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Se mean con el poder

Detrás de la supuesta reunión de los expresidentes Pastrana y Uribe no hay un motivo distinto al de expresar su temor por el futuro de un país en paz que buscará cambiar las costumbres políticas y los privilegios que garantizaron la permanencia de estos en el poder.

Javier Gómez, Javier Gómez
18 de abril de 2017

La frivolidad del expresidente Pastrana, no tiene límites: la liviandad con que condujo su proceso de paz lo llevó al fracaso, y ahora sorprende con otra veleidad: dice que se reunió con Trump con quien habló “sobre problemas y perspectivas de Colombia y la región”; al parecer, el tal encuentro fue casual y no fue más allá de un saludo en un club que frecuentan los multimillonarios de La Florida. Uribe fue más cauto y lo describió como un encuentro social, pero igual chorrió la baba.

En cualquier caso, la escena revela el grado de abyección de nuestras élites políticas con el imperio. Se mean con el poder de Washington. Puede sonar a una trivialidad lo que voy a decir, pero que indigno que estos expresidentes jueguen con el derecho de los colombianos a decidir su propio destino soberanamente, y acudan -¿por mandato de quién?- al país más poderoso del mundo para que desde La Casa Blanca se definan nuestros designios como nación.

No hay duda, a eso fueron los exmandatarios, a “denunciar” ante Trump el “apocalíptico futuro” de nuestro país tras el Acuerdo de Paz que se pactó con las FARC y a reclamar, porque no, una intervención de EEUU. Enceguecidos por su odio común a Santos, seguramente espetaron, a dos pulmones, un discurso cargado de incoherencias contra el Gobierno, señalándolo de entregar el país al “narcoterrorismo” y provocar un declive institucional similar al de Venezuela.

Qué mezquindad. Y como si fuera poco, días después de la “visita” de marras al magnate, aparece un documento que el Expresidente y Senador Álvaro Uribe, que inicialmente negó que existiera, le hizo llegar a “las autoridades de EEUU” en el cual imprime su acostumbrada letanía atiborrada de infundios y de premoniciones sobre las consecuencias nefastas del Acuerdo de Paz, y no ofrece un nuevo elemento de discusión. Un político serio descartaría su contenido si se entiende que en Colombia hay un debate democrático de cara al país, y que serán sus ciudadanos quienes diriman que rumbo tomar.

A golpe de vista, la carta que el Senador Uribe envía a las “autoridades de Estados Unidos”, pretende afianzar su propuesta política en el escenario internacional, pero al mismo tiempo delata el desespero por consolidar al Centro Democrático en el ámbito nacional. Me explico: el caudillo presiente firmemente que el futuro político de su grupo está amenazado tras el fracaso de la marcha del primero de abril, y que evidenció que el uribismo adolece de una fuerza que le posibilite la llegada al poder en el año 2018 como partido único. Uribe sabe que otros cuatro años en el asfalto sería la muerte, por inanición burocrática, de su fuerza política.

En conclusión, detrás de la supuesta y anhelada reunión de los expresidentes Pastrana y Uribe no hay un motivo distinto al de expresar su temor por el futuro de un país en paz que buscará cambiar las costumbres políticas y que la vieja hacienda, que ellos defienden, pierda los privilegios que garantizaron su permanencia en el poder; se acabó la disculpa de responsabilizar de los problemas de Colombia a la guerrilla, a sabiendas que obedecen a temas que poco debate suscitan como la concentración desmesurada de la riqueza y de las tierras, y el manejo corrupto de la administración pública que implica exclusión, miseria y una franquicia favorable para quienes ejercen la supremacía.
La paz nos la ganamos los colombianos con sudor y muerte, cientos de miles de muertes, para que ahora nos la quieran arrebatar.

@jairotevi

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