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‘Pea’ diaria para soportar la vida

Las cifras de violencia intrafamiliar no declarada se oculta tras los vapores del alcohol.

Semana
21 de septiembre de 2008

Si comparamos los datos de ingreso (vs) trago bebido per cápita en la región Caribe quedaríamos ensimismados en la contradicción profunda ante la ecuación geométrica que favorece a los productores de bebidas embriagantes y, en especial, a los cerveceros.

Sin embargo si cambiamos los términos de la ecuación por: a mayor pobreza mayor consumo de cerveza, el resultado nos perfila al ciudadano Caribe como a un individuo que ahoga sus penas en la burbujeante bebida. No vale aquí el cuento de la cualidad refrescante de la espumosa ni los ardores climáticos, porque es Boyacá, con su clima casi frío la ganadora nacional en materia de consumo. Ya lo decía Carlos Cure en cuando era presidente de Bavaria en los setenta: “los boyacenses son los que realmente alcanzan un consumo importante, en la Costa preferimos el whisky”. Y no ha cambiado esa relación, la única variante es que el escocés se fue al suelo y no por falta de gusto o ganas: sólo porque el desempleo, la escasez de oportunidades y el desastre administrativo en la región son imparables y se refleja en la necesidad de cambio de bebida. De ahí que aumentara el consumo de frías.

En Barranquilla se consumen 68 mil canastas de cerveza al día (2.040.000 botellas x $1.100 cada una), siendo las tiendas las mayores beneficiadas pues participan con un 83 por ciento del total de la venta de licores. La razón es más sencilla que el sistema de horarios de otros establecimientos de bebidas: además de que abren siete días a la semana desde el amanecer a las diez de la noche, fían, mantienen un sistema personalizado de crédito que aquí llamamos “cartón de marlboro” dada la costumbre de los tenderos de anotar en el respaldo de éstos. Y es en ese crédito donde radica el éxito generalizado de las tiendas sobre los almacenes de grandes superficies, porque no requiere documentación sino la palabra del vecino o habitual bebedor.

Contra esa facilidad y demostración de confianza, no hay rebajas, ni estímulos que puedan dar los grandes almacenes para competir. Por eso los tenderos, agremiados en Undeco, están en el tope de la pirámide de ventas, sin posibilidad de ser derrotados ni reducidos ni siquiera por multinacionales que ofrecen el oro y el moro en promociones permanentes, pero que exigen cancelación inmediata en efectivo o a través de sus propios sistemas de pago plástico.

Frente a las cifras aterradoras por venta de alcohol (casi cinco mil millones diarios sólo en Atlántico) la venta de leche, que no sobrepasa los mil millones de pesos/día en Barranquilla, apenas se sostiene en pie y confirma las declaraciones de Alejandro Duarte presidente de Undeco al diario El Heraldo: “La gente no quiere leche, quiere cerveza”. Y la quiere porque necesita alcohol para sobrellevar la situación y tener capacidad de aguante (y alimentarse con cebada, dice el borrachín) para enfrentar a la esposa y los hijos que, ansiosos, esperan que al final del día el hombre proveedor se presente con algo para echar a la olla.
 
Y cuando no lleva sino cebada en su pipita de cervecero entonces la emprende a golpes contra ella y grita a los hambrientos menores. Sí, las cifras de violencia intrafamiliar declarada suben como la espuma de la cerveza y la no declarada, la mayor y más terrible, se oculta tras los vapores del alcohol y tras los visillos; y va en perfecta relación aritmética con el alcoholismo. Pero claro, ese es problema del Estado, ineficiente y mentiroso, que engrosa sus rentas nacionales con las ventas de alcohol tras el eufemismo de que se destinan a salud y educación. Mayor contradicción: imposible.

losalcas@hotmail.com

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