Home

Opinión

Artículo

OPINIÓN

Pura potencia el patinaje nacional

A partir del año 2000 Colombia emprendió su ascenso a la cúspide del patinaje de casta. De los últimos once mundiales los cafeteros ganaron ocho. Para quitarse el sombrero.

Semana
8 de noviembre de 2010

Hace unos días en Guarne, Antioquia, la selección nacional de patinaje ‘Arroz Doña Pepa’ se coronó campeona mundial con la contundencia que otorgan 32 medallas doradas. Logró además 18 de plata y 11 de bronce. La delegación nacional tuvo en sus filas a 32 atletas. Una presea por deportista, diría un riguroso matemático. Además en pleno torneo superó las 200 medallas de oro en la historia. Corea del Sur fue segunda y Estados Unidos tercera.

A partir del año 2000 Colombia emprendió su ascenso a la cúspide del patinaje de casta. En 1996 ganó el Mundial Junior en Barrancabermeja, y a partir de ahí, organizó tres copas del mundo de élite, Barrancabermeja en 2000, Cali en 2007 y Guarne en 2010, y escuche bien, quedó de primero en ocho de los últimos once mundiales incluyendo en los que fue local: Bélgica en 2000, Italia en 2004, China en 2005, Corea del Sur en 2006 y España en 2008. Corea una vez, justamente el año pasado y los de la tierra del Tío Sam dos, flotaron en medio del predominio tricolor.

Antes del nuevo siglo los campeonatos infantiles y mayores se hacían separados. En este deporte de agilidad y sapiencia el mejor no se define por el número de metales que cada deportista gane, sino por la cantidad de puntos que éstos obtengan, lo que amplifica el valor del mérito.

No pueden ser mejores los números. Habrá que quitarse el sombrero por la actuación del equipo, por el camino que lleva recorrido, por la gestión de los entrenadores y la dirigencia. Serán difíciles de olvidar las carreras de Andrés Felipe Muñoz en los 300 metros categoría Senior. Paró el reloj en récord mundial, 24 segundos y monedas. Siguió, la emoción en lágrimas. O la del nariñense Diego Rosero, ganador del oro en los 10.000 metros eliminación quien, después de una lesión que lo paró de 2007 hasta Guarne, retornaba a su hábitat. Con 30 años y 10 títulos de los grandes, su victoria además de hacerme vibrar, reflejó inteligencia, entusiasmo; conocía en qué momento frenar, en cuál acelerar. Patinó como cuando un niño juega, dado, sin pensar en nada más. Rosero es afiche, y cuando se retire será leyenda.

Y la cuota femenina, que aporta el máximo crédito: Briggytte Méndez y Jercy Puello, dos peladas que soportaron nombre pesado de Cecilia Baena, “La Chechi”, y con talante, derechito al podio. Jercy incluso marcó un registro que ninguna otra muchacha lo había hecho jamás. Bajó los 26 segundos en los 300 metros pista. Eso sí, dentro del mundo del patín doméstico nadie se podrá dormir en los laureles. Aunque para José Acevedo, presidente de la Liga de Bogotá y coordinador del último mundial, “existe un relevo generacional que asegura la hegemonía colombiana por muchos años”. Hay una base fuerte en infantiles y juveniles, esa es la ventaja. “Estos resultados son gracias a un trabajo vertical en la Federación, de planificación a largo plazo a través de escuelas de formación, de capacitación y de masificación”, comenta el dirigente.

No puede ser posible, como piensan unos, que el patinaje nacional esté sumido en el estancamiento. ¿Después de semejante década? ¿Tras la performance en Guarne? Que no sea deporte olímpico no indica demasiado; para eso más bien se necesita que interese en África. Chévere que entre al Olimpo deportivo, pero eso es cuestión que ronda otros intereses.

Lo del patinaje colombiano no es circunstancial. Junto al de las ‘narices chatas’, el patinaje es el deporte que más gloria nos ha dado. Nada menos parecido a un estanque que tener casi 12.000 deportistas federados, 40.000 niños en la etapa recreativa de formación, 200 profesores de calidad, 26 ligas, 276 clubes, hasta un equipo en las Fuerzas Armadas. Una potencia, como dice Walter Vargas, periodista argentino, maestro, químicamente pura.

Noticias Destacadas