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POLITICA DE TRAPOS

Semana
24 de octubre de 1983

"De la unidad programática del partido": esa era, ni más ni menos, la enorme ambición del recientemente realizado Foro de Sochagota, aunque ni sus mismos organizadores ni los propios asistentes creyeron en ningún momento posible que el evento tuviera en serio la capacidad de deshacer la maldición en tan mala hora encarnada en la división del liberalismo.
"Está tan bien organizado este Foro, que parece hecho por godos" escuché decir a un joven asistente al encuentro de Sochagota. Y el comentario, fuera de ser una amabilidad, me pareció que refleja una tendencia de cordialidad que últimamente tiene a los dos partidos tradicionales colombianos viviendo las mejores relaciones desde las postrimerías del Frente Nacional. No en vano en los últimos días se han asumido como parte de la normalidad hechos que hace escasos años habrían sido considerados insólitos: por ejemplo un amable editorial de "El Siglo" ensalzando el Foro de Sochagota, y un homenaje auténticamente bipartidista al presidente del Senado, Carlos Holguín Sardi, en el que eran los conservadores quienes aplaudían a las figuras liberales y las liberales a las conservadoras.
Estas reconfortantes relaciones no indican, desde luego, que el liberalismo esté moralmente impedido para hacer oposición. Por el contrario, está moralmente obligado, pero no en los términos furibundos del turbayismo "línea Consigna", sino a través de una posición de serenidad ideológica que pudo ser, precisamente, el logro principal del Foro de Sochagota. Y que conste que es esta servidora, una columnista de rancia estirpe conservadora, la que lo está reconociendo.
Sin embargo, y es que desde luego el Foro deja un sin embargo, la estupenda serenidad ideológica exhibida no fue suficiente para que del evento de Sochagota surgiera un partido liberal ideológicamente reconfortado. Me dio la impresión de que los autores de muchas de las ponencias allí presentadas hicieron con las ideas lo que yo misma he hecho en casos desesperados con el baúl de la ropa archivada, que es esculcar en él con la esperanza de rescatar algunas prendas que puedan adaptarse a la moda del momento.
Del baúl ideológico del liberalismo fue rescatada, por ejemplo, la vieja propuesta de buscar la separación de la Iglesia y el Estado, y establecer la obligatoriedad del matrimonio civil en Colombia. ¡Cuántas veces no habremos oído la misma tésis del liberalismo que ya hasta los conservadores --no todos pero sí muchos--hemos terminado aceptando su conveniencia!. En lo único en lo que sí nos apartaríamos es.en la idea de prohibirle a los sacerdotes casar católicamente a las parejas que previamente no hayan contraído un matrimonio civil, porque contiene esa típica tendencia liberal frente a la Iglesia de no contentarse solamente con quitarle el dulce sino además con darle un pellizco. El hecho mismo de suprimirle al matrimonio católico los efectos civiles hace poco probable que una pareja que resuelva contraer matrimonio lo haga solamente ante Dios y no ante el Estado, arriesgándose a no quedar cobijada por el reconocimiento de éste último. ¿Para qué convertir en imposición para los sacerdotes lo que la simple lógica legal se encargaría de hacer cumplir?
Otra de las conclusiones del Foro, la conveniencia de eliminar los auxilios parlamentarios, era apenas un deber que tenía el liberalismo para neutralizar el precio que tuvo que pagar Carlos Lleras para negociar la refora constitucional de 1968 con el Congreso. Y el desmonte del parágrafo del 120 fue parte de la campaña de López, como un propósito que iba a llevar a cabo el liberalismo en calidad de partido ganador. Curiosamente mereció debate en Sochagota la conveniencia de que el partido todavía insistiera en desmontarlo, ahora en su calidad de perdedor.
Pero quizás donde se manifestó menor firmeza ideológica fue en el campo económico, en el que se sometieron a votación objetivos con los que es imposible estar en desacuerdo: a partir del Foro de Sochagota el liberalismo debe lucha por la abolición de la pobreza, por la erradicación de la violencia, y por un sistema económico que satisfaga las necesidades básicas de los colombianos, en la medida en que se garantice empleo de acuerdo con la habilidad de cada cual, un adecuado sistema de seguridad social, altos ritmos de crecimiento económico. Y finalmente la bomba: el liberallsmo colombiano deberá comprometerse con satisfacer en el término de 10 años las necesidades básicas de 40% más necesitado de la población...
El día en que haya que volverse liberal para apoyar alguna de las anteriores tésis será el fin del pluripartidismo colombiano. Y mientras que esto no suceda el partido conservador tendrá derecho de recordarle cordialmente al liberal que esculcar en el baúl de la ropa vieja no soluciona sino temporalmente el problema de no tener ropa nueva. -

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