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SERPA Y EL CONTINUISMO

Antonio Caballero
21 de julio de 1997

La principal crítica que se le hace a la candidatura presidencial de Horacio Serpa es la de ser 'continuista'. Como Serpa ha sido ministro de Ernesto Samper, eso significa que todo va a seguir igual.Lo explica Rodrigo Pardo (otro ex ministro de Samper) en su columna de la revista Cambio16. Dice así: "En muchos años de historia política reciente no se había presentado el caso de unmiembro del gobierno saliente que, a título de continuismo, se hubiera constituido en una de las cartas más fuertes para suceder a su ex jefe". No sé qué entienda Rodrigo Pardo por "historia reciente", o por "muchos años". Pero a mí, personalmente, me cuesta trabajo hallar en la memoria el caso de un solo presidente de Colombia que no haya sido ministro de su predecesor. En la "historia reciente" el más reciente es, claro, el propio Ernesto Samper, que fue ministro de Gaviria. Y si nos remontamos hacia atrás "muchos años" (digamos siete u ocho, que para el joven ex ministro Pardo deben de ser "muchos") encontramos también el caso de Gaviria, que fue ministro de Barco. Y así sucesivamente, como en las historias de la Biblia: Adán engendró a Seth que engendró a Enoch que engendró a Cainan que engendró a Mahalaleel... Tal vez el único gobernante de Colombia (o de la Nueva Granada, o de la Tierra Firme, o de como quiera que se llame este país de nombre tan cambiante y gobiernos tan continuistas) que llegó al poder sin haber sido funcionario del gobierno anterior sea el Licenciado Jiménez de Quesada, en el siglo XVI."Los mismos con las mismas", como diría... Horacio Serpa, supongo. Y sin embargo es muy posible que este mismo Horacio Serpa a quien hasta sus ex colegas de gabinete tachan de "continuista" llegue a ser el primer gobernante de Colombia no continuista de los últimos cinco siglos. O, para no exagerar (porque en fin, aunque hayamos tratado de borrar por completo su memoria, también por aquí pasó Bolívar), de los últimos 150 años.Es verdad que ha sido ministro de Samper. Es verdad que ha defendido, contra la ética incluso, su obra de gobierno, si así puede llamarse a lo que ha sido más bien una demolición. Es verdad que también ha sido ministro de Barco, y consejero de Gaviria, y procurador, y 20 veces representante y senador: es decir, político profesional, y hombre de la maquinaria (aunque a veces enfrentado a la maquinaria). Pero para aventurar la opinión de que Serpa puede ser el primer presidente no continuista de este país tomo prestada otra frase del artículo de Pardo, que al enumerar las virtudes y defectos de su antiguo colega señala que "la esperanza de algunos por mantener una posición digna frente a Estados Unidos es la desesperanza de quienes desean ver normalizada esa relación".Si entiendo bien la frase, la relación de Horacio Serpa con Estados Unidos es "anormal" porque su posición frente a ellos es "digna". Así lo ha sido, en efecto, al menos verbalmente; y por eso lo detestan. Normalizar esa relación implicaría volver a la posición normal: la posición indigna del arrodillamiento que han mantenido todos nuestros gobernantes por lo menos desde el general Santander (hasta Samper incluido, cuya relación es mala, sí, pero no porque su posición haya sido digna). Esa posición de arrodillamiento voluntario es la que, en el desorden de nuestra historia, ha marcado la línea más verdaderamente continuista: conservadores, liberales, y hasta los fugaces republicanos del señor Restrepo, sólo han coincidido de veras en una cosa: la sumisión completa a los intereses o a los caprichos del gobierno de Estados Unidos. Como dice Rodrigo Pardo, que fue ministro del tema, la normalidad es esa. Pero tal normalidad en el sometimiento no sólo es indigna, sino que en la práctica ha sido dañina. De ella nos vienen hoy, sin ir más lejos, los dos problemas más urgentes que afronta el país (no los estucturales de la injusticia y la pobreza, obra nuestra o herencia de la otra colonia: la española): la guerrilla y el narcotráfico. La guerrilla, no creada pero sí exacerbada por el anticomunismo dictado a nuestros dóciles gobiernos por el de Estados Unidos; y el narcotráfico, inventado de cabo a rabo por ese mismo gobierno al imponer la insensatez criminal, pero rentable, de la prohibición de la droga. Sin las presiones del gobierno de Estados Unidos, o, más bien, sin la docilidad de nuestros gobiernos frente a esas presiones, la lucha vana contra esos dos problemas artificiales no estaría consumiendo en sangre y corrupción a Colombia.Si Horacio Serpa, como candidato y como presidente, mantiene frente a Estados Unidos una "posición digna" en vez de "normalizar la relación", será el primer gobernante no continuista de nuestra historia. Es por eso que le tienen miedo. Y es por eso que va a tener problemas.O, por lo menos, así me suena, me suena...

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