Home

Opinión

Artículo

OSSA Y LA GUILLOTINA

Carlos Ossa tiene, en materia de encuestas, rabo de paja...

Semana
21 de marzo de 1988

Miércoles por la mañana: El Presidente Barco conmina a Samper y a Durán, al término de una reunión con la DNL sobre el tema del plebiscito, para que busquen urgentemente una fórmula de unión en Bogotá.

Miércoles por la tarde: Barco invita a Ossa a Palacio para pedirle, en nombre de la amistad, y en pos de la unión liberal, que entregue la cabeza. Ossa dice que no.

Jueves: Barco le envía a Galán el avión presidencial a una población del Viejo Caldas para hablar con él sobre el plebiscito y sobre la unión liberal en Bogota.

Viernes: Barco cita a Samper a Palacio para pedirle un último esfuerzo por la unión del Partido.

Sábado: Barco se reúne con Galán, Samper y Durán para discutir nuevamente una fórmula de unión.

El itinerario anterior indica que lo único que desveló al presidente Barco la semana pasada no fue la búsqueda de una fórmula para la reforma constitucional. El Presidente se estuvo moviendo, y rápido, en busca de la unión liberal en Bogotá. Y al parecer, la fórmula que escogió fue la del sacrificio de Carlos Ossa, y no el de Juan Martín Caicedo. ¿Por qué?

Una razón convincente sería la de que Carlos Ossa tiene, en materia de encuestas, rabo de paja. Había propuesto hace unos meses a Caicedo que quien estuviera más atrás en los sondeos de opinión de febrero debía retirarse y despejarle el camino a su contendor. Y la verdad, monda y lironda, fue que las encuestas de febrero se cerraron con una ligera ventaja de Caicedo sobre Ossa.

Sin embargo, las razones que pudo haber tenido Barco para sacrificar el candidato de la coalición Sagasa podrían resultar más sofisticadas. Residirían en el escaso ascendiente que el Presidente de la República tiene sobre el "combo" de Juan Martín Caicedo, comenzando por Carlos Lleras.

El ex presidente liberal ha resuelto ejercer su actividad política en una especie de "mundo propio", que inauguró cuando quemó sus naves al tomar la decisión de inscribir y apoyar la candidatura de Juan Martín Caicedo. Lleras se está jugando sus restos políticos en Bogotá, y por consiguiente su decisión es irreversible. Pero además en varios temas, el más reciente de ellos el del plebiscito, el ex presidente ha demostrado que le tienen sin cuidado las directrices del presidente Barco.

En cuanto a la influencia sobre el senador Durán Dussán, las posibilidades son remotas. Presidente y senador han visto crecer su distancia a raíz de episodios como la "enmochilada" de la designatura de Durán, y la salida de los gobernadores de Cundinamarca y Meta, de extracción turbayista. Pero Durán Dussán se encargó de dejar bien marcado este distanciamiento al ser el único miembro de la Dirección Liberal que se opuso desde el comienzo al plebiscito propuesto por Barco.

Con Forero Fetecua y Guerrero Estrada, el presidente Barco podría negociar, si hubiera algo que pudiera quitarles o darles. Pero la supervivencia política de estos dos personajes depende más de sus ocupaciones habituales, las urbanizaciones piratas, que de las cuotas burocráticas que el gobierno se ha cuidado de darles. Y en cuanto a su eventual interés por la unión liberal en Bogotá, ninguno de los dos está interesado en quedar alineado con Samper y Galán en manos de quienes los urbanizadores piratas se verían sin duda alguna liquidados.

El "combo" de Ossa es distinto. Sagasa está en el gobierno, y por consiguiente, el gobierno tiene algo que mejorarle a cambio de un sacrificio político: su cuota burocrática.

Si bien esto no es tan claro en el caso de Galán, el jefe del Nuevo Liberalismo está en una tónica muy conciliadora con el gobierno, sobre la base de que para tratar de salvar al país hay que comenzar por salvar a Barco, para lo cual, de paso, no sobra salvar el Partido Liberal.

En cuanto al propio Carlos Ossa, es lo más parecido, si existe la especie, al "delfin" de Virgilio Barco. Ossa es un ex funcionario del gobierno sobre el cual el Presidente tiene relación paternal y ascendiente político. Algo así como Galán para Lleras o Samper para López, en las mejores épocas.

Pero hay algo realmente irónico en todo este enredo de la división liberal en Bogotá. Concediendo que los esfuerzos del Presidente iban en la dirección correcta, y que de pronto hubiera podido lograr que Sagasa entregara sus armas, este nuevo intento de unión liberal se ha tropezado, como muchos otros anteriores, con la intransigencia de Durán Dussán. Lo grave no es que la arrogancia que ha exhibido en todo este proceso le haya impedido ceder a favor de sus contendores. Lo grave es que también ha impedido que sus contendores cedan a favor de él.

Primero rompió los acuerdos del Colegio Electoral, al anticipar que sería derrotado por las mayorías de Samper y Galán.

Después se empecinó en el nombre de Juan Martín Caicedo, dejándole a Samper y Galán la única posibilidad de adherir a su nombre, a cambio de los 5 nombres opcionales que le ofrecieron sus contendores.

Después se "hizo el loco" ante el ofrecimiento de Ossa de que él y Juan Martín sometieran sus respectivas candidaturas a las encuestas de febrero. Pero en cambio ahora, cuando su candidato le ha sacado a Ossa alguna ventaja en las encuestas, está cobrando un compromiso que él nunca asumió.

Durán, incluso, se ha negado a la última fórmula posible de unión propuesta por Samper y Galán: contratar un encuestador imparcial y someterse a su veredicto. Estos últimos creen que el paso del tiempo favorece a su candidato, y que Ossa podría salir mejor librado en una nueva encuesta. Durán prefiere ir a la fija, exigiendo que la decisión se base en un promedio de las encuestas ya publicadas.

En todo caso, estas rivalidades permiten traer a cuento un episodio ocurrido a comienzos de esta campaña. El entonces precandidato Enrique Peñalosa contrató una completísima encuesta sobre las posibilidades de triunfo del Partido Liberal, y la hizo analizar por unos especialistas gringos. La conclusión fue la de que era matemáticamente imposible que perdiera el liberalismo en Bogotá. Estamos a punto de presenciar el proceso que hará políticamente posible lo que era matemáticamente imposible.

SEMANA, FEBRERO 23,1988

Noticias Destacadas