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A propósito de una frase

Semana
4 de noviembre de 1996

Pocos debates en Colombia han tenido una dosis tan alta de estupidez, hipocresía y mala fe, como el que se desató la semana pasada tras el viaje del presidente Ernesto Samper a las Naciones Unidas. El Presidente dijo, en respuesta improvisada durante una entrevista, lo siguiente: "No hay una sola persona en Colombia que no esté de alguna manera, directa o indirectamente, asociada al narcotráfico. Esa es nuestra desgracia, precisamente. Por eso yo represento a los colombianos". Es obvio que a nadie se le ocurre pensar que con esto Samper quiso decir que todos los colombianos somos narcotraficantes. Sin embargo, quienes atacaron al Presidente por haber pronunciado la frase, le atribuyeron la afirmación de que todos los colombianos eran unos narcotraficantes y que él, en su calidad de corrupto mayor, nos representaba ante el mundo. El truco de torcer el contenido de esas palabras solo puede ser atribuible a la estupidez o a la maldad. Quien piense que Samper pretendió afirmar eso, merece tratamiento clínico, pues solo en la cabeza de un oligofrénico puede caber la idea de semejante mensaje presidencial. Pero estoy seguro de que no se trata de eso. Aquí lo que hay es una peligrosa oleada de críticas que tienen como motor la mala fe. Y lo más grave es que sus promotores son figuras importantes de la vida nacional, que están entrando ya en la onda del macartismo para capturar adeptos a través de maniobras de artificio para escalar peldaños en su carrera por la Presidencia. Las personas a cuyo cargo está el manejo delicadísimo de la crisis nacional están poniendo el juego sucio como norma de comportamiento. Como en todas las guerras sucias, el peligro de esta actitud es que tiende a producir retaliaciones del mismo corte y a generalizar, por efectiva, la utilización de armas de este tipo. También hay mucho de fariseísmo en todo esto. Porque la afirmación de Samper es cierta y dramática. Todo el país, de una manera o de otra, en forma activa o pasiva, consciente o inconsciente, tiene que ver con el narcotráfico, y la única manera de salir al otro lado de ese enredo es acabando con la farsa y asumiendo que el problema de Colombia y el narcotráfico no puede parar en el tema de la financiación de la campaña de Samper con plata de los Rodríguez Orejuela. Estas son unas pocas entre las muchas posibilidades de que alguien tenga que ver con el narcotráfico, que van desde cometer delitos hasta ser víctima de ellos: Meter droga. Traficar con droga. Negociar con traficantes. Aceptar plata de los narcos para financiar campañas políticas. Producir cualquier cosa (obras de arte, edificios...) que termine en manos de los narcos. Ser cultivador de hoja de coca. Utilizar servicios prestados por narcotraficantes o lavadores de dólares (bares, restaurantes, hoteles, aerolíneas, almacenes, clubes, discotecas...). Recibir dinero del narcotráfico, sabiendo o sin saber, a cambio de la prestación de servicios (publicidad, por ejemplo). Comprar o vender dólares, sabiendo o sin saber que provienen del narcotráfico. Pagar entradas a partidos de fútbol en los que jueguen equipos de propiedad de narcotraficantes. Rechazar, por miedo, la extradición. Si usted no clasifica en ninguna de las anteriores, tiene todo el derecho de protestar por la afirmación del presidente Samper.

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