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Peñalosa presidente

Según Peñalosa, Osuna es el único que ha captado que él en un liberal radical

Semana
5 de febrero de 2001

La exaltación del alcalde —que hizo cosas— ha llegado a su punto más alto. Algunos comentaristas, que precisamente no han vivido en Bogotá en los últimos tiempos, proclaman ya la precandidatura de Peñalosa Londoño al primer puesto de la Nación. Tendrá que hacer cola, eso sí. Esperar su turno, pues hay trancón de quienes se sienten igualmente acreedores a ese honor y lo anteceden con ventaja.Es de esperar que a Peñalosa Londoño no le ocurra lo que le aconteció a su inspirador, el alcalde Barco Vargas, esto es, que llegue al poder supremo cuando aquellas facultades de ejecutor dinámico hayan cedido al paso del tiempo. El saliente alcalde de Bogotá deberá competir con otros aspirantes por el Partido Liberal, como Horacio Serpa (indiscutible postulante del 2002, ahora espoleado por López), como Juan Manuel Santos (elegido entre los personajes del año por su propio periódico) o como Alvaro Uribe Vélez, recientemente aupado en sus aspiraciones, sin querer queriendo, por el mismo ex presidente Alfonso López. Cuenta el ex funcionario con el enorme defecto, o cualidad, de no ser un político, pero ni siquiera parecer un demócrata (ésta sí que no es una cualidad, pero así lo demostraron sus sucesivas alcaldadas). Tendrá que sacar a relucir como María Emma un cuadro muy grande de Galán o decir que su padre era de los mismos Camargo —que lo era— de don Alberto Lleras (¿y de Andrés Camargo, el director no ratificado del IDU?). El alcalde saliente de Bogotá, para muchos sobresaliente, llegará respaldado por el aura de haber hecho cosas, así algunas no fueran tan lógicas y de haber gastado el dinero de los contribuyentes de modo que pudiera verse. De esta manera entró a gobernar a Bogotá gastando sin criterio de prioridades y mostrando un gusto plancho, del cual lo fueron sacando asesores arquitectónicos y urbanísticos, hasta llegar a conseguir el premio de la Sociedad Colombiana de Arquitectos como el mejor constructor de parques y alamedas que en Colombia han sido. Y eso que se había preparado como el que más para ser alcalde de esta ciudad y, según meloso reportaje de El Tiempo (miércoles 3, 1-6), éramos los habitantes de esta caótica urbe los que no estábamos preparados para un hombre como él. Peñalosa, en plan presidencial (PP, Peñalosa Presidente), será de los que prometen para hacer todo lo contrario, una vez en el gobierno. De la misma manera como de candidato a alcalde nos habló de un tren metropolitano y realizó otra cosa bien distinta, con respiración diesel, y que se detiene en los semáforos. Como quien dice, un metro sin vía propia, salvo la que pudo robarle a los demás vehículos, que en su opinión, ejemplo mundial, son adminículo suntuario del 20 por ciento de la población. En el primer reportaje para presidencia del alcalde sobresaliente, Peñalosa hace uso de las consabidas falsas modestias y se muestra amigo de que se defina la paz, o por la conciliación o por la guerra (una vela a Pastrana y otra a López). De todos modos ha demostrado que sí le interesa el tema del poder y que el afán desmesurado por tantas obras, tantos gastos y tanta incomodidad ciudadana, tenía un sentido unívoco de vocación presidencial. Mejor hizo Mockus, retirándose del presupuesto, cuando se notó las ganas de ser presidente. Como gobernante nacional, volverá Peñalosa a aprovechar lo que ya está hecho para modificarlo a su antojo y utilizarlo en sus proyectos. Porque él más que crear, es amigo de reconstruir, de utilizar abusivamente lo que otros cultivaron con esmero o cambiarle de destinación. Tal hizo con la Avenida Caracas, con la autopista Norte, con el Club del Country. Le basta con expropiar, como le expropió a Bogotá la carrera 14 y la salida al norte por su corredor central. El presidente Peñalosa terminaría, por fin, las absurdas ciclorrutas con las que, de alcalde, invadió el espacio público, que decía defender en favor de los peatones. Sólo unas pocas de ellas tienen alguna continuidad y funcionalidad, la de El Dorado y tal vez la del tramo desarbolado de la avenida 19, al norte. Tronchó más de 5.000 árboles. Las demás estorban al caminante y éste las invade o los ciclo rústicos atropellan a los escasos duendes que caminan, pues sus bordes o límites son ingenuamente jurídicos. Vivir para ver al gran alcalde en su mayor exaltación pública. Entre tanto les deseo a mis lectores amigos y a uno que otro comentarista que se me haya declarado enemigo gratuito, a todos, un buen año. Feliz sería decir mucho, con tanta guerra y tan miserables masacres. *** Sugiere el reportaje de El Tiempo, al que me he referido, que el caricaturista Osuna es un amargado por oponerse a las alcaldadas del genio (también con Jorge Restrepo, con Abdón Espinosa o con Ruddy Hommes y Alberto Aguirre, que tan apabullantes comentarios le hicieron al crimen del Fucha. Ultimamente con Yolanda Reyes, en Cromos, y hasta con C. Ll. de la F., antes de que le dieran el paseíto en helicóptero). Peñalosa acota que el caricaturista lo persigue porque es el único que se ha dado cuenta de que él es un liberal radical. Lo dicho, es ahora cuando comienza a vendernos su imagen de político y por lo visto el dibujante sabía bien para dónde iba el alcalde que hizo cosas.

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