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¿Cómo se juega un partido?

El fútbol y las elecciones presidenciales tienen un delicioso punto en común: ¡nada como una final bien reñida!

Poly Martínez, Poly Martínez
13 de junio de 2016

 Estamos en plenas eliminatorias de la Copa América Centenario y empezó la recta final de la campaña electoral de Estados Unidos, el partido de todos los partidos que hoy tiene asombrada a una parte del planeta y dentro de poco nos tendrá a todos en vilo.  

Los dos eventos van a dejar lecciones para el fútbol y la política colombiana. Del primero se encargará el profesor Pérkerman. Pero terminada la Copa –y ojalá los  tuits oportunistas de políticos en zona de calentamiento-  los presidenciables colombianos y sus asesores empezarán a revisar en detalle las estrategias de Clinton, Trump y Sanders, buscando fórmulas novedosas o tendencias que se adapten a nuestro particular contexto.

Así  sucedió en su momento con las campañas de 2008 y 2012 de Obama, que marcaron un hito en el uso de las redes sociales y catapultaron el alcance de las presidenciales de EE.UU. conectando de manera virtual a millones de votantes, en especial a jóvenes y minorías,  para luego llevarlos a las urnas en la vida real.  Hoy cualquier tema que apunte a la gran movilización social, como puede ser el plebiscito para la paz, debe pasar por las redes, por manos  jóvenes. 

Estudios recientes dicen (Ipsos Mori) que para la población entre los 18 y 24 años la lectura de argumentos políticos/electorales en las redes sociales tiene más posibilidad de influir su eventual voto que el que tienen los debates en televisión;  mientras que el 57% de la población estadounidense entre 18 y 29 años declara que limita su activismo político a las redes.

Antes de empezar a diseñar estrategias digitales en busca de la fórmula de la eterna juventud,  los que hoy se sienten presidenciables deben tener presentes algunos detalles:

Primer detalle: sí, los millennials son la generación más activa políticamente (causas sociales, derechos y activismo ambiental), pero también son la generación que menos votos deposita en las urnas, no solo en Estados Unidos y Europa Occidental. En Colombia esa tendencia aplica: en las encuestas presidenciales de 2014, entre los jóvenes de 18 a 25 años barría el voto en blanco (37%), seguido por el NS/NR (24%), según Cifras & Conceptos.  

Segundo detalle: los jóvenes entre 18 y 35 años representan en el censo electoral el 27% de los colombianos, lo que en matemáticas para candidatos se traduce en 13 millones de votos potenciales, suficientes para inclinar la balanza. Sin embargo, ese mismo grupo no se identifica con partidos o movimientos, sin importar la edad de los delfines políticos. Tampoco compran el argumento de género (candidatas repitentes tomar nota del caso Hillary)  y los candidatos alternativos, como ya se vio con los Verdes y el Polo, lejos están de alzarse con esos votos.  Los  extremos (¿quién es el Trump colombiano…?) espantan a los jóvenes.  

En Colombia es temprano para pronósticos. Sin embargo, a mayor polarización entre candidatos, mayor será el número de gente que salga a votar, incluidos los jóvenes. Así  sucedió en las pasadas elecciones regionales donde el abstencionismo bajó. E igual se espera que suceda en noviembre en las presidenciales de Estados Unidos. Como en el fútbol, pocos quieren perderse una final Brasil- Argentina.

Tercer detalle, sorprendente: mucho se ha dicho del papel de los jóvenes en el proceso de nominación del candidato oficial del Partido Demócrata. Es una paradoja que un señor como Sanders, outsider y al borde de los 75 años, tenga la capacidad de convocar y movilizar a miles de muchachos de 25. Lo sorprendente, sin embargo, es que perdiera la nominación en las primarias de California, donde sus jóvenes seguidores - todos muy liberales, muy del milenio, progresistas e independientes-  a final de cuentas no votaron por él. Perdió y hoy nadie se atreve a decir que los votos de los millennials sean endosables. Una cosa son los amigos en Facebook, en Instagram o Twitter, y otra diferente los seguidores que salen a votar: #RT

Me sorprendió  el comentario de una muchacha de unos 27 años a quien, a la salida de una masiva manifestación pro Sanders, en San Francisco, le preguntaron si pensaba votar por él y dijo que no: estaba allí simplemente para tener la experiencia. Y ese es el último detalle para tener en cuenta: las campañas deben pensar bien qué tanto se meten en el “marketing político experiencial”, con un candidato al alcance de la mano, cercano para conversar y sentir la emoción de ser parte del juego de tronos,  copiando la fórmula que se aplica hoy en el mercadeo de productos de consumo masivo. Probados, chuleados, chao. ¿Y la fidelización en las urnas?

Aunque hay pocos estudios que profundicen en las particularidades y lógicas políticas o participativas de los millennials -nuestra Selección es generación Y pura; edad promedio de 24 años-, sí  hay puntos de referencia: en un candidato buscan integridad, experiencia real de gerencia, autenticidad, capacidad de hacer contacto con las personas, mentalidad liberal y contenidos (como en las redes, pero en la cabeza y en el programa de gobierno).  

Pocos en Colombia siguen con igual pasión el fútbol y las elecciones locales o internacionales. Y es menor aún el número de quienes tienen sobrado conocimiento de ambos deportes como para predecir hoy el marcador final del fútbol continental y el de la contienda por la Casa Blanca. En ambos casos estrategia, alineación, equipo y líder son fundamentales, pero en las elecciones el marcador terminan por definirlo los hinchas. Ahora recuerdo que en la segunda vuelta de las pasadas presidenciales, arrancando el Mundial, en Colombia lo que más se coreaba era “Pékerman presidente”. 

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