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MARTA RUIZ

Revocatoria poco democrática

Es por ser de izquierda que se busca revocar a Petro, no por ser mal alcalde. Y si lo logran, el mensaje será muy negativo para un país que carga como un fardo su histórico déficit de democracia.

Marta Ruiz
8 de junio de 2013

Una cosa es que la revocatoria sea un mecanismo democrático, y otra que este sea usado para debilitar la propia democracia.

El viernes pasado la Registraduría Nacional avaló 357.250 firmas con las que se abre la puerta para una revocatoria del alcalde de Bogotá, Gustavo Petro. Aunque falta agotar algunos recursos legales, la realidad es que desde hoy la ciudad entra en un fatigoso pulso. Petro, su equipo, y buena parte de la izquierda de un lado; y el representante a la Cámara Miguel Gómez, y su alineación de derecha, del otro. Será sobre todo una disputa ideológica que poco tiene que ver con los destinos de la ciudad.

No existen motivos para revocar a Petro. Que haya poca gestión no quiere decir que se haya traicionado el programa propuesto. Y si los gobernantes fueran sacados a sombrerazos por las fallas administrativas que comenten en sus primeros meses, o por su lentitud, sencillamente no tendríamos alcaldes ni gobernadores. Ni siquiera presidentes.

Es profundamente injusto que la revocatoria, un mecanismo pensado para que los ciudadanos se defiendan de los abusos de sus gobernantes, se estrene con Petro, que recibió la ciudad hecha una catástrofe.

Petro no ha sido un buen alcalde. Es cierto. Pero también lo es que sus errores son parte de un aprendizaje democrático que tiene que vivir el país, si quiere realmente tener un régimen pluralista y abrir su espectro político. Un país que ha aniquilado a la izquierda cada vez que esta intenta llegar al poder, debe reconocer como mínimo que si ella no tiene experiencia en el gobierno, es en parte por esta macabra exclusión histórica.

Porque la derecha que Miguel Gómez representa, en su versión más arrogante y extrema, se ha engullido durante décadas toda la gobernanza. Menos, por cierto, la de Bogotá, que ha sido una ciudad marcadamente de centro izquierda.

Al mejor estilo de la tradición que encarna, Gómez usa los mecanismos formales del Estado para darle una puñalada a la democracia misma. Se pega a la amargura colectiva que se siente por el declive de la ciudad, que es real, para promover la segregación ideológica.

Es por ser de izquierda que se busca revocar a Petro, no por ser mal alcalde. Y si lo logran, el mensaje será muy negativo para un país que carga como un fardo su histórico déficit de democracia.

Se equivocan quienes piensan que éste es un escenario favorable para el alcalde, porque lo devuelve a la tribuna pública. Si a los problemas de Bogotá se le suma la polarización política, la derecha es la gran ganadora. De la polarización viven los sectarios. Miguel Gómez lo sabe mejor que nadie.

Twitter: @martaruiz66

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