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“¡Qué pena! Yo coincido con las FARC”

A pesar del palo que ha recibido la guerrilla, el autor de este artículo se muestra optimista por las noticias que llegan desde La Habana

Diego Arias
8 de febrero de 2013

No hay nada que sea defendible en el largo historial de violencia que tienen a cuestas las FARC. Casi que a diario tenemos noticias de su irracionalidad, especialmente cuando afecta a la población civil: una extorsión; destrucción de pueblos; reclutamiento forzado; niños mutilados por la acción del criminal  de las mal llamadas minas “quiebrapatas”; ataques a la infraestructura... el relato es tan largo como doloroso incluso si se omite el enfrentamiento con la fuerza pública. Este fin de semana, para hablar de lo último, volaron un centro dedicado al resguardo y estudio de niños provenientes de lejanas veredas en el Caquetá.

Todo eso es cierto y es indefendible, pero es apenas una dimensión de una situación que, por difícil de aceptar, muestra también unas FARC distintas, en muchos casos avanzando en la dirección correcta. Y entiendo que no es nada fácil coincidir con las FARC. Uno de los asuntos obvios de una negociación de paz es que el dialogo y los posibles acuerdos se establecen es entre adversarios, no entre amigos o compadres. Yo creo que las FARC se han encargado de su propio desprestigio pero de cara a la negociación de paz no son las mismas de tiempo atrás. Se dirá que no son las mismas en razón de que cambió la realidad política interna (un gobierno que cree en la negociación), el entorno  externo (el nuevo y positivo papel de Hugo Chávez) y sobre todo, la ecuación militar (derrota estratégica de la guerrilla). Todo eso es cierto, ha sido decisivo y cuenta a favor de lo que viene ocurriendo en la Habana.

Pero reconozcamos también que una guerrilla sectaria y doctrinaria bien pudiera optar por permanecer en su levantamiento armado por los siglos de los siglos, fiel a sus postulados comunistas, su origen campesino y su convicción del triunfo (algún día) por cuenta de las “masas oprimidas” y de la “Guerra Popular Prolongada”.

¿Qué cosas realmente han cambiado en las posturas de las FARC? Son varias y cruciales: negociar en el exterior; hablar por fin de dejación de armas; acordar una “agenda” realista, y ya no hablan de la “toma” del poder. Muchos quisieran poder exigirle previamente a las FARC muchas cosas pero que se entiende son es producto de los acuerdos. Negociar en medio del conflicto trae las consecuencias que estamos viendo… y eso que no ha sucedido lo peor. ¿Qué pasará el día que las FARC tengan éxito en un atentado contra un alto miembro de la fuerza pública, un dirigente político o gremial?  ¿Por qué levantarse de una mesa de diálogo si lo que se acordó es  que el curso de la guerra que pasa en Colombia no debe afectar lo que sucede en la Isla? Y vuelvo al punto de la “incomodidad” de coincidir con los argumentos de las FARC pues estas también podrían acusar de falta de voluntad al gobierno cada vez (y ocurre frecuentemente) que en un bombardeo mueren decenas de guerrilleros, incluidos algunos de su comandantes ¡

No obstante y aún sin cese al fuego, creo que las FARC pueden y deben avanzar en temas como la desvinculación inmediata de los menores de edad, cesar el reclutamiento forzado, no atacar ni personas ni bienes civiles, entre cosas posibles, que serían recibidas y por lo cual no habrá que “agradecerles” pero si “reconocerles”. ¡Como la liberación en curso de uniformados en su poder!


*Diego Arias
Excombatiente del grupo M- 19 y analista político


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