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La música como arma política

La música que inspiró grandes eventos políticos de la historia, en Colombia ha sido desplazada por series televisivas con las hazañas de los capos del narcotráfico. Así se espera que disminuyan los cultivos ilícitos, el tráfico de drogas y que se acabe la corrupción ¡Qué optimismo!

Juliana Londoño, Juliana Londoño
26 de agosto de 2017

La música está estrechamente unida a etapas fundamentales en la historia de los pueblos y ha tenido un efecto extraordinario en la política, en las guerras y conflictos.

En la tarde del 7 agosto de 1819, cuando apenas terminaba el fragor de la batalla y en el propio campo de Boyacá, el alférez José María Cancino con cinco músicos que reunió después del combate tocó una improvisada contradanza que denominó “La Vencedora”, en honor a las tropas victoriosas. Durante muchos años se consideró como nuestro himno nacional. Pocos saben ahora que existió.

Uno de los géneros que estuvieron en boga en España a finales del siglo XIX, fue el de las “habaneras”. Eran canciones, que entonaban los soldados del ejército español que regresaban maltrechos a su patria, después de haber logrado sobrevivir durante la guerra en Cuba, y en las que se recordaban vivencias y novias que habían quedado en La Habana. El gran vínculo político y cultural entre Cuba y España, se debe en parte a estas habaneras que se escuchan aún en Cuba y en los “tenderetes” o tertulias familiares en las islas Canarias.

Durante la segunda guerra mundial la canción alemana “Lili Marleen”, la favorita del mariscal Rommel, fue emblemática entre las unidades militares del Tercer Reich, incluyendo al “Afrika Corps”. Hacia el final de la guerra, con otra versión, igualmente se volvió popular en el ejército británico.

Casi que no se puede hablar de revolución mexicana, sin entonar a “Adelita”, “Carabina 30-30” y centenares de canciones más, que se oían en las fondas de veredas y pueblos colombianos, antes de ser desplazadas por los vallenatos.

El lema de “no pasarán”, adoptado por el ejército francés en la batalla de Verdún y posteriormente musicalizado durante la guerra civil española, se cantaba por las fuerzas republicanas contra el falangismo. Más tarde, cantada por Joan Báez, fue un símbolo de rebeldía contra la guerra de Vietnam y la discriminación racial en los tiempos de Martin Luther King.

La rumba criolla “La Loca Margarita” de Milcíades Garavito, se constituyó en los años treinta, como tema musical del partido liberal colombiano, cuando este existía, en los tiempos de Olaya Herrera, Alfonso López Pumarejo, Eduardo Santos y Jorge Eliecer Gaitán.

Durante la dilatada dictadura de Trujillo en la República Dominicana, “el Generalísimo”, fue el gran impulsor del merengue, que utilizó como medio fundamental de propaganda del régimen. Trujillo, que se consideraba gran bailarín y exigía que cuando llegaba a un acto público, de inmediato la banda o la orquesta interpretara los merengues “Que viva el Jefe” o “Seguiré a caballo”.

Tiempo después, durante la revolución sandinista contra Somoza, las canciones de Carlos Mejía Godoy emocionaban a las multitudes hasta las lágrimas con canciones como “Nicaragua Nicaragüita”, mientras que con lindas y pegajosas tonadas se enseñaba a los rebeldes a armar y desramar el fusil FAL.

En Colombia, el viejo himno a la bandera: “Salud adorada bandera que un día, batiendo tus pliegues allá en Boyacá…” que se enseñaba en las escuelas y colegios se olvidó. Ahora miles siguen con entusiasmo las series televisivas sobre las hazañas de los capos del narcotráfico… y así se espera que disminuyan los cultivos ilícitos y que se acabe la corrupción…que optimismo…

(*) Profesor de la facultad de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario.

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