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Manguala presidencial eligió contralor

Es lamentable que los tres poderes públicos al unísono se hayan prestado para tan vergonzosa manguala. Una vez más se ponen en el ojo del huracán.

Uriel Ortiz Soto, Uriel Ortiz Soto
24 de agosto de 2014

No pasa año sin que por las altas cortes, el Congreso de la República o en el Ejecutivo se pasee el monstruo de la corrupción dando cátedras de buen juicio y comportamiento, puesto que definitivamente ya es el rey que manda. Todo se volvió costumbre y la costumbre hace ley. 

No existe organismo del Estado sin que este monstruo tenga extendido sus tentáculos. Lamentablemente quienes han luchado por frenarlo se encuentran en los cementerios o en las cárceles, puesto que sus agentes tienen tanto poder que con un solo guiño se prenden las alarmas para sacar corriendo al intruso que pretenda descubrirlos.

¡Qué desgracia para nuestro país! Con semejante manguala, se avecinan tiempos difíciles para nuestra patria martirizada, ultrajada y ensangrentada, por quienes no tienen la decencia de gobernarla con pundonor y honradez para el bien de las presentes y futuras generaciones, que se están levantando en medio de dos guerras: la del Estado contra el propio Estado de Derecho y la de las juventudes que se están yendo por los caminos de la violencia y la drogadicción, se sienten tan solos y abatidos que ya no les importa su propia existencia. 

El matoneo en escuelas y colegios es precisamente el producto del mensaje tan nefasto que nuestros gobernantes están entregando a los jóvenes, que ven su futuro obnubilado ante tanta corrupción, violencia e incertidumbre. Aunque no lo creamos, todos estos malos ejemplos van haciendo mella en su personalidad, finalmente los vuelve huraños y retraídos con problemas explosivos de comportamiento. Son miles los casos que se han logrado detectar, pero todo está bajo un solo patrón y es el mal ejemplo que están recibiendo de sus mayores, especialmente de la clase dirigente.  

Nuestros gobernantes no se están dando cuenta que en las escuelas, colegios y universidades se está jugando a los nichos de la corrupción y ya son varios los rompecabezas que se han encontrado en las mochilas de los adolescentes, puesto que este fenómeno se les volvió tan común que ya prácticamente entró a formar parte del lenguaje cotidiano. 

Lamentablemente, es el mal ejemplo que nuestros estudiantes están recibiendo de sus mayores y dentro de su entorno por los noticieros de radio y televisión escuchan cómo se desfalca un departamento, o municipio, o cómo se roban el presupuesto para una obra de gran calado comunitario. 

¿Será que los honorables magistrados de las altas cortes, congresistas y el señor presidente de la República que como jefe de Estado no se han dado cuenta que al jefe del control fiscal le corresponde supervisar los presupuestos de cada uno de los tres poderes públicos y que por lo tanto debe tener absoluta independencia para que sus actos de fiscalización sean tranparentes? 

Con sobrada razón son muchas las voces autorizadas de ciudadanos que claman por que los jefes de los organismos de control del Estado (Contraloría General de la República y Ministerio Público) sean elegidos por voto popular. Pero lamentablemente en nuestro país es imposible que esto suceda, puesto que el monstruo de la corrupción tiene más poder que nuestro propio Estado de Derecho. 

Es bastante escabroso ver cómo en la Contraloría General se inician juicios de responsabilidad fiscal contra altos funcionarios del Estado y la mayoría de las veces se diluyen en investigaciones vagas, que a nada conducen. Es el caso por ejemplo de varios departamentos donde se han proyectado obras nacionales con dineros del Estado y finalmente los contratistas se roban los dineros y las obras o no se realizan o se quedan inconclusas. 

Buena parte de los elefantes blancos dispersos por todo el territorio nacional son consecuencia de la precaria fiscalización de los agentes de la Contraloría en los respectivos departamentos y municipios, que en no pocas veces terminan amangualados con los políticos de turno para robarse los dineros asignados.

Hay que admitir la meritoria labor que cumplió la contralora saliente Sandra Morelli, que a pesar de haber descubierto durante su gestión varios entuertos administrativos, sale seriamente cuestionada por el contrato de cambio de sede de la entidad. Esperamos que salga muy bien librada de esta investigación y que la Fiscalía haga su ejercicio lejos del mundanal ruido y revanchismos políticos. 

No olvidemos que fueron muchos los callos que dicha funcionaria pisó durante su gestión en el alto gobierno y no son pocos los funcionarios de distintos niveles que se encuentran encarcelados o próximos a ser enjuiciados por su acción fiscalizadora.  

Después de la repartija burocrática que beneficiará a todos los que contribuyeron con su voto para la elección del nuevo contralor por orden del señor presidente de la República, vendrán los contratos amañados y el tape y tape de los chanchullos y peculados con el presupuesto nacional. 

Es inaudito y vergonzoso que el señor presidente, en lugar de dar ejemplo de imparcialidad e independencia, se hubiese lanzado a respaldar la candidatura del doctor Edgardo Maya como nuevo contralor General de la República. Pero lo más  grave es que fue con la advertencia de que dicho señor se encuentra inhabilitado por diferentes circunstancias. La primera de ellas porque se aproxima a la edad de 65 años, de retiro forzoso para los funcionarios públicos; y la segunda, que con el guiño presidencial se perdió toda la solemnidad de la elección,  convirtiéndose en una componenda donde muy seguramente se derivarán una serie de situaciones que con el correr de los días se irán detectando.

urielos@telmex.net.co

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