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Negociar con los elenos

El autor analiza del porqué de la importancia de sentarse de inmediato a hablar con este grupo insurgente.

Semana.Com
27 de febrero de 2015

Desde algún lugar en las montañas de Colombia, Nicolás Rodríguez, alias ‘Gabino’, jefe del ELN, dice que ese grupo guerrillero lleva un año listo para sentarse a negociar con el gobierno colombiano y que ya “hay designados dos comandantes del nivel nacional del Ejército de Liberación Nacional y tres comandantes de región para los diálogos”.

Desde el Palacio de Nariño, el presidente Juan Manuel Santos responde, con algo de displicencia y sin afán aparente, que “este año vamos a comenzar un diálogo con el ELN”. Y agrega, “Estoy casi convencido de que así será.”

El afán del primero y el aparente desinterés del segundo le transmiten a uno la sensación de que la negociación ya empezó y que esas actitudes son parte del ejercicio. Pero no deja de preocupar la falta de claridad sobre el tema.

En mi opinión, el gobierno colombiano debe iniciar cuanto antes la negociación con el ELN. Seguramente habrá expertos en negociación que consideran que no es bueno adelantar negociaciones simultáneas con las FARC y el ELN porque se trata de grupos muy diferentes en su ideología y su manera de actuar.

De hecho, el presidente Santos lo admite: “Que ha sido difícil, no lo niego, el ELN tiene una estructura diferente, es más de toma de decisiones colectivas, tienen que consultarse entre ellos, tienen otra forma de pensar sobre muchos temas”.

Es cierto. El ELN y las FARC han mantenido siempre diferencias insalvables. Gracias a ellas fracasó la llamada Coordinadora Nacional Guerrillera. Pero no es buena idea que el hasta ahora exitoso proceso de paz con las FARC se vaya al traste porque el Estado comete el error de dejar una puerta abierta para que los guerrilleros que no sean capaces de reintegrarse a la sociedad encuentren un refugio para retomar las armas y el terrorismo.

En Colombia solemos creer que la solución a nuestros problemas consiste en cambiarles el nombre y rotar cada cierto tiempo en la agenda mediática a los presuntos responsables de nuestras desgracias.

Al Cartel de Medellín lo reemplazó el Cartel de Cali y a este el del Norte del Valle. A las Autodefensas Unidas de Colombia las sustituimos por los paramilitares y a estos por las bacrimes. Ahora estamos en temporada de clanes.

Si revisamos los titulares de los últimos días sobre secuestros, atentados, apoyo a paros y protestas, veremos que el ELN empieza a reemplazar a las FARC. Puede ser porque el ELN quiere llamar la atención o puede ser porque lo están culpando de todos los males para tapar el incumplimiento de las FARC de su promesa de cese unilateral. O puede ser, como dijo un avisado comentarista radial: “Las FARC están tercerizando con el ELN sus acciones terroristas.”

Como sea, si el presidente Juan Manuel Santos en verdad quiere entregar un país en paz, no puede dejar hendijas que les sirvan a terroristas, secuestradores, extorsionistas y matones como disculpa y refugio para volver a sus andanzas arropados con banderas cuyo significado político ya es historia.

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