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La metáfora de una tragedia

La tragedia de Fundación es una metáfora de nuestro país y de lo que le puede ocurrir si persistimos en las prácticas corruptas y politiqueras a las que nos acostumbramos.

Iliana Restrepo, Iliana Restrepo
28 de mayo de 2014

Lo que se ha vivido en los últimos días en el país dice mucho de lo que somos como sociedad y de lo que nos espera si no elegimos bien y no cambiamos la cultura del todo vale, del no pasa nada, del podemos arreglarlo con plata, etc., etc.

Cuando vi la foto de la buseta calcinada en Fundación, revuelta con una cantidad impresionante de noticias y columnas de opinión sobre las peleas intestinas de dos de las campañas políticas, no podía menos que entender que todos nuestros males estaban reflejados en el horror de esa tragedia humana que tanto duele. Cincuenta menores hacinados en un bus que no contaba con permisos, ni seguros, ni con elementos de seguridad para menores de edad y de ñapa con un conductor sin licencia de conducir. 

La imprudencia criminal del conductor al manipular gasolina con un vehículo encendido y repleto de niños denota una falta absoluta no sólo de responsabilidad, sino de conocimientos. Una combinación de ignorancia y confianza en el “aquí no pasa nada”. En este país nos hemos acostumbrado a que todo se solucione a la brava o con plata y seguimos tan campantes. Las autoridades brillando por su ausencia, sin sancionar al conductor y al propietario del bus por todas las irregularidades en las que estaban incurriendo. 

Aunque en este momento de profundo dolor es muy duro decirlo, los padres de familia también tienen que estar más atentos a sus hijos y minimizar los riesgos a los que los exponen. La espantosa tragedia de Fundación es una metáfora de nuestro país y de lo que le puede ocurrir si persistimos en las prácticas corruptas y politiqueras a las que nos hemos acostumbrado. Si seguimos viviendo en un país donde los niños no tienen oportunidades y no son la prioridad, donde la ignorancia, la ilegalidad y la irresponsabilidad campean por todas partes, terminaremos también incendiados. 

Se tiene la creencia de que corrupción es solamente robarse los dineros públicos. Pues no. Corrupción es saltarse el puesto en una fila, manejar sin pase, no tener los permisos al día, manejar con tragos, no pagar impuestos, poner música a todo volumen invadiendo la privacidad ajena, entre tantos otros comportamientos que nos parecen normales. Esta tragedia es un campanazo de alerta que tiene que hacernos reflexionar. Las reglas y las leyes no están hechas para molestar sino muchas veces para protegernos incluso de nosotros mismos y de nuestras irresponsabilidades. 

Entonces ahora a posteriori, después de vivir esta espantosa situación donde mueren calcinados treinta y dos niños, salen las autoridades de todo el país a ejercer controles sobre los vehículos de trasporte escolar. ¡Esto es una burla señores! Y así pasó cuando los ataques con ácido y cuando las muertes por conductores embriagados y con tantas y tantas otras situaciones. ¡Ya basta! Estamos inmersos en un círculo del que no sabemos cómo escapar, sin darnos cuenta de que la solución está en que cada uno de nosotros, en que todos nos limitemos a cumplir las reglas y las leyes para lograr una convivencia pacífica y evitar así horrores como los que hemos visto. 
 
Esta tragedia no es un accidente. Es un evento doloso del cual son culpables muchos. Es una desdicha que hubiera podido evitarse. ¿Hasta cuándo nos vamos a hacer los de la vista gorda frente a tantas irregularidades? 

iliana.restrepo@gmail.com

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