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NO HAY CASO: TOCA LEGALIZAR

Semana
7 de abril de 1997

En medio del mar de recriminaciones mutuas que se están cruzando Colombia y Estados Unidos, en el guayabo de la descertificación por nuestra lucha contra los narcos, queda claro que, de alguna manera, ambos tienen la razón y que en el fondo no la tiene ninguno.Tiene la razón Estados Unidos cuando dice que Colom-bia está muy lejos de poder mostrar un resultado claro en su lucha contra el narcotráfico. Se basan ellos en que las cifras demuestran que sigue saliendo de Colombia la misma cantidad de droga -o más- de la que salía antes de empezar la última andanada, en ejecución del más reciente ultimátum de nuestros amigos del norte. Tiene razón Colombia cuando dice que el problema es que Estados Unidos mantiene intacto su voraz mercado interno de cocaína, y que así no hay esfuerzo de nuestra parte que pueda culminar en la erradicación definitiva del mal. Mientras el número de gringos con ganas de consumir cocaína siga siendo el mismo que los habitantes de toda Colombia (algo así como 37 millones) cualquier esfuerzo será inútil. También tiene razón Estados Unidos cuando se defiende diciendo que nunca antes se había invertido tanto dinero ni tanto esfuerzo en campañas domésticas para reducir el consumo de cocaína en ese país. Y también tiene razón Colombia cuando señala que nunca se había hecho tanto por combatir a las bandas de narcotraficantes como en los últimos dos años, y ahí están las cifras para corroborar tal afirmación. Nunca se había hecho tanto contra la producción aquí ni contra el consumo allá. En los últimos 365 días Estados Unidos invirtió como nunca antes lo había hecho para achicar el mercado interno de cocaína, y el resultado de su campaña fue un aumento neto del consumo en un 10 por ciento, cifra mucho más que alarmante. En Colombia en el mismo lapso fueron erradicadas más de 22.000 hectáreas de coca y casi 8.000 de amapola; incautaron más de un millón de kilos de droga en sus distintas formas; fueron detenidas casi 3.000 personas; destruidos poco menos de 1.000 laboratorios para el procesamiento de la droga, y el Congreso aprobó leyes para la extinción de dominio y aumento de penas como nadie se imaginó que pudiera suceder. Pero las cifras indican que, a pesar de los esfuerzos, los cultivos aumentaron en 30 por ciento y cada día estamos más lejos de la meta global. Ambos están equivocados: ni el problema se resuelve presionando a Colombia de la forma injusta en que lo está haciendo Estados Unidos, ni se acaba el narcotráfico con el planteamiento ingenuo de Colombia de que los gringos deben prohibirle a sus ciudadanos que consuman cocaína. Ninguna de las dos medidas es posible. Lo grave ahora es que la ceguera multinacional frente al tema está equivocando el camino, para apuntar el dedo hacia la extradición como si esa fuera la solución del problema. La extradición es sólo la consecuencia lógica de la internacionalización de los delitos pero su prohibición o implantación no tiene nada que ver con el final del tráfico de cocaína.Con la prohibición del alcohol en Estados Unidos en los años 20 pasó en varios sentidos lo que nos sucede ahora. La medida duró casi 15 años y no sirvió para nada: en los bares vendían trago por debajo de cuerda casi sin excepción; alrededor de su producción y distribución se formaron unas mafias violentas que se taparon de plata con el negocio que se desprendía de la prohibición, y cuando todo el mundo pensaba que la legalización del consumo de licor sería la legitimación del negocio de Al Capone y sus muchachos, lo que pasó fue que se convirtió en una actividad como cualquier otra y las mafias abandonaron esa y se dedicaron a nuevas cosas prohibidas. La marihuana lleva más de 30 años de moda en Estados Unidos, y es legal (en ambos sentidos) en casi todos los estados de la unión americana. La cocaína y su tráfico son un problema para Colombia y el mundo desde hace dos décadas. Ya parece ser hora de agarrar el toro por los cuernos y hacer lo que la historia ha demostrado que es efectivo para acabar con ese foco de corrupción y violencia: legalizar. El problema es que la legalización sólo es posible si la adoptan los países consumidores.La discusión sobre la salud de la población en el tema de la cocaína ya ha sido adelantado con cifras en la mano por los analistas gringos. El hecho es que produce más daño y enajenación mental el trago, y sin embargo es de venta legítima en todos los estancos del mundo. Colombia es tal vez el único sitio en el planeta donde el licor se compra donde se compran todas las drogas lícitas, y en cuyos estantes algún día también estará la cocaína: la droguería.

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