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PAPA NOEL

Semana
3 de enero de 2000

Increíble. Pero si el próximo 15 de diciembre los venezolanos aprueban el texto de la nueva
Constitución, Papa Noel adquirirá automáticamente la nacionalidad venezolana. Por lo menos así lo sugieren
muchos de sus 368 artículos, que para la mayoría de los venezolanos, o por lo menos para los más pobres,
auguran una Navidad llena de regalos. Una verdadera noche de paz, noche de amor.Pero desde ya los
economistas más serios, que siempre vienen a ser los 'aguafiestas' del paseo, advierten que lo que se
está cocinando con la nueva Constitución venezolana es una goleada olímpica contra la economía de
nuestro país vecino.Aunque como puntos de vista positivos sobre la nueva Constitución habría que defender
el interés de consagrar todo un catálogo de derechos humanos con la posibilidad de hacerlos valer ante
tribunales internacionales, de ella surge un inevitable tufillo de dictador constitucional que ya comienza a
distinguir nacional e internacionalmente al presidente Hugo Chávez. No es sino examinar los poderes de
emergencia que le atribuirá la nueva Constitución. Con ellos Chávez podrá hacer y deshacer. Desde
desconocer el derecho a la propiedad o el contenido de tratados internacionales suscritos por Venezuela,
hasta catalogar a cualquier sector industrial de 'estratégico', para después probablemente nacionalizarlo.
Rodeado de militares leales (los mismos que lo acompañaron en sus intentos de tomarse el gobierno por la
fuerza), distribuidos en todas las ramas del Estado y manejando programas cruciales del gobierno _desde la
administración de impuestos, el sector petrolero, los aeropuertos, y hasta ejerciendo funciones penales sobre
civiles_, es claro que se trata de una Constitución estatista que le entrega al mandatario venezolano un poder
sin límites. Desde ya es sabido que planea anular la independencia del banco central, para que sean las
populistas políticas del gobierno y no las verdaderas necesidades económicas las que moldeen la política
monetaria.Pero lo más grave de todo es el Papá Noel que trae implícita la nueva Constitución. Plagada
de frases incoherentes que impedirán interpretar claramente la Carta y que podrían ocasionar millones de
disputas judiciales, especialmente en 70 nuevos artículos que desde el punto de vista idiomático 'no dan pie
con bola', no hay duda de que la Constitución será aprobada el próximo 15 de diciembre. Para la
población venezolana que bordea los límites de la extrema pobreza, la Constitución de Chávez les promete
la Navidad que nunca han tenido, resolviendo sus problemas más graves a punta de prometedores
renglones constitucionales.La semana pasada Michael Rowan, columnista de The Wall Street Journal,
llamaba la atención especialmente sobre el artículo 86 de la nueva Constitución venezolana. No resisto
la tentación de reproducirlo porque su contenido habla por sí solo:Artículo 86. Toda persona tiene derecho a
la seguridad social como servicio público de carácter no lucrativo, que garantice la salud y asegure protección
en contingencias de maternidad, paternidad, enfermedad, invalidez, enfermedades catastróficas,
discapacidad, necesidades especiales, riesgos laborales, pérdida del empleo, vejez, viudedad, orfandad,
vivienda, cargas derivadas de la vida familiar y cualquier otra circunstancia de previsión social.Es evidente
que ante artículos como el anterior, la ilusión de los venezolanos más pobres es una bomba de tiempo. De
un solo borrón acaba con los planes pensionales que actualmente en el mundo entero están funcionando
con base en la empresa privada. Pero además, por primera vez durante las cinco más grandes bonanzas
petroleras de este siglo, la economía venezolana está 'en la olla', algo bien irónico en momentos en que el
precio del petróleo se ha casi que duplicado. Suponer que en un país que atraviesa tales circunstancias y que
carece prácticamente de esquemas de seguridad social o salud pública se van a poder atender por parte del
Estado hasta "los problemas de viudedad" ... (¿sentimentales, o económicos?) es una absoluta falta de
seriedad. A lo anterior se suma que los salarios se indexarán y habrá una reducción del 20 por ciento en las
horas semanales laborables, a pesar de que Venezuela viene registrando bajas anuales de productividad
desde 1976, el año en el que el petróleo fue nacionalizado.Para terminar, la Asamblea Constituyente de
Chávez no culminará sus labores cuando le ponga el punto final a la Constitución. En calidad de órgano
del Estado, el presidente le ha entregado otros poderes como el de suspender o nombrar jueces, o el de
reglamentar el presupuesto del año 2000, así como el de manejar otros programas bandera del gobierno.
Todos los que creen que Chávez no es más que un chambón, tienen en la nueva Constitución venezolana la
prueba de que es más que eso. Sus 12 años de gobierno podrían conducir a Venezuela a la catástrofe
económica, y quién sabe si a una guerra civil. Porque eso sí: el presidente Chávez ha advertido que si no se
le aprueba su nueva Constitución, esa sería la consecuencia más probable. No se me ocurre una mejor idea
para una total integración colombo-venezolana que la de mandarles en calidad de residente al magistrado de
la Corte Constitucional, José Gregorio Hernández, que podría contribuir con un par de artículos en la nueva
Constitución venezolana. Porque si hay algo más parecido a la 'dictadura constitucional' de Hugo Chávez, es la
'jurisprudencia subversiva' de la actual Corte Constitucional colombiana.