Home

Opinión

Artículo

OPINIÓN

Tres razones por las que los taxis de lujo no son la solución

Al gobierno nacional, en cabeza de ministerio de transporte, le quedó grande resolver el problema entre las plataformas tipo Uber y Cabify y los taxis.

Fernando Rojas Parra, Fernando Rojas Parra
16 de junio de 2017

En lugar de aprovechar el momento para defender a los usuarios, definir reglas de juego claras para la prestación del servicio, para garantizar calidad y seguridad en el servicio y para lograr mejores condiciones laborales para los conductores, optó por crear una nueva modalidad: los taxis de lujo.

Pero la gente que usa los amarillos o Uber, Cabify y otras plataformas no busca un servicio de lujo, solo busca un buen servicio.

Por eso, los taxis de lujo no son una solución.

En primer lugar, los taxis de lujo son más una zanahoria del gobierno nacional para los taxistas que una solución de fondo. En medio de la polémica por el funcionamiento de Uber y su rápida expansión, en marzo de 2015 Hugo Ospina entrevistó a Natalia Abello y a Luis Eduardo Garzón, quienes entonces eran ministros de transporte y de trabajo, respectivamente. Frente a la pregunta sobre el servicio de lujo, la ministra Abello sostuvo que iban a sacar un decreto, no para legalizar a Uber, sino para que el servicio de lujo fuera prestado por taxis (Vea Taxista entrevista a ministros del Transporte y del Trabajo). Unos meses más tarde, en noviembre de 2015, Uldarico Peña, sostuvo que “El servicio de vehículos de lujo es para nosotros, el transporte de los amarillos y nada tiene que ver Uber” (Escuche a Uldarico Peña en Radio Nacional de Colombia); y pocos días después el ministerio de transporte, en cabeza de Abello, sacó el decreto nacional 2297 de 2015 (Vea el decreto completo) mediante el cual se crea el servicio de lujo.
Como queda en evidencia, parece que el ministerio de transporte ha trabajado más en defender el negocio de un gremio que en defender a los usuarios.

En segundo lugar, si bien la gran mayoría de los taxistas son personas honestas, que hacen bien su trabajo, sus condiciones laborales son un incentivo perverso que se traduce en mal servicio. Mientras que los dueños de los taxis y las empresas afiliadoras exprimen el negocio, los taxistas rasos están sometidos a un régimen de explotación casi medieval.

Veamos el caso de Bogotá. Un taxista debe trabajar 12 horas diarias, durante 25 días al mes, para:

  • pagar una cuota diaria de 90 mil pesos (2.250.000 pesos al mes) al dueño del carro, en muchos casos inclusive cuando el taxi no trabaja porque tiene pico y placa;
  • pagar diariamente entre 40 y 50 mil pesos (1.250.000 pesos al mes) para gasolina y lavado del carro;
  • pagar entre 25 mil y 55 mil pesos mensualmente por rodamiento a la empresa afiliadora;
  • pagar 73 mil pesos mensuales de plan de datos para poder usar las aplicaciones;
  • pagar 30 mil pesos mensuales por el servicio de cada una de las plataformas;
  • pagar entre 50 mil y 70 mil pesos mensuales por el servicio de radio teléfono;
  • pagar entre 200 y 250 mil pesos mensuales en alimentación (desayuno, almuerzo y comida);
  • y pagar 240 mil pesos mensuales de seguridad social;

Eso significa que al mes, fijos debe pagar por lo menos 4.248.000 pesos. Si tenemos en cuenta el cálculo hecho por ProBogotá (Vea el estudio realizado por Pro Bogotá), según el cual, un taxista hace al mes 4.772.500 pesos, solo le quedarían 524 mil pesos al mes para llevar a su casa. ¡Menos de un salario mínimo!

Mientras esto suceda, y los trancones sigan en aumento, los conductores buscarán carreras cortas en sectores con poco tráfico. Esto no justifica el “por allá no voy” pues el transporte es su trabajo, pero sí permite comprender mejor la difícil realidad que ellos enfrentan.

En tercer lugar, el ministerio de transporte con su actitud miope, al ignorar que en la vida diaria las plataformas son una realidad y son usadas por la gente, perdió la posibilidad de defender a los usuarios de atropellos como la tarifa dinámica de Uber: una carrera que vale 10 mil pesos normalmente, en hora de alta demanda puede llegar a valer 160 mil pesos.

Pueden acabar con las plataformas que hoy conocemos y aparecerán otras o la gente encontrará otro camino. Por eso, los taxis de lujo no resuelven ninguno de los problemas que en materia de transporte público individual de pasajeros enfrenta el país, porque no va a la raíz del asunto.

Noticias Destacadas