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Santos y su repunte a toda marcha

Y si gana otra persona, ¿a quién asignarán las licitaciones? ¿A contratistas que sí hagan las obras? ¿Y quién chuzaría a la oposición?

Daniel Samper Ospina
15 de mayo de 2010

Desde que adherí a la campaña de Juan Manuel, mi vida ha mejorado ostensiblemente. Es cierto que he tenido que soportar a J.J. Rendón en algunas reuniones, a las que ingresa, déspota, para dar órdenes: enfundado en esos vestidos sin cuello que le dan un aire a Neo, el de Matrix, pone los pies sobre la mesa y comienza a gritarle a Roy Barreras que le sirva un tinto; a Rodrigo Rivera, que imite la voz de Uribe para hacer una cuña; a Clopatofsky, que deje mensajes insultantes en los foros de Internet; a Armandito Benedetti, que encere la carretera de Las Palmas por si Fajardo sale a hacer ejercicio.

Es un poco brusco, pero nadie niega que desde que nos enseñó a ser pícaros estamos repuntando. Ya nadie habla de los pecados de Juan Manuel; el tema ahora es saber si Mockus es ateo o no: ¡que aprenda de nuestro candidato, hombre piadoso que reza a diario por las madres de Soacha!

La verdad es que no es fácil hacer ganar a un candidato que gaguea y tiene ojos de shar pei, pero J.J. ha encontrado la manera de que semejante hombre parezca una persona juvenil y fresca: hace poco, por ejemplo, Santos confesó que un día, en su adolescencia, fumó marihuana; debía estar pasada, y eso puede explicar la congestión facial, el tartamudeo leve y el cinismo absoluto que hoy le conocemos. Más medido, en cambio, Mockus se abstuvo de confesar que una vez, en su adolescencia, hubo un día en que NO fumó marihuana.

Pero J.J. es muy hábil, y la verdad está haciendo un gran trabajo para que Juan Manuel herede la banda presidencial. ¿Cuál banda? Pues la que opera en Palacio, que está integrada por alias 'el Curita', alias 'la Mechuda' y demás personajes semejantes.

Ahora la idea de J.J. es que la gente entienda que Juan Manuel es igual a Uribe. Por eso, nos puso a armar marchas de agradecimiento al Presidente para que el candidato las encabece. Esta semana hicimos una en Medellín. A finales de mayo la haremos en Bogotá.

En simultánea, debemos infundir el temor de que cualquier otro candidato dará un timonazo hacia la hecatombe. Y no es un temor infundado, porque si gana otra persona, ¿a quién asignarán las licitaciones para construir obras de infraestructura? ¿A contratistas que sí las hagan? ¿Y cómo manejarían al Congreso? ¿Sin dar notarías, acaso? ¿Y quién chuzaría en adelante a la oposición?

En cambio, Santos despeja esas incógnitas porque representa la continuidad. Al menos la de José Gabriel en la casa de huéspedes durante las vacaciones, que eso ya es algo.

Ahora bien: nadie niega que los peores escándalos de este gobierno estuvieron en el área de la seguridad, donde trabajó Juan Manuel. El bombardeo a Ecuador, los 'falsos positivos', 'las chuzadas'. Pero no nos digamos mentiras: tampoco son asuntos tan graves. Fueron simples picardías. Lo de los 'falsos positivos' puede verse como un exitoso programa que ayudó a reducir el número de pobres. Y lo de las 'chuzadas' es una política necesaria, aunque es cierto que se pueden hacer algunas mejoras: yo, al menos, no interceptaría nunca a Rafael Pardo. ¿Para qué? Se la pasa hablando con el senador Cristo. ¿Y qué puede tener de interesante una charla entre ellos dos:

- No vayamos en chalupas pogque se hunden; allá hay fegocaguil.

- ¿Hay qué?

- ¡Fegocaguil!

- No le entiendo. Vamos en chalupas.

Pero regreso a la marcha, que va en la misma línea de gratitud batracia que inspiró en 'el Pincher' Arias la idea de crear el 'Centro de Pensamiento Álvaro Uribe Vélez', un hito pedagógico cuya sede será construida por Andrés Uriel y en el que José Obdulio dictará clases de ética y Luis Guillermo Giraldo, de contabilidad.

Tan pronto J.J. nos dijo que convocáramos la marcha, me preparé con gran entusiasmo. Ya sabía qué poner en los letreros: "Presidente, ¡gracias por los 'falsos positivos'!". "Por haber gastado más en seguridad que en educación". "Por Agro Ingreso Seguro". "Carimagua, presente con Uribe". "Religión y Estado: ¡Unidos!". "Los diplomáticos de carrera estamos con usted".

Pero cuando fui a hacer las pancartas no quedaban cartulinas. Los desplazados -los cuatro millones que dejó este gobierno- las agotaron para usarlas en los semáforos. Opté, entonces, por llamar a William Vélez, el amigo de Uribe que gana tantas licitaciones: era el único capaz de conseguir que el Estado le asignara en dos minutos un contrato para producir cartulinas.

Pero cada vez que hablo con él caigo en la tentación de hacerle decir palabras que no sabe pronunciar. Es un poco infantil, lo reconozco, pero no me puedo resistir. Ha habido otros líderes con problemas de expresión: Demóstenes, que se metía pequeñas piedras bajo la lengua; Navarro Wolf, que aún hoy habla con rocas y melcochas calientes en el paladar. Pero nadie es como William:

-Aló, ¿don William?

-¿Sí?

-Diga reelección.

-Relesión.

-Diga Familias en Acción.

-Familias en Asión.

Ah, miserable, que no pronuncia la x, con lo bonito que suena. La única manera de que lo haga es pedirle que diga escenario: ahí sí dice exenario.

Sin letreros, no pienso ir a la marcha. No vale la pena. Pero vayan ustedes: dejen relojes, cadenas y otros objetos de valor en la casa, y súmense a ella. Mándenle saludes a J.J. Y apoyen la continuidad de este gobierno eligiendo a Juan Manuel. No en vano es el candidato de Uribe, el hombre que acabó con la inseguridad del país. Y con el país.

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