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¿Se está ganando la guerra contra las Farc?

El verdadero ministro de defensa es Alvaro Uribe Vélez, y es esta fe de los colombianos en su comandante en jefe lo que nos hace pensar en un resultado exitoso.

Semana
1 de mayo de 2005

En menos de 15 días, una serie de eventos desafortunados ha puesto en tela de juicio la eficiencia de la política de seguridad democrática del presidente Álvaro Uribe. Sobre todo están los hechos de Toribío. Por primera vez en mucho tiempo, contrariando su costumbre de atacar y replegarse, la guerrilla no sólo continuó camuflada en los alrededores del casco urbano hostigando a sus habitantes con disparos y tanques bomba, sino que se trasladó después a Jamundí. En el interregno los guerri- lleros dieron todo tipo de entrevistas a los medios, dando la impresión, con su presencia en caminos aledaños, de que su presencia era indefinida. Para empeorar el panorama, vinieron los partes pesimistas de los gurúes de la guerra y la paz. El politólogo Alfredo Rangel describió en El Tiempo su impresión de que por cuenta del Plan Patriota, que tiene al Ejército concentrado en atacar la retaguardia de las Farc en Caquetá, Meta y Guaviare, se han descuidado zonas estratégicamente muy valiosas para las Farc como el Cauca. Este departamento se ha convertido en un centro productor de coca, es una salida al Pacífico y serviría de puerta con el Ecuador para el contrabando de armas. Otro gurú, el politólogo y ex miembro del ELN León Valencia, aseguró también en su columna en el mismo periódico que los hechos de Toribío habían sido un aguijonazo para la política de seguridad, y que las estructuras fundamentales de la guerrilla están intactas. A las opiniones de los expertos se sumó la dificultad que tiene el ministro de Defensa, Jorge Alberto Uribe, para comunicarse con la opinión. Su parte de normalidad en Toribío parecía de mentiras, confrontado con las imágenes de niños caucanos atrapados en su propia escuela entre dos fuegos. Y como si lo anterior fuera poco, vino el llamado a calificar servicios de cuatro generales que no compartían la conveniencia de la decisión presidencial de reorganizar al Ejército en comandos conjuntos. La despachada que los generales se pegaron en los medios de comunicación contra el Ministro de Defensa y contra sus superiores, el general Ospina y el general Castellanos, fue prueba suficiente de que a esos generales había que sacarlos. En medio de este panorama, los colombianos carecemos totalmente de elementos para responder a la pregunta que toca hacerse: ¿se está ganando realmente la guerra contra las Farc? En mi calidad de ciudadana del montón, ni yo misma puedo decirlo. El Ministro de Defensa estaba diciendo la verdad pero no logró que se la creyeran. Aunque demorado por razones del clima, el Ejército sí logró en un par de días recuperar a Toribío. No se le dijo claramente a la opinión que se estaba haciendo presencia en un municipio al que durante muchos años no tuvo acceso la Fuerza Pública, y cuya difícil topografía permitió que la guerrilla se mantuviera camuflada en las faldas de los montes desesperando, al mejor estilo de la guerra maoísta, a la población y al propio Ejército. A mí, entre lo malo de esta situación, me pareció que sirvió para despertar a la opinión, que por momentos cree amodorradamente que esta guerra contra las Farc está ganada. Eso no le conviene ni cinco al futuro de la política de seguridad del Presidente, condenada a seguir recibiendo golpes contra su credibilidad. No tengo duda de que Uribe está haciendo lo que nos ofreció en su campaña. Aunque ya serán los resultados los que demuestren la eficiencia, y aunque lo que estos terminen demostrando sea que la política de seguridad democrática era una locura, Uribe está dando muestras de ser totalmente coherente en esa locura, y proyecta una seguridad, una tenacidad y una continuidad que por ahora nos tiene tranquilos a los colombianos. Que el Ministro de Defensa no logre los resultados de apaciguar a la opinión no importa. El verdadero ministro de Defensa del gobierno es el señor Álvaro Uribe Vélez, y es esta fe de los colombianos en su comandante en jefe lo que nos hace pensar que todo esto tiene que conducir a un resultado exitoso. Los colombianos no sabemos si, como dicen los gurúes, las estructuras de las Farc están intactas o no. Pero tener a 17.000 combatientes echándoles bala durante más de un año con un plan estratégico y con el desahogo económico proporcionado por el Plan Patriota no puede terminar dando unos resultados insustanciales. Nadie le gana al Presidente en comunicar acción y convicción. Y con esas tablas salvavidas, los colombianos seguimos dispuestos a mantener a flote nuestras esperanzas en su política de seguridad democrática. Entretando...Con todo respeto...Pago por no hacer rafting en el río Magdalena.

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