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Se cae un avión

Si se suman los muertos de los atentados terroristas que se cometen a diario en el planeta, el resultado supera con creces los 153, y eso sin los heridos

Antonio Caballero
23 de agosto de 2008

Se cae un avión en el aeropuerto de Barajas en Madrid y deja 153 muertos. Se paraliza toda España. La población guarda un minuto de silencio, inmóvil en las calles. El Presidente del gobierno deja sus vacaciones de agosto para hacerse cargo en persona de... ¿de qué exactamente? ¿De los funerales? ¿Del luto nacional? Sí: el Presidente del gobierno decreta luto nacional por las 153 víctimas mortales de la tragedia.

Los Reyes de España interrumpen, ellos también, sus vacaciones en la isla de Mallorca. Las banderas se izan a media asta. Una comisión especial de quince expertos españoles y extranjeros se reúne para investigar las posibles causas de la caída del avión (de las cuales ha sido descartada desde el primer momento la de un atentado terrorista). No he visto los noticieros de la televisión española: pero los de la colombiana se han mostrado tremendamente compungidos, a la vez que solidarios. Del mismo modo se han comportado los periódicos, que han dedicado casi en su totalidad las páginas de su sección de noticias internacionales al accidente.

Me parece, con perdón, bastante exagerado todo esto.

Se trata solamente de un accidente, al fin y al cabo. Estadísticamente no tiene nada de extraordinario. Es una tragedia, sí, para los que murieron en él y para sus familiares y amigos. Pero no es una tragedia más grande que los 153 accidentes diarios que ocurren en las carreteras sin que España ni la prensa y la televisión colombianas se paralicen, guarden minutos de silencio, se entreguen a una maratón de lamentaciones. A diario hay 153 muertos en la guerra de Irak, en la de Afganistán, hasta en la guerrita de Osetia, para no hablar de la guerra de Colombia que el gobierno colombiano niega que existe. A diario mueren de hambre no sólo 153, sino algo así como 153.000 niños en el mundo. Si se suman los muertos de los distintos atentados terroristas que se cometen a diario en el planeta, el resultado supera con creces los 153, y a eso hay que sumar los heridos. Sin salir de Madrid, el atentado de hace cuatro años contra los trenes de la estación de Atocha dejó 191 muertos y casi dos mil heridos. Un atentado criminal, no un accidente estadístico. Más de 153 cada día debe ser el número de muertos que causan en el campo colombiano las nuevas bandas paramilitares que según el gobierno están desmovilizadas. Qué tal que no lo estuvieran.

Insisto. La reacción ante el accidente del aeropuerto de Barajas me parece completamente desproporcionada.

¿Y los milagros? Titulan los periódicos: "Otro milagro colombiano en la tragedia de Madrid". Y lo detallan: "Un compatriota de sólo ocho años también escapó de la muerte". Pero ¿por qué es un milagro? ¿Por qué fuera un compatriota, porque tuviera ocho años, porque escapara de la muerte? ¿Y los que no escaparon? ¿Y por qué va a ser "colombiano" ese milagro, suponiendo que sea un milagro?

Tal vez sí sea las dos cosas. En el periódico, la noticia que rivaliza en despliegue con la del accidente de Barajas (titular a dos columnas en la primera página, aunque sin foto) es una de información local: "Procuraduría pide a Corte endurecer el control a salud". Se trata de que la Corte declare el "estado de cosas inconstitucional" en materia de salud. Una situación de emergencia para evitar que, por desidia del Estado, se siga violando de manera sistemática el derecho de los colombianos al acceso a la salud. De manera que sí: el hecho de que un niño colombiano de ocho años no haya muerto puede ser considerado un verdadero milagro.

Sobra decir que el periódico aclara la noticia sobre la protesta de la Procuraduría diciendo: "Ministro controvierte informe". En efecto, Diego Paacio, ministro de la Protección Social, salió a decir que la situación no es como la pinta la Procuraduría, sino exactamente al revés.

Si el accidente de Barajas hubiera ocurrido aquí, el Ministro habría salido a negarlo.