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Y me pasé a SEMANA

Si algo puedo aportar es el haber sido entrenado para la triple distinción entre razón y pasión, entre síntomas y causas, entre ser y deber ser

Semana
31 de julio de 2000

Una columna es un espacio público. Usarla para intrigas personales es un robo, y para hacerse bombo, una imbecilidad. Pero el recién llegado debe presentarse, y hay además amigos que preguntan por qué “me pasé” a SEMANA.

Me pasé porque en este espacio es más probable (o menos improbable) pescar uno que otro lector joven.Con la ñapa de que SEMANA dura toda la semana, de que circula en las peluquerías, y de que así no debo competir con el sentido del humor de Abdón, con la profundidad de Poncho ni la objetividad de D’Artagnan.

Vengo —y esto cuenta más— a ser parte de un equipo y de un proyecto. Un equipo que contagia su entusiasmo (la virtud esencial, según Jaspers el triste). Y un proyecto que viene a ser igual al mío: decir las cosas como son, ayudar a ver el bosque tras los árboles, defender el interés público a rajatabla.

Anatole France decía que el bien público es la suma de los males particulares. Y esto implica pisar callos a diestra y siniestra, proponer razones que depistan o irritan al lector, sobre todo porque está demostrado que cada quien tiende a negar lo que no le conviene y a ignorar lo que choca con su visión del mundo.

Si algo puedo aportar a esta revista —y si de algo pudiera presumir— es el haber sido entrenado cuidadosamente para la triple distinción entre razón y pasión, entre síntomas y causas, entre ser y deber ser. Dicen mis paisanos que me adornan más grados que un termómetro, más cartones que un tugurio y más libros que un juzgado. Detrás de lo cual capto nítidamente el mensaje de que mis opiniones son de lo más mamón y mis columnas, de lo más ladrilludo. Pero, en fin, menos peor está eso que escribir pendejadas, opinar en causa propia o ventilar amarguras.

Antes de entrar a mi primer ‘consejo editorial’ (hoy apenas es jueves) dejo constancia de las opiniones mamonas y ladrilludas que van a aguantar mis pobres colegas. Esta semana, como todas las semanas, está y estará llena de noticias gordas:

—Fórmulas de cese al fuego. Habrá un cañazo de cada lado. Pero ayudarán a precisar las condiciones reales para hacer la paz. El cesse le feu no puede funcionar porque no hay quién vigile.

—Audiencia internacional sobre la droga. Dejará bien en claro que el problema no se resuelve a las malas. Pero eso no cambiará la posición de los gringos ni el Plan Colombia.

—Despeje para el ELN. Si los señores de la ‘sociedad civil’ no bobean más, García se convencerá de que Pastrana no puede ofrecerle una zona tranquila en ninguna parte.

—Fallo sobre la UVR. José Gregorio entiende todas las leyes, menos la ley de oferta y demanda. Por eso va a insistir en que los ahorros de las viudas en Upac sirvan para subsidiar las cuotas de los colgados del Upac.

—Escándalos de campaña. El gobierno seguirá escarbando las cuentas de Serpa y Serpa en las de Pastrana. El dato se ‘filtrará’ a Cambio. Pero el escándalo real consiste en que alguien todavía crea o pretenda creer que quien aporta a una campaña no es pa’ cobrar después.

—Reactivación económica. En la jerga del profesor Samuelson, ese mecanismo se llama acelerador-multiplicador: el juego de inventarios ha hecho que rebote la actividad productiva. Algo va por cuenta de las exportaciones (gracias devaluación) y por el precio del crudo. Pero no hay para tanto tilín-tilín.

—Acuerdo nacional y gabinete. No puede haber ‘acuerdo nacional’ porque no están los que son y porque Pastrana cada semana cambia las grandes prioridades del país. Y el gabinete, por prestante que suene, sufrirá de lo mismo.

—Internacional. El PRI puede perder porque hay un órgano electoral independiente, porque el Nafta lo exige, porque México se unció a USA igual que España se unció a Europa... Mejora la relación cubanoamericana, porque los granjeros y los hoteleros necesitan más mercados... Y Colombia (¡ojalá!) repitió sobre Argentina...

Claro que para carátula, yo propondré la doble hélice o el mapa de la vida. Tal vez me transe por el ASICS White que acaba de anunciar IBM y que procesa en un segundo la información que un cerebro humano —por sobrado y ladrilludo que sea su dueño— demora en procesar 10 millones de años.

De suerte que una de dos. O la carátula y la línea de SEMANA en algo riman con esta columna, y entonces habré logrado ayudar al equipo. O no se parecen en nada, y entonces habrá quedado en claro que esta casa practica la libertad de opinión.

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