Home

Opinión

Artículo

No son idiotas

El objetivo no es acabar con el terrorismo y la droga sino lo contrario: que se mantengan para que el mundo considere deseable el poder de Estados Unidos.

Antonio Caballero
1 de mayo de 2005

Acaba de revelar el departamento de Estado de los Estados Unidos que los ataques terroristas "importantes" ("significant") se triplicaron en el mundo en el año 2004 con respecto al 2003. ¿Cómo? Pero ¿acaso no había declarado el mundo entero, encabezado por los Estados Unidos, una "guerra frontal" contra el terrorismo? Sí. Pero también hay que tener en cuenta que esa guerra sólo empezó de verdad a partir de los atentados de septiembre del 2001 en Nueva York y en Washington. Es decir, lleva menos de cuatro años, en los cuales, si tomamos las cifras conocidas y juzgamos las del año 2005 por los titulares de periódico, los atentados terroristas deben haberse, qué sé yo: digamos que quintuplicado. Se han endurecido las leyes, se ha generalizado el uso de la tortura, se han destruido países enteros. Pero todavía falta. Es natural. El resultado de las "guerras frontales" es siempre el de aumentar el nivel de la guerra. Así, la del terrorismo lleva sólo cuatro años. Pero la "guerra frontal" contra la droga encabezada por el gobierno de los Estados Unidos lleva ya más de un cuarto de siglo. Y en ese lapso el volumen del consumo de drogas prohibidas, y su variedad, se ha, qué sé yo: ¿multiplicado por veinte? Se han endurecido las leyes, se han destruido países enteros, etc. Y en estos días, con motivo de la visita a Bogotá de la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, altos funcionarios de su departamento señalaban como "preocupante" ("disturbing") el hecho de que al cabo de cinco años de iniciado el 'Plan Colombia' contra el narcotráfico, Colombia siga exportando, como antes, el 90 por ciento de la cocaína que se consume en los Estados Unidos, y que su precio siga estable y su nivel de pureza haya mejorado. También exporta Colombia el 50 por ciento de la heroína que consumen ilegalmente los norteamericanos. ¿Y el otro 50 por ciento? Lo exporta Afganistán: ese país paupérrimo que los Estados Unidos machacaron para cambiar el régimen enemigo de los talibanes por el régimen amigo de la Alianza del Norte y el presidente Karzai. ¿Hay noticias de otras "guerras frontales"? Sí. De la que emprendió el gobierno de los Estados Unidos contra el llamado 'Eje del Mal', constituido por los países "pícaros" (rogue countries) que exportaban el terrorismo y fabricaban armas de destrucción masiva, atómicas o biológicas: Irak, Irán y Corea del Norte. Esa "guerra frontal" se inició con el bombardeo y la invasión de Irak, que no tenía tales armas ni exportaba el terrorismo, y en cambio es hoy el principal escenario de atentados terroristas (que pasaron de 22 en el año 2003 a 198 en el 2004). Otro resultado del ataque a Irak ha sido que Corea del Norte se ha puesto a fabricar bombas atómicas a marchas forzadas (al parecer tiene ya seis, y cohetes para enviarlas hasta a 10.000 ó 12.000 kilómetros de distancia: hasta la costa oeste de los Estados Unidos); y que su régimen, sometido como está a un bloqueo económico por parte de los Estados Unidos, puede caer en la tentación de vender material nuclear a otros países, o a organizaciones... sí, terroristas. Irán, por su parte, ha acelerado su propio programa de armamento nuclear, con asesoría de científicos de Pakistán, cuyo dictador es el principal aliado de los Estados Unidos en su guerra de Afganistán. ¿Se podría pensar entonces que los Estados Unidos están perdiendo todas sus "guerras frontales"? Si el terrorismo aumenta, si crece el consumo de drogas, si se desboca la proliferación del armamento nuclear, ¿no será que están equivocados los que dirigen su política? ¿No será que son idiotas? No. Porque, pese a las apariencias, no están perdiendo sus guerras, sino que las van ganando. Porque el objetivo que tienen esas guerras no es el oficialmente declarado: el de acabar con el terrorismo, o con la droga, o con la proliferación nuclear. Sino exactamente lo contrario: el objetivo consiste en que esas tres amenazas se mantengan y se fortalezcan para que así la mayor parte de los gobiernos del mundo se sientan lo bastante inseguros como para considerar tolerable, o incluso deseable, el poder de los Estados Unidos. Y para que así la mayor parte (o al menos la mitad más uno) de los ciudadanos norteamericanos se sientan lo bastante inseguros como para desear que los gobiernen los 'neoconservadores' del equipo de George Bush. La inseguridad colectiva y el miedo son el mejor caldo de cultivo para la extrema derecha. Y si no, que se lo pregunten a nuestro presidente Álvaro Uribe. n

Noticias Destacadas