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Partido político de las Farc: continuación conflicto social

Triunfo del acuerdo. Paz negociada y continuidad del conflicto social. Derrota del plebiscito debilidad del Gobierno. Planes de Desarrollo 129,5 billones. Proceso constituyente continuo. Confrontación con políticas neoliberales. Farc como víctimas. No proponen modelos políticos ni económicos. Fraccionamiento territorial.

Juan Manuel Charry Urueña, Juan Manuel Charry Urueña
5 de septiembre de 2017

¿Qué proponen las nuevas FARC y cuál es su visión de país? De acuerdo con el Informe Central, escrito por el Estado Mayor, se tiene: La suscripción del acuerdo de paz es un triunfo, pues les impusieron la guerra. La paz alcanzada es negociada, es la paz de la continuación del conflicto social, pues persisten las causas del alzamiento armado. La implementación del acuerdo y la reincorporación de los guerrilleros a la vida civil se deben concebir como campos en disputa, a los que se traslada el conflicto social y de clase, inherente al orden social capitalista. La derrota en el plebiscito debilitó el acuerdo, generó escenarios adversos y debilitó al Gobierno, haciendo que cediera ante las presiones.

Sin embargo, se obtendrá un marco normativo suficiente para la reforma rural integral, el fortalecimiento de territorios excluidos y los derechos de las víctimas. Además disponen de los planes de desarrollo de los próximos dos gobiernos, que hasta ahora cuentan con la “pírrica” suma de 129.5 billones de pesos para la implementación, que ejecutara una burocracia ineficiente y corrupta.

Serán un partido territorial, con economía alternativa, sin perjuicio de las luchas y procesos de la población urbana, hacia la superación del injusto orden social. El proyecto político es por la transformación del Estado hacia una institucionalidad construida socialmente, a través de un proceso constituyente continuo de creación social, más allá de una Asamblea Constituyente. No pretenden seguir una forma predeterminada de modelo político o económico. Más bien, un gobierno de transición junto con una gran convergencia nacional, aunque eso sí una franca confrontación con las políticas neoliberales. Lo anterior en armonía con los gobiernos progresistas de la región de los últimos lustros y con la idea de Simón Bolívar de unidad en lugar de división.

Así las cosas, las FARC se visualizan como víctima del establecimiento, avocadas a la guerra, sin más alternativas que el diálogo político, muchas veces intentado. Lo cierto es que con el Acuerdo Final no se pactó una paz estable y duradera, se silenciaron los fusiles, pero se mantiene el conflicto social y de clase, así como las causas del conflicto armado. Se trata de la vieja visión de lucha de clases. Predican una democracia real, pero desconocieron los resultados de plebiscito, con tal de sacar un acuerdo debilitado. Pretenden una revolución social a cargo del Estado y de los contribuyentes, donde 129 billones resultan insignificantes. Así mismo, pretenden garantizar los derechos de las víctimas con unos inventarios que no suma más de 1,7 billones, mientras lo demás será a cargo del Estado.

No proponen modelos políticos ni económicos, solo oposición a las propuestas neoliberales. Se trata de propuestas difusas consistentes en procesos dinámicos y alternativos, con finalidades utópicas de buen vivir para todos.

No, no puede aceptarse que quienes equivocadamente tomaron las armas en rebelión e insurgencia, se conciban como victimas,  pretendan que la sociedad repare los daños causados y financie sus imprecisas propuestas. No, no puede aceptarse que mientras millones y millones de colombianos nos sometimos a la Constitución y las leyes durante décadas, paguemos los platos rotos de una minoría extremista y revolucionaria. No, no puede aceptarse una constituyente permanente y omnímoda, que como en Venezuela, desconozca los derechos de los opositores. Tampoco puede aceptarse un gobierno de transición hacia una revolución social indefinida, ni el fraccionamiento territorial bajo la formula de territorios excluidos. Que paradojas trae la historia, guerrilleros señalando la corrupción e ineficiencia estatal, como si los delitos políticos y de lesa humanidad en pos de una utopía no fueran depravaciones.

Es cierto, la democracia tiene muchos problemas y defectos, pero hasta la fecha no hay sistema que la supere.

Bienvenido el nuevo partido, pero sus propuestas implican volver al pasado y seguir modelos pugnaces fallidos como los de Cuba y Venezuela, que muy poca relación tienen con los ideales de Bolívar.