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¿Se nos enloqueció el hombre?

Con este gesto, Uribe demuestra que el gobierno colombiano está interesado en hacer lo de fondo, y que las Farc están más interesadas en hacer lo de forma

Semana
2 de junio de 2007

Me declaro una de los millones de colombianos que han recibido con profunda perplejidad la decisión del presidente Uribe de liberar a un grupo de guerrilleros de las Farc, que en este momento no se sabe si van a ser 100, 300 ó 1.000. Salvo por la posibilidad de que el Presidente se nos haya enloquecido, esta explosiva decisión tiene que tener unas profundas razones políticas.

No puede ser posible que gratuitamente, el Presidente entregue la única herramienta de negociación que tiene el gobierno para sacar del infierno a sus secuestrados.

Por eso, he hecho el esfuerzo de imaginarme cuál es esa "razón de Estado" a la que ha hecho alusión el Presidente, y me atrevo a asegurar que el día en que nos la explique, no habrá sorpresas. Se trata simplemente de mover una ficha muy arriesgada en el tablero de ajedrez que enfrenta desde hace tanto tiempo al gobierno con las Farc, con un ingrediente nuevo: la absoluta complicidad del gobierno francés.

Lo que está haciendo el Presidente colombiano con los guerrilleros de las Farc es una iniciativa muy propia del estilo de su gobierno, pero además logró con gran habilidad que el nuevo Presidente francés "le cogiera la caña". Seguramente harto de que lo acusen de ser un desalmado que no ha querido hacer algo tan aparentemente sencillo como desmilitarizar dos municipios para entregar allí unos guerrilleros a cambio de unos secuestrados, Uribe se va a jugar la ficha de liberarlos unilateralmente para que quede claro que la liberación se está produciendo por cuenta del gobierno y no por cuenta de las Farc, lo cual no desligitima, sino, por el contrario, legitima al Estado colombiano.

Este gesto tiene una grandísima importancia internacional, ahora cuando la globalización obliga a que los países justifiquen su soberanía por fuera de sus fronteras para obtener mayores márgenes internos de maniobra.

Con este gesto, el Presidente ha dejado muy claro que el gobierno colombiano tiene voluntad de hacer lo de fondo, que es devolver a los guerrilleros en un gesto humanitario, mientras que las Farc están más interesadas en lo de forma, que es hacer su show en los municipios desmilitarizados. El gesto humanitario del gobierno, sin que esté pactada reciprocidad alguna, tiene un gran valor político que el gobierno francés -es lo que yo supongo- va a llevar próximamente a la mesa de reunión de los países del G-8, y va a utilizar para conseguir el apoyo de gobiernos como el de España y el de Brasil. Cuando eso haya sucedido, será muy probable que la situación estratégica internacional de las Farc quede irreversiblemente lastimada.

Pero si bien hacia afuera la ficha que Uribe está jugando no tiene pierde, hacia adentro es tremendamente arriesgada. Al Ejército, a la Fiscalía, a los jueces les debe repugnar. Al igual que a millones de colombianos que votaron por Uribe para que cogiera a los guerrilleros, no para que los soltara. A los familiares de los secuestrados les parece que la movida de Uribe los deja sin pasaje de regreso, y han pasado de reclamar que suelten a los guerrilleros a que no los suelten. A las Farc las enfurece porque divide a sus huestes -habrá un grupo significativo de sus guerrilleros que acepten las condiciones del gobierno y se dediquen a ser promotores de la paz- pero, además, les desmonta el show de Pradera y Florida, que era una especie de jugada consagratoria de su poder. Y ciertamente los deja sin disculpa para soltar a los secuestrados, pero también, y principalmente, para no soltarlos.

Mejor dicho, mientras el acto de Uribe consolida a varios países del mundo, con Francia a la cabeza, como un grupo aliado del gobierno colombiano contra las Farc porque ya ningún país podrá alegar que el Presidente colombiano se niega a hacer gestos humanitarios, hacia adentro puede ser un tremendo fracaso político y militar. Que no suelten a los secuestrados y que, en cambio, algunos de los guerrilleros liberados incumplan su palabra y reincidan, son dos factores de alto riesgo.

Pero ¿qué puede ser peor que lo que había hasta ahora: las Farc planteando una forma de intercambio humanitario, el gobierno, otro; los familiares llorando a sus secuestrados, y el vagón de los acontecimientos absolutamente estático?

Por fin el vagón se movió.

Y por eso repito: o se nos enloqueció el hombre, o sabe exactamente lo que está haciendo.

 
ENTRETANTO… La moción de censura contra Juan Manuel Santos les debería dar vergüenza a los opositores del gobierno. En lugar de que la delicada situación del país sirva para unirnos quienes podríamos acordar un gran frente de recuperación institucional partiendo de distintas vertientes políticas pero democráticas, resolvemos utilizarla para canibalizarnos entre nosotros mismos. ¿Pero será suficiente para tumbar al Ministro de Defensa que se haya declarado 'culipronto'? ¿O que como particular 'culipronto' se reuniera hace años con cabecillas de las Farc y las AUC para acordar un cese de hostilidades? ¿O que a Hugo Chávez le caiga gordo Santos porque como periodista criticó la carrera armamentista venezolana? ¿O la aparición de unas grabaciones telefónicas ridículas como las de Moreno de Caro y la ex canciller Araújo pidiendo consejos para pintar la pared de su sala, y muy serias como las de los paramilitares planeando fugas o concretando sus diversiones sexuales? Senador Juan Fernando Cristo, uno de los principales promotores de la moción de censura: ¿Usted puede asegurarme que durante el gobierno de Ernesto Samper, al que perteneció, nunca me grabaron a mí?

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