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¡Por los niños de la guerrilla!

Los organismos de derechos humanos esperan confiados que en la próxima reunión entre el Gobierno y comandantes guerrilleros se defina de una vez por todas la situación de los niños en las filas guerrilleras.

Uriel Ortiz Soto, Uriel Ortiz Soto
20 de enero de 2017

Los organismos de derechos humanos esperan confiados que en la próxima reunión entre el Gobierno y comandantes guerrilleros se defina de una vez por todas la situación de los niños en las filas guerrilleras.

Es una situación tan delicada como humanitaria, que no admite más dilaciones, soy de los que creen que el acuerdo de paz no se ha debido firmar con niños en las filas guerrilleras y demás secuestrados, que no obstante haber cancelado su rescate, aún continúan padeciendo o han sido asesinados; este no deja de ser un episodio tan doloroso para cualquier ser humano, pero en aras de estabilizar la paz perdurable y duradera, se debe aclarar al máximo, para bien de la etapa posconflicto y tranquilidad de los Colombianos y la comunidad internacional.

Son miles los niños que un día fueron arrebatados de sus hogares para ser llevados a las filas guerrilleras, siempre con engaños y mentiras, con el chantaje: que si no obedecían, sus padres o hermanos pagarían las consecuencias, motivo por el cual cientos de familias fueron masacradas o desplazadas al resistirse colaborar con los grupos subversivos, en el sentido de negarse a ofrecer sus hijos para que sirvieran de carne de cañón de una guerra criminal y narcoterrorista.

Está bien que empecemos a trasegar los caminos de paz, pero el Gobierno y los comandantes guerrilleros de las FARC y del ELN deben dar una respuesta clara a la opinión nacional e internacional sobre los niños vinculados contra su voluntad, muchos de los cuales se silenciaron puesto que fueron desaparecidos o asesinados, sin que se haya informado a sus familiares dónde fueron depositados sus cadáveres, con el fin de ser recatados y darles cristiana sepultura.

Existen testimonios desgarradores de niños que lograron fugarse de las filas guerrilleras y narran cómo cuando no son eficientes, son maltratados a más no poder, o los castigan llevando cientos de viajes de leña a la rancha, abriendo trincheras, amarrándolos durante días y noches al sol y al agua, sin comida y sin abrigo; cuando no pueden cumplir estos crueles y despiadados castigos porque sus fuerzas físicas a tan corta edad se lo impide, sus comandantes se inventan el delito de ser infiltrados o de intento de fuga para someterlos a consejos verbales de guerra que por lo regular terminan en fusilamiento o ahorcamiento, sentencia que deben cumplir obligatoriamente sus compañeritos de filas, para que les sirva de escarmiento y no vayan a incurrir en el mismo error.

El solo hecho de leer los testimonios de exsecuestrados sobre la situación de los niños en la guerrilla causa indignación y rabia; en cientos de casos, cuando son secuestrados y debido a su corta edad, al no poder cumplir con los trabajos impuestos por sus comandantes guerrilleros, también son asignados a combates con el Ejército, que infinidad de veces se han compadecido de ellos y en pleno combate les son arrebatados a los grupos guerrilleros para ser entregados a Bienestar familiar u otra institución que se encarga de readaptarlos a la vida civil.

Sin embargo, pese a todos estos crímenes de lesa humanidad, el Gobierno, desoyendo estos clamores, decidió firmar el acuerdo de paz con las FARC y muy seguramente lo hará con el ELN, que a la fecha está demostrando ser más radical, puesto que ha incumplido hasta la saciedad la entrega del excongresista Odín Sánchez, el cual se comprometieron liberar antes del inicio de las conversaciones, que según anuncian últimamente, se reanudarán el 8 de febrero del 2017, pero sin garantía de que vayan a cumplir con su liberación.
Tanto el Gobierno como comandantes guerrilleros, frente a estos hechos tan oprobiosos como denigrantes, deberían asumir una posición coherente con la realidad actual en tan delicada situación, que ante las continuas manifestaciones de negar tenerlos en sus filas, o los incumplimientos para liberarlos, ya está colmando la paciencia de las comunidades nacional e internacional, que se preparan con miras a organizar un movimiento de protesta a nivel mundial que de realizarse, no dejaría nada de bien parado: al Gobierno, a los grupos guerrilleros y al mismo acuerdo de paz, con grave peligro de que se reconsideren las contribuciones ofrecidas por los gobiernos extranjeros y los cientos de empresas para sostener la atapa posconflicto.

Se calcula que en la actualidad más de 10.000 niños se encuentran en la guerrilla de las FARC y del ELN, lo grave es que muchos de ellos han sido asesinados en consejos verbales de guerra o masacrados cuanto han intentado abandonar las filas de guerrilla; considero que frente a este caso, debe haber un pronunciamiento del Gobierno, en conjunto con los comandantes guerrilleros, que den un informe concreto que pueda ser verificado por las comunidades nacional e internacional, explicando cuantos niños han ingresado a sus filas desde los inicios de sus movimientos guerrilleros, incluida la lista de los que han sido fusilados o masacrados al intentar fugarse o por consejos verbales de guerra, o muertes por accidentes u otras enfermedades.

Es cierto que nos encontramos frente a un panorama muy alentador para conseguir la tan anhelada paz, con la cual venimos soñando los colombianos desde hace más de 50 años, pero debemos entender que para el caso de los niños en la guerrilla y demás secuestrados, debe existir una información veraz y concreta de lo que paso con cada uno de ellos: si fueron asesinados en los consabidos consejos verbales de guerra, que se le diga a sus familiares el sitio en el cual fueron inhumados para proporcionarles el último deseo de darles cristiana sepultura.
No hacer este sacrificio, si así puede llamarse, sería seguir construyendo una paz sobre los escombros de un pasado donde hay heridas sin sanar y familias angustiadas que están sufriendo desde hace varios años al no conocer el paradero de sus seres queridos en las filas de las FARC y del ELN, que si bien han llegado a las puertas de la reconciliación, estos casos no deben quedar cobijados con el manto de la impunidad.

Durante los más de seis años que tomó el acuerdo de paz recientemente firmado, el tema de los niños en las filas guerrilleras fue abordado varias veces por la comisión negociadora del Gobierno y los comandantes guerrilleros que la conforman, que se comprometieron a liberarlos, lo que a la fecha nada ha ocurrido, razón por la cual existe enorme expectativa y presión de los organismos nacionales y extranjeros de derechos humanos.

Quedamos esperando la sensatez de las partes negociadoras; que muestren caminos de solución a tema tan sensible, de no hacerlo, sería dejar cabos sueltos con graves consecuencias a futuro, puesto que las angustiadas familias de estos niños y demás secuestrados continuarán, con todo el derecho que los asiste, clamando justicia a un Estado, que por sordo y ciego que sea, algún día tendrá que escucharlos.

urieloa@telmex.net.co