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¿Será verdad la revolución agraria?

Una revolución es la apelación a procedimientos expeditos, el derrumbe de viejas instituciones y la decisión de doblegar a quienes injustamente se interponen en el camino.

León Valencia
31 de marzo de 2012

Señor presidente, a pocos meses de haber ganado las elecciones usted empezó a usar la expresión 'Revolución Agraria' para referirse a las transformaciones que quería realizar en el campo. Esta semana insistió en esa denominación en medio del debate que se desató por la salida de Juan Manuel Ospina? de la gerencia del Incoder; del escabroso incidente en que el líder campesino Manuel Ruiz fue asesinado en compañía de su hijo, luego de ser retenido y puesto en libertad por la Policía, y de la determinación del expresidente Uribe de recorrer el país en una cruzada contra la Ley de Reparación a las Víctimas y de Restitución de Tierras. Veo que quería reafirmar esa idea aun en un momento de dificultades.

Señor presidente, de usted he oído varios calificativos negativos, pero nunca he escuchado que lo llamen demagogo o populista, por eso quiero creer que las palabras que utiliza para referirse a su programa para los campesinos colombianos tienen un sentido verdadero y obedecen a la convicción de que sin un quiebre en la tradición agraria no habrá paz y tampoco un gran salto en la economía nacional.

A partir de esta consideración decidí convertir esta columna en una carta abierta para señalarle las enormes dificultades que advierto en la definición y en la aplicación de su política para el campo. Sé que aún es muy temprano para hacer un juicio definitivo. Es cierto que ya han transcurrido 20 meses de su gobierno, pero las disposiciones sobre restitución de tierras entraron en vigencia hace tres meses y la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario apenas inicia su trámite en el Congreso.

Se cometió un error al no tomar la vía administrativa para la restitución. La experiencia internacional indicaba ese camino. El proceso judicial, así sea extraordinario y un poco más asequible, implica grandes dificultades y riesgos para los campesinos. Ya empezamos a ver la lentitud en la instalación de los tribunales, la escasa asesoría jurídica para las víctimas y la nube de abogados que acompaña a los usurpadores de las tierras.

Veo que en el proyecto de ley de tierras y desarrollo agrario sí se contempla la expropiación administrativa alegando motivos de utilidad pública e interés social. Pero antes de llegar allí se contempla un proceso de negociación de los predios que, tal como ocurrió en los años setenta, se convertirá en una jugosa transacción de terratenientes parasitarios con el Estado. Así, ante la escasez de recursos públicos, solo se logrará transferir a los campesinos unos cuantas hectáreas de tierra.

Señor presidente, una revolución, así sea hecha desde arriba, con estricto apego a la ley, es la apelación a procedimientos expeditos, el derrumbe de viejas instituciones y la decisión de doblegar a quienes de manera injusta se atraviesan en el camino. Es la decisión de invertir recursos extraordinarios y movilizar a grandes fuerzas sociales para alcanzar el objetivo.

Juan Manuel Ospina ha puesto el dedo en la llaga. Sin una transformación radical del Ministerio de Agricultura y del Incoder no habrá nada. Sin una multiplicación de los recursos financieros para el sector, tampoco. Pero habrá menos si no se le mete la mano a los ganaderos, los principales poseedores de tierras usurpadas o acaparadas en los largos ciclos de violencia del país. Ahí está Jorge Visbal Martelo, anterior presidente de Fedegán, en la cárcel por sus vínculos con los paramilitares; ahí está José Félix Lafaurie, actual líder del gremio, mencionado por los grandes jefes de las autodefensas en los procesos de justicia y paz. No declinan. Serán los principales apoyos de Uribe en su lucha contra la restitución y la redistribución de las tierras.

Usted, señor presidente, tiene claro que sin una alianza con la sociedad civil no habrá la revolución agraria que proclama, se lo oí decir el 4 de diciembre en el Palacio de Nariño, pero tiene a su lado personas como Alejandro Reyes que no creen en esto y dedican bastantes esfuerzos a denigrar de las organizaciones no gubernamentales que se acercan para ayudarle en su empresa bastante difícil e improbable de transformar el campo.

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