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MUJERES 1997

Semana
19 de enero de 1998

Los hechos, más que la actitud consciente de los colombianos, han determinado que por primera vez en la historia de este país a las mujeres se las esté tomando seriamente en la política. Pero no al estilo bigotudo de las feministas a ultranza, que exigen cuotas femeninas en todo lo imaginable, con un tratamiento de minorías que degrada a la mujer en lugar de otorgarle ventajas. No. Las mujeres se están luciendo en la política colombiana, pero como toca: como personas, y no como mujeres. Utilizando la cabeza, la oratoria, la disciplina, la inteligencia, pero empacando todo eso en el marco de unos encantos femeninos que las hace seguir siendo mujeres, a Dios gracias.Todo lo contrario a lo que, de muy buena fe, desde luego, intentó hacer durante su gobierno Belisario Betancur, que fue el que estableció por primera vez en Colombia la cuota obligatoria femenina en el gabinete ministerial. Betancur decidió que todos los viceministerios deberían ser del sexo femenino, y así fue. De este experimento salió una buena cosecha de mujeres en la política, algunas actualmente retiradas, pero otras en plena actividad, como la actual candidata Noemí Sanín y la actual canciller, María Emma Mejía. Pero desde el esfuerzo feminista de Betancur, hasta nuestros días, ha habido un buen trecho, o como dice la famosa propaganda de cigarrillos Virginia Slims, "you've come a long way, baby", para hacer alusión a la época en la que las mujeres tenían que fumar entre el closet, porque se veía muy mal. Hoy por hoy, sin que existan esas antipáticas cuotas feministas, a las mujeres se les ve muy bien el lugar que se han ganado en la política colombiana, y a juzgar por los resultados que revelan las encuestas este año, lo están haciendo superbien, en muchos casos, y supermal en otros casos muy específicos.Entre las superbien del Congreso están indudablemente cuatro favoritas: Claudia Blum, Ingrid Betancur, Vivian Morales y Piedad Córdoba. Sin que se caractericen por estar de acuerdo en la mayoría de los temas, sí tienen el común denominador de proyectar imágenes limpias, transparentes y serias, y garantía de sello de calidad cuando otorgan su voto en cualquier materia en discusión, así no siempre voten en el mismo sentido. La Blum es como un huracán. Vital, despierta y entendida en todas las discusiones, hasta el punto de que fue ponente de casi todos los proyectos claves del año. Betancur pasó de ser una primípara en el Parlamento a liderar los debates morales más duros contra el gobierno, superando las malas asociaciones con individuos de dudosa reputación como Carlos Alonso Lucio, siempre presto a servirle al gobierno en el trámite de los proyectos más sucios. Vivian Morales, veterana en la lidia parlamentaria, mantuvo su imagen como gran conocedora del tema jurídico, por cuenta de la cual hasta se dio el lujo de votar contra la retroactividad de la extradición. Piedad Córdoba se caracterizó por su especialidad en los temas de orden público y fue quizás una de las más duras y serias opositoras de las Convivir. Al lado de las anteriores también figuran otras mujeres que lo han hecho bien aunque menos vistosamente, como Pum Pum, Alegría Fonseca, Dilia Estrada, Yolima Espinosa, Janet Suárez, María Isabel Cruz e Inés Gómez. Mujeres todas de raca mandaca. Pero a la cabeza del grupo de congresistas supermal también hay una mujer. La representante Marta Catalina Daniels, que le prestó al gobierno el gran servicio de asumir el descrédito de los proyectos de ley más controvertidos en los que este año tuvo interés el Presidente, como el de la ley de televisión, que pasará a la historia como la ley Marta Catalina. Con Lucio, la Daniels forma una asociación parlamentaria diabólica que le ha traído los mayores dividendos al gobierno. En el gabinete ministerial también se han lucido en primera línea las mujeres, y en particular una: María Emma Mejía. Demostró ser una trabajadora incansable tanto por dentro como por fuera del país, y estuvo presente, aunque no siempre con éxito, en los debates más trascendentales que se dieron en el Parlamento. Pero personalmente María Emma posee dos cualidades especiales: una descomunal ambición política que ha sabido manejar con discreción, y un temple para soportar las críticas que jamás la puso fuera de lugar, por fuertes que ellas hubieran sido. También pasa con excelentes notas, aunque menos vistosamente, la labor de la ministra de Salud, María Teresa Forero. Logró corregir sin mucha alharaca el desastre de Ministerio que hizo su antecesor, el médico del Presidente, que casi acaba con el sector por cuenta de la generosa gratitud de Samper.Entre las ministras también se destaca, pero por supermal, la de Justicia, Almabeatriz Rengifo. Es el típico caso de una mujer en política que en vez de falda debería ponerse pantalones para hacerse respetar de un gobierno que primero la manda a la guerra y que después la cataloga de inexperta y de equivocada. Es tan delicada la fama de fragilidad política e intelectual que tiene la Ministra, que ya ha hecho carrera la teoría de que lo único que tuvo que hacer el Presidente para lograr aprobar una extradición sin retroactividad, como querían los narcos, y una ley de alternatividad penal, como querían los narcos, era nombrar a una persona de sus escasos quilates como ministra...La última gran protagonista femenina de este año en la política colombiana es Noemí Sanín. Aunque no puntea actualmente en las encuestas no hay nadie que pueda decir que Noemí no está haciendo una campaña respetable, seria y coherente. Que triunfe o no en las elecciones, es una cosa. Pero otra es el hecho de que el paso de Noemí por la política no es improvisado, ni parece ser efímero. Indudablemente es la mujer colombiana que más lejos ha llegado en política, y conociéndola, existen sobradas razones para creer que esto no es lo más lejos a lo que va a llegar.

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