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Martín Elías

En lugar de homenajear al muchacho, banalizaron su funeral por completo.

Alonso Sánchez Baute, Alonso Sánchez Baute
24 de abril de 2017

Los funerales de los músicos vallenatos se han convertido en una lucha campal por el protagonismo. Muchos cantantes y acordeoneros, no todos, es claro, se valen de la muerte de quien fue su amigo -¡o su enemigo!- para alimentar en público su narcisismo. Lo acabamos de ver de nuevo esta semana. Por cuenta de la muerte de Martín Elías Valledupar tuvo un festival vallenato adelantado, pues una cosa es el dolor por la muerte de un ídolo, que se entiende plenamente y se respeta, y otra la guachafita en la que degeneró su funeral. Durante los tres días que el joven fue velado fueron contados los músicos que no buscaran aprovechar ese momento solo para lucirse en tarima. Y nada hay más vulgar que intentar robar el dolor a los deudos.

Que el cadáver tuviera que ser velado durante tanto tiempo se debió al momento del hecho: a partir de los jueves santos las iglesias están destinadas a los oficios propios de la Semana Mayor. Y a esta fecha se debió también la romería: que el accidente sucediera en días de asueto permitió que una mayor cantidad de gente acompañara el ataúd. Está muy bien que los amigos lo hayan acompañado hasta su morada final, pero también es claro que al dolor se le sumó la novelería. Al pueblo se le fueron las manos y a los medios se le fueron las luces. Por culpa de la iliquidez noticiosa propia de esos días, la muerte de Martín Elías fue un bocado de cardenal para los directores de noticias que rellenaron la parrilla con una misma información. No hay derecho a tanto exceso mediático. En lugar de homenajear al muchacho, banalizaron su funeral por completo.

Para colmo, las redes sociales de muchos vallenatos se inundaron morbosamente con imágenes de la cabeza abierta del cantante. ¿Hay respeto cuando se publican estas fotos? ¿Hay amor por el ídolo muerto? ¿El dolor del público de un hombre público está por encima del respeto a su familia? ¿Les gustaría a todos estos fans que hicieron lo mismo con el cadáver de su madre, de su hijo, de su hermano? El pretexto es la muerte, pero al final importa solo lo de siempre: la parranda. ¿Qué tan válido o criticable es esto en un pueblo que vive, precisamente, de su música?

PD 1. Pasó inadvertida la noticia que un amigo calificó como “La más importante en la historia del Cesar después de su creación”: gracias a la gestión del senador José Alfredo Gnecco, el ministro Cárdenas informó que orientará $10.000 millones para que las actividades académicas en la Universidad Nacional de Colombia, sede La Paz, Cesar, arranquen este segundo semestre. La idea nació años atrás en una conversación casual entre el profesor Ciro Quiroz, Rodolfo Quintero Romero y José Alfonso Araújo y finalmente salió adelante esta semana. Enhorabuena para el departamento, justo cuando este año se cumplen cincuenta de su creación. La universidad contará con facultad de medicina y antropología social. ¿Investigará esta facultad sobre estos nuevos rituales en los funerales de los músicos vallenatos?

PD 2. A propósito, si va para el Festival lo recomendable es leer de antemano el nuevo libro de Ricardo Gutiérrez, Crónicas del mundo vallenato. Se lee de un tirón y está lleno de datos como para presumir que es asiduo a esta gran fiesta desde hace 50 años.

@sanchezbaute

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