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Redes sociales vs. partidos y medios

En un futuro, ni los partidos ni los medios gozarán más de sus privilegios para “interpretar” las voces de la gente manipulándolas a su antojo.

Germán Uribe, Germán Uribe
9 de septiembre de 2013

Hace algún tiempo me aventuré a argumentarle a un encumbrado jefe político que a los partidos se les estaba agotando su reinado y que su destino inexorable a mediano o largo plazo sería su desaparición total. 

El hombre, un tanto alterado, me espetó con suficiencia que entonces ese sería el fin de la democracia. Por el contrario, le dije, ese sería el comienzo de la verdadera democracia. Cuando el ciudadano se libere de la intermediación partidista -¡tremendo negocio! - , será él quien obre a su arbitrio y decida por sí mismo lo que quiere del Estado y de la sociedad para darle a su vida la felicidad y el progreso que siempre ha anhelado. 

Los años han transcurrido desde entonces. En aquel momento, el computador y la internet eran aún incipientes y las redes sociales probablemente no estaban aún gestándose en la febril mente de los genios de la informática. Pero la ciencia y la tecnología, desbocadas, comenzaron de pronto a entregarle al hombre asombrosas herramientas para su aprovechamiento sin mayores costos ni fronteras restrictivas a su imaginación. Y ya sabemos que los seres humanos estamos diseñados para luchar por nuestro bienestar, incluso desafiando a la misma naturaleza cuando ésta se oponga o cruce en tal anhelo. 
 
Pues bien, henos aquí ahora y en este punto específico de nuestra historia armados con esos poderosos instrumentos que reunidos en un  solo concepto hemos dado en llamar redes sociales, producto de incalculable valor político y social derivado de la impredecible y arrolladora Internet.  
 
Nuestra globalizada sociedad, gracias a la red, la cual al mismo tiempo que se ha encargado de borrar fronteras geográficas, está haciendo de cada uno de nosotros dueños y señores del conocimiento universal, en tanto que a través de la información, próxima a la totalización y en tiempo real, nos está permitiendo decidir con discernimientos sólidos y plena libertad de expresión, todo aquello que deseemos para mejorar nuestras vidas.
 
Debemos reconocer en que un solo aspecto de esta revolución contemporánea es ya de por sí transformador de la condición humana. El impacto de las redes sociales sobre el devenir histórico no tiene manera de ser controvertido. Hemos dado con ellas comienzo a la más absoluta libertad de comunicación y a la mejor arma para construir una sociedad nueva. 
  
Cuando desde instrumentos tales como Facebook, Twitter, Badoo, MySpace, Google+, Youtube, LinkedIn o Tuenti el hombre en su individualidad habla, consiente o rechaza, convoca o protesta, está haciendo uso de un poder de opinión que nunca soñó. Ahora tiene la facultad de ordenar, gritar, señalar, reclamar, ofrecer, bendecir o maldecir con la opción innegable de ser escuchado y por ende susceptible de lograr la potestad de influir sobre los otros. 

Ya no requiere de un partido político que hable por él… ¿Acaso durante el “inexistente paro agrario” los partidos dijeron “esta boca es mía”? Fueron las redes sociales las que levantaron la voz haciendo sonar la alarma, suscitando con ello una onda expansiva de sensibilidad y solidaridad con nuestros campesinos. 
 
Así, pues, la onda comunicadora de la gente desde estas redes sociales, multiplicada por millones e instantánea, es ahora su propio partido. 
 
Esta reflexión me lleva a esbozar otro juicio. Los partidos ya rebasados, dirijamos la mirada hacia la prensa toda. ¿Qué pueden hacer los medios -prensa escrita, radio o televisión-, frente a este estallido de voces individuales mejor informadas que tal o cual medio empeñado en el “manejo” de informaciones localizadas y puntuales?  Nada. 

Antes, ellos decidían la noticia. Hoy ese tamiz entre lo acontecido y lo informado ha sido desbordado. “La democratización de los medios de producción de contenido -denunciaba un analista-, convierte de hecho a millones de ciudadanos en periodistas espontáneos, capaces de generar y distribuir cualquier noticia.”  
 
Son las gentes de carne y hueso protagonistas o testigos de hechos o noticias quienes, con la sola asistencia de sus ordenadores conectados a la internet, generan aquella opinión que hasta hoy los medios informativos venían monopolizando. 
 
A futuro, ni los partidos con todo y sus congresos, ni los gobiernos con todo y sus congresos y partidos, ni los medios tan afectos a partidos, congresos y gobiernos, gozarán de la comodidad y el facilismo para tapar la boca o distorsionar la mente del ciudadano del común.  
 
Naturalmente que los medios online seguirán jugando su papel, solo que ahora no podrán ignorar la descomunal fuerza de las versiones noticiosas que se desprendan de la redes sociales y muy probablemente tendrán que convenir en que estas podrán en algún momento confrontar su información o, incluso, sustituirla. 
 
Concluyamos sin demora: en razón al ordenador, la internet y ahora las redes sociales, el mundo está viviendo una auténtica revolución democratizadora, y esta democratización virtual ya no tiene reversa. Arrasará con mitos y leyendas, estilos y patrones, imposiciones e iniquidades y, definitivamente, terminará haciendo a los hombres más libres y mejor dotados para defender sus propios intereses.
 
guribe3@gmail.com

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