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PROBLEMAS QUE VIENEN DE LEJOS

Semana
27 de septiembre de 1982

La creación del Estado de Israel fue la culminación de un cuidadoso plan llevado a cabo con método, paciencia y persistencia, por el movimiento sionista mundial. La acción se remonta a finales del siglo pasado cuando los primeros sionistas dialécticos, Moses Hess y Leo Pinsker, dan una orientación nacionalista y politica a los anhelos religiosos y de independencia individual a los judíos dispersos por el mundo. Su objetivo era el de lograr un "hogar seguro" a los judíos de la Diáspora. No se habló al principio, de la creación de un Estado, ni menos se mencionó que éste fuera en Tierra Santa. La orientación política sionista creó una división entre los judios que consideraban sus vinculos principalmente como comunidad religiosa.
En 1917, los sionistas logran su primer triunfo al obtener del gobierno británico la que se llamó la Declaración de Balfour, en la que manifestó su beneplácito al establecimiento de un hogar para los judios, en Palestina. Esa declaración, sin embargo, cruzada entre Lord Balfour, Secretario de Estado para Asuntos Exteriores y Lord Rothschild, ciudadano británico, en estrictos términos de derecho internacional no pasaba de ser una correspondencia privada sin efectos legales. Gran Bretaña no tenia competencia sobre Palestina pues fue sólo hasta 1920 que la Sociedad de las Naciones le dio el mandato.
Lo que no habían logrado los judios en muchos años, lo logró la profunda reacción emocional a la persecución del pueblo judio, y al exterminio en que estaba empeñado el régimen de Hitler.
Muchos apoyaron la creación del Estado de Israel como la única solución al problema de los refugiados judios creado por lo nazis.
Las Naciones Unidas, sucesoras de facto de la Sociedad de las Naciones, se ocuparon de la cuestión palestina en su segundo año de existencia. Su primera medida fue la de crear en 1947 una Comisión Especial que ese mismo año recomienda la inmediata independencia. Así, las Naciones Unidas, se ven enredadas en uno de los procesos más agitados, más insólitos y más bochornosos de su historia: se violó la Carta de las Naciones Unidas; se desconoció el derecho a la autodeterminación de los pueblos como resultado de la consulta a las comunidades afectadas, por medio de un referéndum se violentó con insólitas presiones él sagrado derecho al voto, libremente expresado.
¿Cómo se violó la Carta? Dentro de los términos de esa Carta el Consejo de Seguridad es el único órgano con poder decisorio V la Asamblea General sólo puede recomendar. En esta ocasión la Asamblea General tomó una decisión que competía al Consejo de Seguridad.
Esto obedeció a que sus cinco miembros permanentes no estaban de acuerdo. En efecto, Gran Bretaña Francia y la China de Chiang Kai-shek no estuvieron del lado de Estados Unidos y de la Unión Soviética. Y por el contrario, caso insólito, los dos grandes, por razones distintas, se empeñaron en la misma causa. No se podía alegar en ese entonces que la Asamblea General podía, legalmente, decidir, pues fue solo tres años más tarde, cuando bajo la resolución "Unidos por la Paz" se le concedió esa licencia para casos extremos.
Al analizar la compleja política del Medio Oriente y los conflictos que mantienen el área en permanente estado de crisis, cabe preguntarse si el origen de todo esto no es precisamente el plan de partición adoptado por las Naciones Unidas en 1947, cuyas consecuencias dramáticas fueron el despojo de tierras al pueblo palestino, y la constante lucha de Israel por la reafirmación de susfronterassegurasqueha conllevado con el expansionismo territorial, medidas "preventivas", como la anexión de las alturas de Golán, la destrucción del reactor atómico en Irak, las invasiones al Libano. No entraremos a analizar la situación que se ha desarrollado, en sus distintas etapas, ante un mundo atónito y silencioso, tanto del lado occidental como del árabe. Nat Hentoff, del "Village Voice", judio y sionista insinuaba el mes pasado que cuando se habtara de cadáveres árabes se insertara la palabra "francés o italiano, o alemán o israelita o danés o americano" la historia quizá hubiera merecido primera página. Por su parte los palestinos se quejan de la ausencia de manifestaciones públicas de sus hermanos árabes, de la falta absoluta de solidaridad ante el exterminio palestino en que se halla empeñado el gobierno de Menahem Begin. Se hubiera evitado esta tragedia con un plan, cuidadosamente estudiado y que hu biera contado con la aceptación de los pueblos afectados y el apoyo de la comunidad mundial.
El plan de participación de Palestina no fue apoyado por Colombia. El expresidente Alfonso López Pumarejo, representante por Colombia ante la Organización Mundial, se abstuvo de hacerlo. En esto no estaba sólo. Muchas delegaciones manifestaron su desacuerdo y su preocupación por que el plan de partición no satisfacra las necesidades de la situación, ni había merecido la aprobación general. La debilidad de la propuesta se hacía más dramática en relación con la importancia considerable del problema desde el punto de vista internacional. No se trataba de eludir una responsabilidad ni de impedir la búsqueda de una solución pronta y eficaz a esa situación que, según sus propias palabras, era deshonrosa para el mundo civilizado y contraria a los propósitos y principios de la Carta. Se trataba, en cambio, de alertar sobre los peligros que implicaba adoptar una solución precipitada, apoyada por una mayoría endeble, lograda por presiones y chantajes y a la cual se oponían, sin excepción, todos los países musulmanes.
"Si el problema judío es a la vez religioso y racial, expresó el expresidente López, opinamos que no constituye un presagio bueno para la aplicación de ese proyecto, si el mismo ha sido rechazado por la totalidad del mundo musulmán; y no rechazado con calma sino con enérgicas protestas, no por una pequeña parte de la humanidad sino por representantes de 400 millones de hombres que pertenecen a la misma religión". Colombia propuso un plan para buscar un mejor entendimiento político entre los árabes y judíos, residentes en Palestina, consultar al pueblo, lo cual no se había hecho, y someter a la Corte Internacional de Justicia los problemas legales de la partición y conformación del gobierno.
Esta propuesta del expresidente López Pumarejo encerraba su buen juicio y sabiduría. No fue aceptada por la Asamblea General que estaba empeñada bajo las presiones de los Estados Unidós, la Unión Soviética y de poderosas organizaciones sionistas, en llegar a una decisión rápida, dejando a un lado las graves consecuencias que eran fáciles de prever y que han traído tantos sufrimientos a gentes inocentes.
Vinculada durante mucho tiempo a la carrera diplomática, ha sido miembro de la misión colombiana ante la ONU ministro consejero en Yugoslavia y embajadora en Cuba. -

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