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Se acabó la izquierda

El presidente del Polo está preso de la vanidad que le produjeron los dos millones de votos que obtuvo

Semana
9 de febrero de 2008

Después de que internamente los miembros del Polo debatieron a fondo sobre la posibilidad de no hacerse presentes en la marcha del lunes, para no hacerle el favor a Uribe, optaron por una fórmula rarísima: pararse en la Plaza de Bolívar pero no marchar.

Además, a través de avisos de prensa, le informaron a la ciudadanía que aunque ellos condenan el secuestro y los demás crímenes de guerra y de lesa humanidad cometidos por las Farc, no protestarían contra las Farc sino contra la guerra. Y contra la guerra, a pesar de que reconocen el ejercicio legítimo de la fuerza por parte del Estado, una de cuyas funciones debe ser la de evitar con sus armas que las Farc se lleven a otros colombianos a sus campos de concentración. Es decir: no al secuestro, siempre y cuando no haya que utilizar la guerra. Porque en sus prioridades, primero está el no a la guerra y después el no al secuestro, según los avisos de prensa.

Semejante ambigüedad del Polo ante algo tan claro como el "no más Farc" cayó bastante mal entre la ciudadanía. Ni la disculpa de que era apenas una cara de la violencia colombiana; ni la de que le daba la razón a la política de seguridad de Uribe; ni la de "mejorar" la causa original de la marcha añadiéndole el "sí a la vida, a los acuerdos humanitarios y al diálogo" , impidió que el Polo hubiera quedado como un parche amarillo de mezquindad.

Pero el Polo, como el partido de la izquierda colombiana que es, ideológicamente ya venía pasando aceite. La crisis comenzó cuando el presidente Hugo Chávez optó por aliarse con las Farc como una fórmula expansionista de su revolución bolivariana. El problema con el que se topó Chávez fue que, salvo por Nicaragua, a la que le interesa explotar el conflicto marítimo con Colombia, Chávez y las Farc se quedaron solos en el continente. Pero a su vez, así de solos, coparon el espacio que la izquierda venía abriéndose en Colombia.

En resumen, la revolución chavista quedó apoyada por el 1 por ciento de simpatía que tienen las Farc en Colombia, en momentos en que internamente, la favorabilidad de Chávez se ha desplomado al 10 por ciento y su desfavorabilidad ha escalado al 76 por ciento.

¿Qué debía hacer el Polo ante este dilema? No salir el lunes lo dejaba alineado del lado de Chávez y las Farc, con el riesgo de correr la misma suerte que Piedad Córdoba, que claramente tomó la decisión de matricularse allá. Prefirieron salir como lo hicieron, ambiguamente, anunciando por medio de avisos de prensa que no marcharían contra las Farc aunque censuren sus métodos.

Copada la izquierda por Chávez y las Farc, los partidos políticos colombianos, incluido el Polo, han quedado obligados a irse corriendo hacia el centro, con lo cual, las perspectivas electorales hacia 2010 van a recorrer una gama que seguramente partirá desde ese centro hacia la derecha uribista.

Tenía razón el Polo con sus temores de hacerse parte de la marcha del lunes. El culillo no se debía a que el gobierno la hubiera politizado: esa fue la disculpa que encontraron. Sino porque al quedarse sin el espacio que habían conquistado como partido de izquierda, el lema de la marcha de "no a las Farc" amenazaba, como efectivamente lo hizo, con desnudarlos ideológicamente.

Mucho antes, Lucho y Petro se dieron cuenta de que esto les venía pierna arriba, e inteligentemente ya habían iniciado su proceso de "desfarquización", aun antes de que se cerrara la llave Chávez-Farc. A Carlos Gaviria, el presidente del Polo, preso en la vanidad de los dos millones de votos que obtuvo como candidato presidencial, lo agarró esta alianza mal parado. Tan mal parado que finalmente el Polo ni estuvo ni no estuvo en la marcha, lo que le produjo a su partido un desgaste público del que parecía que no iba a poder recuperarse.

Y digo no iba, porque la "genialidad" que llevó al partido de La U, tres días después de la marcha, a lanzar la tercera presidencia de Álvaro Uribe, se le convirtió al Polo en un salvavidas que jamás habría esperado que viniera de sus grandes opositores. Y de ahí están agarrados Gaviria y compañía. (Que la marcha sí era para la reelección, que marchar contra las Farc sí era hacerle el favor a Uribe, y que el dilema no es el de Uribe o Farc, sobre todo menos ahora que planea hacerse reelegir por segunda vez). ¡Qué torpeza la de La U!

De todas maneras, queda abierto el interrogante de si Carlos Gaviria, al comando del Polo, logrará recuperar la bandera de la izquierda colombiana que le arrebató el eje Chávez-Farc, sin correr el riesgo de arrimarse por allá.



ENTRETANTO... A mí que me expliquen: ¿Si Samuel no va a hacer el parque en el campo de polo del Country, se lo va a devolver al club?

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