan incomprendidas en el exterior como la defensa de los derechos humanos o la protección del medio ambiente en Colombia".Marulanda, como es de sobra sabido, es un gran terrateniente ganadero del Cesar, y lleva muchos años siendo señalado como promotor de pandillas paramilitares que asesinan campesinos en sus fincas. Parecen, pues, por lo menos traídos de los cabellos los dos temas del agradecimiento presidencial: porque no hay nada más destructor del medio ambiente que la cría extensiva de ganado, y no hay nada más alejado de la defensa de los derechos humanos que la incitación al asesinato (acusación de la cual el ex embajador sólo se ha defendido con el grotesco argumento de que mientras a los campesinos los mataban en sus fincas él estaba en Europa). La contradicción entre el tema del agradecimiento y la personalidad de quien lo recibe es tan evidente que sólo puede haber dos motivos para la carta del presidente Samper.El primero es la pura desfachatez provocadora, habitual en él. Samper dice cualquier cosa que se le venga a la cabeza convencido de que nadie se va a dar cuenta de si es verdad o es mentira, de si es absurda o es lógica: pena de muerte, canal interoceánico, balas en la barriga, salto social, defensa de la gente contra la oligarquía. Y no le falta razón: nadie se da cuenta. A nadie en toda la prensa le ha parecido raro ver a un ganadero paramilitar convertido en quien mejor puede explicar ecología y derechos humanos, y sin embargo la idea es tan estrambótica como la de que el propio Samper, por ser sospechoso de haber recibido beneficios de los narcos, es quien mejor representa a los colombianos ante el mundo. El razonamiento es igualmente perverso en ambos casos; pero si llama la atención en uno y en el otro no, es también por una razón también perversa: que lo de los narcos se ha convertido en una obsesión nacional, aunque se trata de un problema artificialmente creado por Estados Unidos; y en cambio lo de la destrucción del medio ambiente y lo del paramilitarismo asesino, aunque se trata de problemas reales, son considerados puro palabrerío. En realidad, a nadie le importan.Y eso coincide con el segundo motivo posible de la carta de Samper: su convicción monstruosa, pero sincera, de que los derechos humanos se defienden echando bala y el medio ambiente se cuida con ganadería extensiva, tal como lo hace, entre muchos otros, el ex embajador Marulanda en sus haciendas del Cesar. Esa convicción choca con la retórica del gobierno de Samper, pero es congruente en cambio con sus actos. Y concuerda, repito, con la opinión generalizada del establecimiento político, económico y militar colombiano sobre ambos temas. Si ellos son (como dice Samper) "tan incomprendidos en el exterior", es porque "en Colombia" (como él mismo subraya, reduciendo su alcance universal _la humanidad para el uno, el planeta para el otro_ a "sus verdaderas dimensiones", que son sólo locales), es porque "en Colombia" las cosas son distintas que en el resto del mundo. Aquí los depredadores ecológicos no son las vacas de los latifundistas, sino los campesinos sin tierra; y expulsar a éstos para abrir más pastos para aquéllas, como hace Marulanda, es defender el medio ambiente. Y proteger los derechos humanos, aquí, consiste en organizar grupos de pistoleros que defiendan las fincas, como hace Marulanda. Partiendo de estas premisas tiene razón Samper: Marulanda es el hombre más indicado para explicar "materias tan sensibles".El más indicado, pero no el más eficaz: no logró que fueran entendidas, y 10 veces, durante su larguísima misión diplomática, la Comunidad Europea condenó al gobierno colombiano por sus reiterados atropellos a los derechos humanos. El agradecimiento de Samper corresponde a un mérito falso, como es falso también el de haber "sentado las bases fructíferas de una nueva relación colombo-europea": porque Colombia sigue siendo conocida en Europa exclusivamente como un país corrompido por el dinero de los narcos y violador impenitente de los derechos humanos. De modo que, por falsos, el presidente Samper hubiera podido ahorrarse agradecimientos que sólo pueden dañar su imagen de 'campeón de los pobres' contra los oligarcas. Hubiera podido escribir una cartita meramente protocolaria, dando las gracias por otras cosas. No se me ocurre cuáles, pero algo habrá: haber llevado saludes de la señora Jacquin a la reina de los belgas, o algo así. Las cosas que suelen hacer los embajadores de Colombia. Samper, que lo fue en España, las conoce de primera mano.Paro si prefirió untarse toda la mano en sus agradecimientos desaforados al rico ganadero del Cesar es, quizás, porque lo impulsó otro motivo secreto. Por ejemplo, que el propio Marulanda le exigió su respaldo explícito en los temas por los cuales se halla bajo sospecha. Valdría la pena conocer los argumentos que tuvo para exigírselo a cambio de interrumpirle la más prolongada _seis años_ y una de las más inútiles misiones diplomáticas de que se tenga memoria en la historia reciente de Colombia.

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