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Para el Alto Comisionado para la Paz

Aclaro, para empezar, que no me estoy refiriendo al doctor Restrepo 'a título personal', como es ahora habitual entre los funcionarios del actual gobierno

Antonio Caballero
20 de febrero de 2005

Le envía una carta a esta revista el doctor Luis Carlos Restrepo, alto comisionado para la Paz, para protestar por la publicación de una columna bajo mi firma en la que, según dice, me refiero a él en forma "calumniosa y ofensiva". Le parece que en ella hago "uso desmedido de (mi) libertad de expresión" cuando lo acuso de "favorecer la impunidad" y de estar "sometido a los intereses

de una organización armada ilegal". Y pide una rectificación o, de lo contrario, una denuncia en regla "ante la opinión y las autoridades competentes".

Releo la columna en cuestión ('Una larga impunidad', del pasado 31 de enero). Y veo que digo en ella que el doctor Restrepo "quiere consolidar en términos jurídicos y políticos" la larga impunidad de los paramilitares. Y añado que "no entiendo por qué le dicen 'alto' si se la pasa de rodillas".

Aclaro, para empezar, que no me estoy refiriendo al doctor Restrepo 'a título personal', como es ahora habitual entre los funcionarios del actual gobierno (él mismo, para empezar), sino que me refiero a él en su calidad de alto funcionario. La expresión "de rodillas" aunque tan metafórica como el calificativo de "alto" que recibe su cargo, describe con exactitud cuál ha sido su postura ante los paramilitares. Perdonarles todos sus crímenes: masacres de campesinos, usurpación de tierras, y hasta el delito de leso imperio que es el narcotráfico. Y no exigirles nada a cambio: ni siquiera la entrega de un arma por cada combatiente que en teoría "deja las armas". Así, la prensa dio cuenta de que en la desmovilización de uno de los frentes 'paras', 925 hombres le dieron al Alto Comisionado 300 fusiles. Es decir, se quedaron por lo menos con 625 más (sin contar motosierras ni otros instrumentos).

Puede ser que al Alto Comisionado le parezca "ofensivo" que estas cosas se digan de él; pero no puede parecerle "calumnioso", puesto que se trata de una descripción fidedigna de sus actos. Lo que él ha hecho, y lo que sigue haciendo (no como cosa suya, 'a título personal', ya lo sé, sino como política oficial del gobierno del presidente Álvaro Uribe), es favorecer la impunidad de los paramilitares y someterse a los intereses de una organización armada ilegal. Que se lo pregunten si no a sus jefes, Mancuso y Báez y don Berna, y hasta a los asesinados (impunemente) Castaño o Arroyave.

Pide el doctor Restrepo que, en caso de que lo dicho en mi columna no sea "solo un improperio más del señor Caballero", se hagan "las denuncias correspondientes ante la opinión y las autoridades competentes".

Doctor Restrepo: en este caso la autoridad competente es usted mismo, y ante usted, y ante la opinión se hizo la denuncia. Pues mis columnas de SEMANA -la de hace tres semanas, ésta de hoy- no son "improperios" -o sea, según la definición del diccionario, "injurias" o "dichos contra razón y justicia", sino dichos (o escritos) a favor de la razón y la justicia.

Y una cosa más, doctor Restrepo. Yo no hago, como usted dice, "uso desmedido de mi libertad de expresión" al criticar su política de sometimiento ante los paramilitares, y de no sometimiento de los paramilitares ante la justicia. Hago simplemente uso de mi libertad de expresión: nunca puede ser "desmedido" el uso de la libertad, como sí puede serlo el de la autoridad o el del amedrentamiento. Lo que yo he hecho aquí es sólo escrutar públicamente, tal como usted lo pide, sus actuaciones como funcionario. No atento contra su honra ni contra su integridad, y mucho menos aún amenazo su vida, como insinúa usted en su carta. Pues sé tan bien como usted, aunque tal vez por los motivos contrarios, que los dos vivimos "en un país donde se mata por prejuicios". Así que no se me acuse a mí, señor Alto Comisionado, de "dejarme llevar por los prejuicios".

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