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POLVOS Y BARRO

Antonio Caballero
11 de marzo de 1996

Dice el ministro Horacio Serpa: "No se crean que el pueblo es tan pingo... El pueblo sabe que detrás de todo esto (la 'conspiración' contra Samper) hay una intención política de atentar contra la gente que está en el barro".Y casi al mismo tiempo, desde el fondo del barro _si así puede llamarse a una 'lujosa sala de conferencias del Brooks Club de Nueva York'_ un representante del pueblo samperista reiteraba su apoyo al Presidente en una entrevista de primera página en el Wall Street Journal, el más influyente diario financiero del mundo. El periodista José de Córdoba, deslumbrado, describe al embarrado samperista: "multimillonario, elegante y patricio", "impecablemente vestido en un traje de tres piezas de Savile Row', "políglota", "miembro del jet-set, que vive en la prestigiosa Park Avenue de Manhattan". Parece retratado por Serpa. Y es Julio Mario Santo Domingo, el hombre más rico de Colombia: el diario le calcula ganancias por 350 millones de dólares para el año pasado. Santo Domingo, que nunca da entrevistas (porque "la distancia aumenta la mística que lo rodea", murmura Córdoba con reverencia), lo hace esta vez para salir en defensa de Samper: "A menos que lo sometan a un juicio y lo hallen culpable, lo apoyaré".Ya lo ha apoyado. Calcula el periodista que las empresas del Grupo contribuyeron a la campaña samperista con 3,7 millones de dólares. Y fue por puro altruismo, pues su dueño aclara ahora que "no recibieron, ni esperan, ningún favor especial" del gobierno. "No tenemos nada que agradecerle", dice el magnate: "los negocios son los negocios, y la política es la política".Sin embargo hay quienes piensan que las dos cosas se mezclan. El ex ministro de Hacienda Rudolf Hommes, citado por el Wall Street Journal, dice que las empresas del Grupo: "han sido objeto de un tratamiento tributario favorable durante la presidencia de Samper", y hace poco calculaba en su columna de El Tiempo que esos favores les han permitido ahorrarse 20.000 millones de pesos en impuestos. Son 20 millones de dólares, lo cual, para una inversión de solo 3,7, no está mal en año y medio. Quizás ese ahorro se hizo "a espaldas de Julio Mario", para usar una frase que se ha puesto de moda; pero no es verosímil.El problema central de la presidencia de Samper _y probablemente de varias anteriores_ está ahí: en que fue comprada, y en consecuencia tiene que pagarla. Si resulta ser verdad que el dinero no vino de los Rodríguez _los seis millones de dólares que, según dice ahora el Presidente, alguien se robó por el camino_ y, suponiendo que también sea cierto que no se haya intentado pagarles a ellos _ni cambio de Fiscal, ni narcomico, ni rebaja de penas_, eso solo significa que los acreedores son otros. Santo Domingo, que puso más de las tres cuartas partes del tope de gastos señalado por la ley, está cobrando ya, según Hommes; pero falta por saber cuánto ha cobrado Ardila, que, según parece, puso más de dos millones de dólares; y cuánto Sarmiento. Y cuánto, y cómo, cobran los politiqueros que transformaron esa plata en votos para Samper, y que además de ese servicio van a prestarle ahora (y por segunda vez) el de darle la absolución, que justa o injusta, da igual, será absolución; y que justa o injusta, da igual, será cobrada."No te va a alcanzar la vida para pagarme", le dijo a la cándida Eréndira de García Márquez su abuela desalmada cuando le quemó la casa. Al cándido Ernesto le va a pasar lo mismo: no le va a alcanzar la presidencia, por mucho que la prostituya entre sus acreedores: un polvo aquí, otro polvo allá, aquí una exención de impuestos, allá un nombramiento en Caminos Vecinales, una embajada para el uno, un canal de televisión para el otro, la red de solidaridad para un tercero. Las castigadas espaldas del Presidente no van a dar abasto.Y es de todos esos polvos de donde viene el barro en el que, según Horacio Serpa, está hundida la gente.