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Nacer rebelde, morir en el olvido (Ramiro Adolfo Muñoz C.)

Cuántas oportunidades han perdido los guerrilleros, o cualquier clase de alzado en armas, de disfrutar las bondades de la vida en Colombia.

Semana
28 de marzo de 2006

Pasear con la novia de la mano explorando la belleza de un paisaje natural; encontrarse con su familia para departir un almuerzo en domingo; jugar un partido de fútbol con los amigos de siempre; ver los hijos crecer.

Estas actividades posiblemente nos las pueda realizar tranquilamente un guerrillero o rebelde. Su vida se consume con el paso de los años en las tinieblas de la zozobra, a la espera de un encuentro armado, y su mente envuelta en la maraña de una revolución utópica borra el sentido del disfrute de la vida.

El Estado cada vez brinda más oportunidades de participación, y le ha dado más valor a los derechos del hombre, de la mujer y del niño. Somos mucho más maduros en el Estado de Derecho y cada vez es menos posible, por no decir imposible, que ocurra un cambio abrupto de poder. Seguimos con imperfecciones en nuestra democracia pero hemos avanzado a comparación de hace 50 ó 30 años. Antes era un delito para los comunistas decir que eran comunistas; ahora hay espacios para todo tipo de concepciones políticas e incluso religiosas. Antes era delito opinar en contra del Estado; ahora el que no opina es porque no quiere.

Por estas razones, los rebeldes tienen unas causas ya poco creíbles y no aprovechan los espacios que brinda la democracia para participar por ejemplo en las lides políticas. Es posible que existan mentes brillantes en esa otra Colombia, que se consumen en las montañas, pero pierden oportunidades valiosas de expresarse cuando no aceptan sino la confrontación armada.

Entre las Fuerzas Militares y la Policía Nacional se gastan 12,7 billones del presupuesto de la Nación que se invierten, entre otros, en las botas de los soldados o en el proyectil de una ametralladora. Incluso las fuerzas militares se han convertido en la principal fuente de empleo para muchos colombianos. Si fuéramos un país pacífico la mayor parte de este dinero se podría invertir en el desarrollo productivo, en generación de empleo rural, en generar más espacios de convivencia. Sin embargo, si persisten los alzados en armas en hacer atentados este presupuesto para la guerra aumentará proporcionalmente.

Nacer rebelde, morir en el olvido; desaprovechar que vivimos en un país rico en valores humanos y en recursos naturales; pobre legado para las futuras generaciones de esos colombianos que desaprovechan su inteligencia.


Ramiro Adolfo Muñoz Calderón
salocin@multiphone.net.co

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