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Poesía con brócoli

“La euforia por el Festival de Poesía, es más porque es una festival, no porque sea poesía. Lo mismo ocurre con el Festival de Teatro de Bogotá”, dice María Antonia García de la Torre.

Semana
1 de julio de 2006

Desde el parqueadero se oye la voz de una mujer que despierta carcajadas permanentes en el escenario. Al subir las escaleras se identifican algunos gritos aislados del público, –¡que vivan las gordas!–, –¡abajo los hombres!–. Los aplausos son avasalladores y todos piden en coro –¡otro!, ¡Otro!, ¡Otro!– Las bandejas con mango biche se pasean por las graderías atestadas. Pasadas las 8 de la noche, la media torta del Cerro Nutibara sigue a estallar, todo el monte cubierto de espectadores. La afluencia de fanáticos en el festival de poesía de Medellín sugeriría una tradición secular de lectores. Esa tenía que ser la única explicación frente a la devoción con la que cientos de personas permanecieron durante horas en un hacinamiento total sólo por oír unos cuantos versos. Vitorean, las mujeres aplauden de pie y lanzan gritos que celebra Gioconda Belli. Nadie quiere irse del Cerro Nutibara, piden que siga el show y una decena de poetas permanece en sus sillas rimax en el escenario. Pero, después de unos minutos, reconozco que su devoción por los poetas, los gritos, todo sería igual si se tratara de Juanes. Las consignas no invitan a la poesía, sino que claman por prolongar el entretenimiento. La poeta nicaragüense prosigue. –Yo escribí este poema porque alguna vez leí una receta de la mujer perfecta, pero me pareció que hacía falta que nosotras hiciéramos una sobre el hombre perfecto–. Las carcajadas la obligan a callar un momento y su rostro enrojecido y satisfecho llega hasta la última fila gracias a las pantallas gigantes. Tal vez no están aquí para ver a Gioconda Belli, tal vez nunca antes habían leído sus poemas y, aun así, le entregan el alma como sólo el groupie más fiel podría hacerlo. El desencanto devela la realidad: todos ellos no siguen la poesía, siguen un plan cualquiera de sábado por la tarde. Y no es que uno tenga que ser experto para disfrutar del teatro, del cine o de la poesía, pero la devoción de este público conmovido hasta las lágrimas por frases más bien efectistas de un feminismo trasnochado, parece una caricatura, sinónimo de una devoción falsa. Antes de empezar su intervención en el parque Lleras, un poeta argentino afirma estupefacto que la afluencia de gente le parece seña de realismo mágico. En su tierra está acostumbrado a un público de 3, 4 personas. En este caso no lo vitorean, ni claman por más. Será porque se les hace aburrido que un poeta se siente en una silla a leer sus poemas, nada más. Más interesante Gioconda, que sí hace reír. Las palabras de la poeta Andrea Cote se mezclan con “Atrévete, te te, salte del clóset, quítate el esmalte que nadie va a retratarte, destápate, ponte hyper”, proveniente de un bar. También ahí se pasea el mismo vendedor de mango biche y varias mujeres aprovechan para ponerse el hilito de moda en el pelo. Se parece más a un paseo por el parque, sólo que hay un evento, un Festival de ‘Poesía y Canto’. “Éste festival es el que más presupuesto tiene del mundo, con esa plata deberían hacer una editorial y publicar a todos los poetas que andan por ahí mendigando en las grandes editoriales”, dice uno de los participantes. Magnífica idea, pero la euforia por el Festival de Poesía, es más porque es un festival, no tanto porque sea de poesía. Esto lo prueban los índices de lectura en Colombia y el porcentaje de lectores de este género literario. Lo mismo ocurre con el Festival Internacional de Teatro de Bogotá: la mayoría de los espectadores van a cinco obras y no vuelve (volvemos) a pisar una sala en los siguientes dos años. Se trata del mismo impulso que lleva a un individuo a hacer dieta: la determinación le alcanza para dos semanas al año y luego regresa a las pizzas de Archies. El Festival de Poesía es avasallador, pero es flor de un día en la cotidianidad de sus espectadores. Eso de comerse unos brócolis hervidos y una tajada de pollo insípida ya sabe a papel después de unos días. Y eso de cambiar los hábitos lectores es una tarea aún más engorrosa. Ojalá que algún día esos mismos espectadores oyeran o leyeran a Gioconda Belli y prefirieran los versos sabios del poeta Daddy Yankee: “Esta noche contigo la pasé bien pero ya me enteré que te debes a alguien, Y tú fallaste, pero ya es tarde, lo que pasó, pasó, entre tú y yo. Es una asesina ella conlleva a la medicina engañadora que te envuelve y te domina, una abusadora como sabe te enamora y si no tienes experiencia te devora”. Y es que no hay que ser boricua para que un reaggetón conmueva hasta las lágrimas, si no, que lo digan los asistentes al festival de poesía de Medellín.