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No hay cama pa' tanta gente

Liderazgos liberales y diversos deben construir una coalición de largo plazo para avanzar en democracia.

Álvaro Jiménez M, Álvaro Jiménez M
10 de julio de 2017

Hay que hacer una coalición ya.

¿Será la de quienes impulsando el Sí enfrentamos a quienes con las banderas del NO ganaron en Octubre de 2016?

No creo. Eso ya pasó.

Habrá novedades que modifican el escenario electoral: de un lado por cuenta de las definiciones de Germán Vargas Lleras sobre la paz de ahora y la que debe venir con el ELN. De otro lado, por el impacto que tendrá la llegada de los integrantes de las FARC, sus bases y liderazgos a la política electoral.

Sobre el primero, aunque Vargas Lleras no actuó ni fue impulsor de la coalición del Sí, es indiscutible que muchos de quienes integraron la misma, empezando por el Presidente Santos, lo ven como el más capaz electoral y clientelistamente hablando y también como el mal menor frente a la consolidación de la nueva coalición “UP”: Uribe-Pastrana.

Sobre lo segundo, las FARC necesitan sacar votos para ganar legitimidad frente a un país que ve con desagrado la asignación de 10 curules, producto del acuerdo de paz.

No hay que extrañarse: los miembros de las FARC
- ahora como partido - van por 450 mil votos para ganar su personería jurídica y representación adicional en el Congreso. Buscarán su legitimidad a voto limpio, como corresponde en democracia.

¿Quiénes serán los damnificados por estas novedades?
La candidatura de Humberto de la Calle, el partido Liberal, el Polo, Clara López, Sergio Fajardo y el partido Verde.

Serán damnificados a pesar de que estos liderazgos sean variopintos, justos y positivos en mucho, porque no han hecho un esfuerzo real por construir un “Acuerdo Político por la Democracia”.

Del lado de los sectores alternativos se argumenta que juntarse con el partido Liberal no es útil para quien enarbola la bandera anticorrupción como es el caso de Claudia López, Sergio Fajardo y Antonio Navarro.

A Humberto De La Calle, además de su indiscutible compromiso con el país y heroísmo mostrado en el proceso de paz, se le exige demostrar independencia frente al partido Liberal y en particular frente al Gavirismo. Sin esa maquinaria del clientelismo Liberal le será difícil hacer una candidatura que lo lleve a segunda vuelta.

Candidaturas como la de Piedad Córdoba en solitario, o la probablemente improbable de Gustavo Petro, tienen como argumento central no transar con sectores vinculados al poder histórico y que han impedido desarrollar la democracia.
Estas candidaturas al igual que la de Jorge Robledo no facilitan acuerdos más allá de si mismas.

La disputa presidencial del 2018, será el choque de dos visiones: por un lado una, donde el respeto y la cooperación entre sectores diversos política, ideológica, social, sexual y económicamente fundamentan las decisiones de Estado y de gobierno.

Por el otro, una donde la fe religiosa, la visión iluminada de un líder y el revanchismo como bandera pretenden instalarse por largo rato en el país.

Liderazgos liberales y diversos deben construir una coalición de largo plazo para avanzar en democracia. Del voto de cada uno y nuestra capacidad para promover la participación política depende que seamos hacia adelante un estado democrático o uno confesional y retrógrado.

Posdata: Es conocida la frase de que “la historia ocurre dos veces, la primera como tragedia y la segunda como farsa”. En la Colombia de hoy, sarcasmo de la historia, la “UP” es la coalición entre Uribe y Pastrana.
¿Qué sentirán Alejandro Ordoñez y Fernando Londoño?

@alvarojimenezmi
ajimillan@gmail.com

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