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¿Cuál paz señor presidente?

Es inaceptable que el presidente Santos, para aumentar caudal electoral con miras a su reelección, este hablando de firmar la paz antes de terminar el presente año.

Uriel Ortiz Soto, Uriel Ortiz Soto
16 de mayo de 2014

Lo que acaba de suceder en Tumaco, donde las FARC utilizaron dos niños bomba, que fallecieron al tirar el artefacto, dejando un saldo de ocho policías heridos, da para que los negociadores por parte de la FARC, den una explicación muy clara al país y a la comunidad internacional, de lo contrario, se debe proceder a dar por terminado el proceso de paz, en el cual ya poco creemos los colombianos. 

Los fusiles de la guerrilla no se han silenciado señor presidente, y los crímenes atroces continúan a la orden del día, con hostigamientos y masacres a la población civil, voladura a las infraestructuras, masacres de soldados y policías, y en fin, toda clase de atrocidades que ya se volvió costumbre entre este grupo de facinerosos, que después de 18 meses de diálogos, dejan entrever con sus actos de violencia que, la paz negociada,- como de buena fe la queremos todos los colombianos y la comunidad internacional-, no es el ideario que ellos persiguen, puesto que se les acabaría el negocio del narcotráfico y del crimen organizado.  

Es inaceptable desde todo punto de vista, que el presidente Santos, con el fin de aumentar se caudal electoral con miras a su reelección, este hablando de firmar la paz antes de terminar el presente año, cuando el país se debate en la etapa más crítica de toda su historia:

El paro agrario; la huelga del magisterio, la crisis de la salud; el hacinamiento carcelario, la inseguridad, la huelga anunciada de la Rama Judicial y de Avianca, sumado a la descomposición social que estamos padeciendo en términos generales, nos llevan a creer, que si bien la paz negociada es el camino, en este nuevo intento se dejaron cabos sueltos y ahí tenemos las graves consecuencias. 

Es cierto que constitucionalmente las políticas de paz están en cabeza del primer mandatario, pero, también a los ciudadanos nos asiste el derecho de conocer los pormenores del proceso, sin que esto vaya en detrimento de la seguridad de quienes lo manejan.   

Se está hablando de chuzadas a los sistemas de comunicación de quienes lideran el proceso de paz, - situación que bajo ningún punto de vista es aceptable-, pero, también es saludable analizar que todo se debe al profundo mutismo que viene guardando el Gobierno desde sus inicios, que sin lugar a dudas está llevando a crear un clima de desconfianza, por lo tanto no es raro que fraudulentamente se monten empresas expertas en interceptar información y después venderlas al mejor postor. 

Cuando comenzaron las conversaciones de paz en el mes de noviembre del 2012, lo advertimos por esta columna, al decir: que no estábamos preparados para lograrla, puesto que las FARC, con su discurso de desgaste de no son los responsables de tanta muerte y violencia; que no son narcotraficantes, y que la paz hay que firmarla de acuerdo a sus exigencias, empezaron a mandarnos una serie de mensajes cifrados para obligarnos  ponernos de rodillas y ofrendarles en nombre de la revolución cubana las dignidades de nuestro Estado de Derecho.   

La paz que tanto pregona el presidente Santos, no se ve por ninguna parte, siempre las FARC saludan con respuestas atroces a las buenas intenciones de los delegados del Gobierno en La Habana. Por eso, desde esta columna hemos sido muy recelosos en aceptar que dicho proceso sea manejado con intereses reeleccionistas, el país no sale de su asombro, puesto que desde un principio, así se ha querido imponerla, sin importar la forma y el costo que sea.

Considero que el acuerdo de paz debe ser libre y sin ataduras políticas, simplemente bajo un esquema de negociación, donde los responsables de crímenes atroces respondan por sus delitos, no podemos aceptar que estos sean purgados con trabajos comunitarios, como alegremente lo propone el fiscal Montealegre. Pretender que sesenta años de guerra y de desangre para nuestro país se vayan a pagar desgranando camándulas, es de tan tamaña equivocación, que lesiona los más elementales principios de la dignidad humana.

Eso de hacernos creer que el país está navegando por ríos de leche y miel, cuando la realidad es que nos encontramos atravesando la etapa más crítica de toda su historia, es una falta de respeto para con sus gobernados señor presidente y más que todo con los más necesitados, que después de cuatro años de Gobierno sus más elementales necesidades continúan tan latentes sin ninguna solución a la vista, hacernos creer también que usted, es el gobernante que Colombia necesita para otros cuatro años de penurias y desgracias, es pensar en que somos un país de borregos, etapa por cierto superada con los inicios de la Constitución de 1991.       

El nuevo paro agrario que aún continúa generando expectativas, si bien se apacigua por unos días mediante promesas temporales, continuará generando debates al interior de los diferentes gremios de la producción, puesto que aún, no se les ha dado solución a los más álgidos problemas que agobian a nuestros campesinos.

Nos encontramos a menos de ocho días de la primera vuelta de las elecciones presidenciales, y muy posiblemente millones de Colombianos, votarán atraídos por el acuerdo de paz, que en los actuales momentos se debate en La Habana – Cuba, sin embargo, no conocemos a ciencia cierta  el cronograma de desarrollo del llamado posconflicto, no hacerlo significa que se va a firmar un acuerdo a la topa tolondra y que muy posiblemente en virtud de los incumplimientos producto de las improvisaciones, a los pocos meses regresaremos a lo mismo. 

No olvidemos señor presidente y esto lo sabe usted muy bien, que el Banco Agrario, principal soporte para fomentar el desarrollo rural de nuestro país, está entrando al mismo proceso de agonía de la difunta Caja Agraria, que justamente se la robaron los delincuentes de cuello blanco incrustados en las altas esferas del Estado. 

urielos@telmex.net.co
urielos@hotmail.es

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