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‘Buenos muchachos’

Si la justicia colombiana funcionara, el expresidente Uribe debería estar preso. No hay que olvidar que por menos Richard Nixon salió de la Casa Blanca.

Joaquín Robles Zabala, Joaquín Robles Zabala
25 de mayo de 2014

El título no hace referencia a ese clásico del cine hollywoodense dirigido por Martin Scorsese, protagonizado por Robert de Niro, Joe Pesci y Ray Liotta y convertido en una cinta de culto entre los seguidores de las películas de gánster. Me refiero a esos otros ‘buenos muchachos’ de la política colombiana que hoy son el centro de un debate candente y que, como los mafiosos del filme de Scorsese, hacen todo lo que esté a su alcance para lograr sus objetivos.

Empecemos. Álvaro Uribe Vélez, “el mejor presidente de la historia de Colombia”, el hombre de la mano tendida y el corazón grande, ha negado hasta el cansancio su estrecha relación con Pablo Escobar aunque las evidencias digan otra cosa. Ha negado sus vínculos con Enilse López [La Gata] aunque esta afirme haber aportado doscientos millones de pesos a su campaña presidencial y los registros fotográficos muestren a un Uribe sonriente, abrazado con la controvertida mujer en algún lugar de alguna finca de la geografía colombiana. Ha negado haber ordenado las chuzadas que el DAS llevó a cabo durante sus ocho años de gobierno, pero hoy conoce como ningún otro esa información privilegiada que solo deberían conocer los organismos de seguridad del Estado.

Hace unos días, poco antes de que las Farc anunciaran desde la mesa de La Habana el cese unilateral al fuego, el expresidente, como siempre, había trinado horas antes lo que el país conocería mucho después. ¿Coincidencias? Las mismas que vimos en las famosas coordenadas de una zona montañosa donde el Comité Internacional de la Cruz Roja facilitaría el traslado de un miembro de las Farc a Cuba, pero que el exmandatario publicó con antelación y cuyo propósito era claro: dinamitar los diálogos con las Farc y producir un posible enfrentamiento entre los miembros de la organización guerrillera y el Ejército, sin importar quien cayera en esa temeraria acción. ¿Cómo sabía el expresidente esos datos que solo debía saber el CICR y el mandatario de turno? Pues ahora empezamos a sospechar.

No hay que olvidar que por menos salió Richard Nixon de la Casa Blanca.  Y si la justicia colombiana funcionara, Uribe debería estar preso, como lo está Mancuso, quien desde su sitio de reclusión ha confesado, tanto a la justicia norteamericana como a los fiscales de Justicia y Paz, cómo contribuyeron las AUC en la campaña que llevó a Uribe Vélez a la Casa de Nariño. Pero como era de esperarse, el expresidente ha negado esas acusaciones reiteradamente y ha dicho que no se le puede creer a un delincuente.  Mas no ha vacilado en repicar las acusaciones de otro delincuente que dice haber entregado 12 millones de dólares a un emisario de Santos y que dos de esos 12 millones entraron a las finanzas de la primera campaña del hoy presidente de Colombia.

Si así actúa el maestro, creo que no puede esperarse menos del discípulo. Solo basta con mirar las fotografías publicadas en las redes sociales y algunos medios de comunicación donde se puede ver al exmandatario posando con algunas figuras controversiales como el hijo de Ramiro ‘Cuco’ Vanoy --uno de los jefes paramilitares más sangrientos y temibles de Antioquia-- o al lado de la hoy  empresaria del chance, cuyos tentáculos con el paramilitarismo son de vieja data y han sido, entre otras, las razones por las que se encuentra privada de la libertad.

Pero este escándalo que sacude la campaña presidencial de Óscar Iván Zuluaga, ese ‘buen muchacho’ de la camada política uribista, deja claro que el zorro pierde el pelo pero nunca las mañas. Como dije, el expresidente ha negado una y otras vez sus nexos con el paramilitarismo cuando las evidencias dicen otra cosa, ha sabido sortear los escándalos de los asesinatos extrajudiciales de campesinos trinando sobre complot y montajes como si la realidad del país fuera solo un teatro de operaciones militares, ha sabido sacarle provecho a las negociaciones de paz de La Habana hablando de castro-chavismo y otras locuras política que solo existen en su cabeza de abuelo perturbado por el delirio del poder.

Ahora su candidato, el cual moldeó a imagen y semejanza, un tipo patético y con poca gracia, siguiendo el guión de su jefe, ha dicho para los medios de comunicación que el video que destapó la revista Semana, donde se le puede observar sosteniendo una amena conversación con el ‘hacker’ Andrés Sepúlveda es un vulgar montaje salido de la febril y maquiavélica mente de J.J. Rendón. Sin embargo la Fiscalía, que ya hizo un análisis preliminar de las imágenes, ha dicho que estas no han sido manipuladas y que la secuencia de sonido obedece a la secuencia original en que las imágenes del video fueron grabadas.

Pero Pacho Santos, como buen carbonero político, como digno representante de su jefe, como otro ‘buen muchacho’ del clan macabro dirigido por el expresidente, ha acusado a la Casa de Nariño de haber infiltrado la campaña de Zuluaga y haber sido la mano que manipuló el video. Me parece que Pacho es un tipo inteligente aunque sus actos digan otra cosa, pero no se necesita tener dos dedos de frente para creer que Andrés Sepúlveda estaba actuando solo. Que detrás de todo ese entramado que tenía como propósito hacerse a una información privilegiada, chuzar los teléfonos del presidente Juan Manuel Santos y de los representantes del Gobierno y las Farc en La Habana, no estuviera la mente perturbada y delirante de un Maquiavelo criollo, experto en el tema, cuya intención es regresar a la Casa de Nariño en la eventualidad de que su ‘buen muchacho’ llegue a dirigir los destinos del país.

En Twitter: @joarza
robleszabala@gmail.com
*Docente universitario.