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Robledo, el senador

Mientras muchos lo advierten como el gran referente de la oposición, también que lo es del coraje y la lucidez, y de la presencia en el Congreso, por fin, de una figura brillante.

Germán Uribe, Germán Uribe
7 de marzo de 2014

¿De dónde salió ese tal Robledo?, se preguntaba hace algún tiempo en su columna Cambalache de El Tiempo Daniel Samper Pizano. Y haciendo referencia a su titánica lucha contra la francachela neoliberal uribista del TLC con los Estados Unidos, cuenta, con su consabida chispa humorística tantas veces cargada de certeros vainazos que éste, en uno de sus más memorables debates en el Congreso, “sacó a bailar a tres ministros del gabinete, hizo rabiar a uno, descompuso al otro y consiguió que el tercero acabara llamándolo "infame, tres veces infame", como si fuese un bolero de Paquita la del Barrio.”  

Y es que, ciertamente, cuánta falta le estaba haciendo al parlamento colombiano una figura intelectual y política como la del senador ibaguereño Jorge Enrique Robledo quien, con todo y sus orígenes culturales de acentuada estirpe grecoquimbaya, porta en su estilo oratorio y en la urdimbre de la dialéctica todos los elementos de modernidad rigurosamente ajustados a los asuntos más sensibles de la Colombia del siglo XXI. Es decir, es un hombre estudioso afianzado en su tiempo que esgrime una estructura mental sólida y un lenguaje actualizado y con nítido enfoque futurista.  

Nadie como Robledo, que yo recuerde en los lustros resientes, salvo Alberto Santofimio Botero, ha sabido  sacudir el desgano intelectual y la mediocridad retórica en el Congreso Nacional, y pocos como él, en el marco del respeto por la democracia, han dado muestras de tanta franqueza y perspicacia en sus denuncias.  

Han sido muchos y tan valientes como contundentes sus debates en el senado. No sé de sus agites políticos y electorales en distintas regiones del país, salvo lo que dice el gobierno cuando con grabaciones editadas e ilegales, o con temeraria desfachatez, el presidente Santos a través de Fernando Carrillo lo acusa de “defensor de los campesinos y de la protesta social”. ¡Honor que le hacen! Sin embargo, y aunque a Robledo le queda mucho camino por recorrer en un país que no da muestras de querer cambiar, no está de más resaltar lo hecho por él hasta ahora, tras sus 12 años como parlamentario.   

Pese a que algunos dirigentes políticos no afectos a su causa y a que no pocos destacados columnistas del país lo miran con simpatía, los medios, cuando no están silenciando o menguando  sus logros de opositor al régimen, hacen lo indecible por desfigurarlo. Para muestra este botón: el diario El Tiempo, para “informarnos” sobre su enfrentamiento con el Ministro de Agricultura, registra escuetamente: “En unos audios del senador Jorge Enrique Robledo, revelados por el ministro de Agricultura, Rubén Darío Lizarralde, se escucha al congresista animando a unos supuestos sindicalistas a protestar contra el Gobierno “aunque tengan que aliarse con los ladrones”. Y este torcido redactor político del ahora medio propiedad del hombre más rico de Colombia, considera innecesario -o quizás “útil”- no completar la información con la aplastante explicación dada por Robledo tras señalar el comportamiento delictivo de quien le gravó su conversación privada con sindicalistas: “A la petición de ayuda de los trabajadores de Cerro Matoso… los invité a promover una unidad municipal para el reclamo y expliqué: ... voy a decir una cosa exagerada, pero la digo para que me entiendan, asociados incluso con los ladrones para que entreguen la plata de las regalías. ¿Sí me entienden? Estoy es exagerando...". 

Se evidencia aquí la falta de ética del periódico, como la ya demostrada por el Ministro de Agricultura, para atacar a una persona a partir de la manipulación de una exposición con todo y la reiterada advertencia del difamado de que ello era una simple exageración.

¡Qué mala leche¡ ¡Qué repugnante mala fe la del medio y su “redactor político”! Pero en fin, ya sabemos que ambos se complementan y necesitan.  

La persistente arremetida de Jorge Enrique Robledo contra los gobiernos de Uribe y Santos está por convertirse en antológica. Ha ganado con ella, y con la validez de sus argumentaciones, un inequívoco lugar de liderazgo en el país político. Sus debates al TLC, a Andrés Felipe Arias por el caso de Carimagua, el de las bases militares gringas en Colombia, el de Tom y Jerry, “los hijos empresarios del ejecutivo” y, en fin, aquellos sobre las regalías, el medio ambiente, los hidrocarburos y la minería, el café, Electricaribe, las espeluznantes “prestadoras de salud” EPS, el “inexistente” paro agrario, entre tantos otros, amén de haber propiciado la caída de nuestro embajador en Washington, Carlos Urrutia, terminarán por calar en la conciencia de muchos colombianos engañados por las trapisondas de la gobernante clase dirigente, moldeando una nueva forma de ver la crítica realidad económica, política y social por la que atravesamos. 

Y no tengo ninguna duda al respecto, al punto de que pienso que bien pudo haber sido él a quien la izquierda colombiana unificada le confiara la responsabilidad de asumir ese provocador reto de candidato en las elecciones presidenciales de mayo próximo. Quizás su verbo y su maestría pedagógica al exponer, su percepción de la problemática nacional y su arrojo, hubiesen sido factores determinantes para un eventual éxito electoral, sabiendo como sabemos del abismo que existe entre su figura intelectual y la capacidad limitada del resto de los candidatos actuales.  

guribe3@gmail.com

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